3. Tienda de discos parte 2.✔

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🔆Siempre habrá labios que digan una cosa mientras el corazón piensa otra.🔆.


***

—¿Falta mucho? —le pregunte a Dan.

Sus ojos iban y venían de mí y de la cosa en sus manos, estaba totalmente ido por aquellos discos.

—Ya casi, Dess —me sonrió mientras dejaba un álbum de alguna de sus bandas favoritas. Recargué mi barbilla en su hombro, aclaro que tuve que ponerme de puntillas para alcanzarlo.

—Iré a dar una vuelta —murmuré manifestando una sonrisa. Giro su rostro hacía mí levemente, mi nariz rozo su mentón.

—No rompas nada.

Me sentí como una niña pequeña, Dan me trataba como si fuera una niña, su niña pequeña.

—Trataré —contesté retrocediendo unos pasos.

Caminé por los pasillos buscando algo bueno para mis ojos. No entendía el amor de Dan por la música, él amaba tanto tener una colección completa de sus bandas favoritas aun así los discos estuvieran repetidos. Mis pies se detuvieron en un disco llamativo, venga el precio estaba fuera de mis estándares, pero sabía que sería un buen regalo para el cumpleaños de Dan, si es que no lo tenía.

—¿Te puedo ayudar en algo?

Mi respiración flaqueó. 

Por instinto retrocedí, sentí como mis manos comenzaron a temblar y llegué a creer que estaba soñando, de nuevo. Los latidos de mi corazón se escuchaban en mis oídos.

—No. No necesito nada.

Me abstuve a correr y llegar a Dan, estaba aterrada, reconocía esa voz. Aquella voz la reconocería en cualquier parte.

—Buena banda. Es uno de sus mejores álbumes —confesó. Sentí la calidez de su cuerpo a lado del mío—. ¿Segura que no necesitas ayuda?

Mantuve mi mirada en el disco, respiré contando mentalmente. Trabajaba aquí, el logo de la camiseta me lo confirmó y pensé si de verdad hacía esto cuando no estaba apostando en el pozo. Trasladé mis ojos con cautela hasta su rostro.

Dejé mis ojos ahí, en aquel cabello negro que rozaba su sien el cual contrastaba con el intenso color verde de sus ojos. Quise echarme a correr sin ver atrás.

—Estoy segura de que no necesito ayuda —sonreí tensamente, busqué la amabilidad en mi voz, pero fallé.

Me sentía desnuda ante sus ojos.

No había atracción. Solo había miedo y misterio. Yo no buscaba una sonrisa torcida como la que me estaba dando. Aquella sonrisa siniestra solo me estaba causando problemas.

Se inclinó hacia mí tan cerca que me percaté del olor de su perfume varonil, mantuve la respiración y cerré mis parpados con fuerza. No grite ni me moví solo espere a que hiciera algún movimiento.

Sentí como se alejó con un disco entre sus manos.

Exhalé.

—Hora de irnos —la voz de Dan me saco de mi transe. Llegó a mi lado y paso su brazo por mis hombros mientras hablaba sobre lo que compraría.

Me escondí en su cuerpo y le susurré:

—Él trabaja aquí.

Llevó sus ojos azules hacía mí con una sonrisa que se esfumó cuando me estudió con lentitud.

El chico de los ojos verdesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora