🔆Parecía firme, pero era inestable.
Era como la luna, rodeada de estrellas, pero sola.🔆
***
Esa noche me había quedado en los brazos de mi madre. Las dos juntas, hablando sobre todo lo que sabía, me contó sobre Richard, de ella en su juventud, de mí. Me hablo de todo. Y aquel momento lo había atesorado demasiado. Me sentía una niña pequeña en sus brazos, una niña rogando por amor. Un amor que solo ella podía darme.
—Amé a Richard —me dijo, mientras llevaba un trozo de waffle a sus labios. Estaba en su pijama de ositos y su rostro fresco. Suspiro al recordarlo—. Era atractivo. Muy atractivo, y tan inteligente, lo envidiaba. En la universidad lo hacía, ¿cómo podía ser guapo e inteligente a la vez?, su familia lo odiaba, era desperdiciar tanto talento para que él se dedicara a la pintura. Richard amaba el arte.
Noté como la piel de su cara se ruborizo. Estaba recordando algo, amaba verla así.
—¿Qué paso con sus padres? —cuestioné, soplando a mi café—. Tus suegros, y mis abuelos, ¿qué paso con ellos?
—Karina era una mujer extraordinaria —comenzó a decir. Se levantó del taburete para servirse un pedazo de pastel de limón—. Amaba a su hijo, pero ella no creía que yo fuera digna de estar con él, mucho menos cuando lo apoyé en su galería de arte. El señor Luis era peor, podíamos ser familia, pero me despreciaban.
—Pero amabas a su hijo, ¿cuál era el maldito problema?
—La clase social —confesó. Tomó un pedazo de la tarta y la llevó a mis labios divertida, trató de ocultar su dolor—. El amor no podía con todo, Dess. Él era el único heredero de la fortuna William, no podía renunciar a eso.
—¿Lo hizo? —enarqué mis cejas, inclinando mi cuerpo en la isla de la cocina.
—Su padre lo desheredo. No soporto cuando te adoptamos a ti.
—Pero que pedazo de...
—Te estoy escuchando —alegó.
Nos quedamos un rato platicando, al parecer mi madre había pedido unas cortas vacaciones que con gusto le habían dado. Esa misma tarde ella había quedado con Alex, un doctor de su turno para cenar, al parecer querían ir más allá, y aunque la sentía culparse porque alguien más le atrajera le dije que todo estaría bien, él era la persona por la que mi madre flipaba en colores rosas.
El sábado que llevaba había estado normal junto con un frio moderado, las calles del pequeño pueblo parecían felices de que por fin el invierno estuviera aquí. En cambio, yo lo odiaba. Odiaba el frio y el no poder hacer nada cuando estaba presente. Llegué a casa de Dan y cuando esperé cinco minutos en la acera a que me abriera, decidí entrar.
Me había arrepentido.
Escuchaba gemidos.
Definitivamente eran gemidos de placer. Lo peor fue distinguir la voz chillona de una mujer gritar «más rápido». Mis oídos sangraron, no tan literal pero lo mejor fue salir y volver a entrar cuando todo acabara. Del frio y escuchar aquello prefería que mi trasero se congelara. Acomodé mi bufanda mientras la chica con cuerpo de barbie salía por la puerta principal haciendo malabares con sus cosas. Sentí pena por ella. Llevaba el rímel corrido y su cabello rubio oro hecho un nido de pájaros.
Estaba segura de que había sentido mi mirada pues giró su rostro y me dedico una mirada llena de desprecio.
—No sabía que también le gustaban las niñas —comentó con altanería.
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El chico de los ojos verdes
FantasyUn ángel caído, y una profecía que está a dos pasos del abismo.