Capítulo 17

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Sarah era una chica de piernas largas, por lo que podía andar dando grandes zancadas. Normalmente no me suponía ninguna molestia porque manteníamos un ritmo lento y constante. Sin embargo, ahora mismo, tuve que esforzarme para seguirle por los pasillos. Salió hacia el exterior del edificio como una bala y no se detuvo hasta llegar a mi coche.

Se llevó las manos a la cabeza y se tiró suavemente del pelo mientras respiraba profundamente. Echó la cabeza hacia atrás, mirando la noche estrellada como si eso ayudara a ver las cosas con más claridad. Luego cerró los puños y golpeó con el pie una lata que había en el suelo con todas sus fuerzas.

—Sarah...

—Por favor, Chloe. Déjame sola.

—No quiero dejarte sola —repuse.

—Necesito estar sola —instó—. Por favor.

Se sentó en el bordillo y apretó los labios como si estuviera reprimiendo el llanto. No quería dejarla sola, no después de lo que había pasado.

—Estaré dentro —dije a mi pesar—. No tardes, ¿vale?

Asintió, y eso provocó que una lágrima se deslizase por su mejilla. Ella la enjugó rápidamente con el dorso de la mano, pues se negaba a llorar por un hombre que no merecía la pena. En ese instante, tuve ganas de buscar a Woody y decirle cuatro cosas bien dichas por haber hecho daño a mi mejor amiga.

A regañadientes, entré de nuevo al instituto.

—Aquí estás —escuché que decía alguien a mi espalda justo antes de que pudiera entrar al gimnasio. Giré sobre mis talones y me encontré con la mirada azulada de Alex—. Vaya —me miró de arriba abajo—. Estás guapísima.

Agaché la mirada para que no viera el rubor de mis mejillas.

Carraspeé.

—¿Me buscabas?

—Quería hablar contigo sobre la conversación de antes.

—Alex, ya te he dicho que no podemos estar juntos.

—¿Has escuchado la canción Try de Pink?

Asentí, sin llegar a comprender a dónde quería llegar.

—La letra dice así: Donde hay deseo, va a haber una llama. Donde hay una llama, alguien va a quemarse. Pero solo por que queme no significa que vayas a morir. Tienes que levantarte e intentarlo.

—Es solo una canción, Alex. ¿A qué viene todo esto?

Dio un paso hacia mí con el semblante serio.

—¿No te gustaría intentarlo?

Sus ojos centellearon. Mi pulso se aceleró.

—¿Y qué pasa con Christian y Brittany?

El tono de mi voz era apenas audible. Estaba demasiado nerviosa tras escuchar su confesión. Quería intentarlo conmigo. ¡Realmente quería intentarlo! Me pellizqué sutilmente el brazo para comprobar que no estaba en un sueño.

—Pero si yo no estuviera con Brittany y tú no estuvieras con ese universitario, ¿lo intentarías? —dio otro paso hacia mí—. ¿Saldrías conmigo entonces?

Me quedé callada por miedo a decir la respuesta.

¡Por supuesto que lo intentaría!

Pero desgraciadamente, llegué demasiado tarde.

—Alex...

—¿Qué quisiste preguntarme cuándo fuiste al taller?

Me mordí el labio inferior y bajé la mirada hacia mis manos que no podían dejar de temblar. Alex me sujetó del mentón y me elevó el rostro para que lo mirase a los ojos. A sus preciosos y azules ojos que tanto me gustaban. Su dedo hizo pequeños círculos en mi barbilla, incitándome a hablar.

Mi mejor errorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora