🔆Porque eres esa persona con la que quiero estar cuando no quiero estar con nadie🔆.
***
Yo creo que si en algo coincidimos todos los humanos es en la atracción hacia el misterio, siempre.
Así que, cuando aquella palabra salió de los labios de Rayder quise decirle púdrete, pero al mismo tiempo quedarme e indagar sobre el significado de aquello. Por alguna razón que no entendía me gustaba. Me gustaba lo que él podía provocar con solo mover unos cuantos hilos, y me aterraba al mismo tiempo. Me envolvía en un punto lleno de contradicciones. Siempre había tenido el control sobre mi vida, siempre había sido de las personas que tomaba una decisión sin dudar, pero en este momento, todo en mí eran contradicciones.
Me había alejado de él con mi cordura tambaleándose.
Había estado a un paso de caer en su juego y misterio, me culpaba. Yo no deseaba tener esto. No deseaba tener algo en común con él.
No quería nada de eso.
Atravesé la multitud de estudiantes y perezosa comencé a caminar hacía donde vivía. Hoy había sido uno de los días más largos y agotadores de la semana. Nuestra clase —en la cual solo somo veinte estudiantes— era una de las últimas en salir. La carrera de leyes era absorbente. Lila se despidió de mí tomando el camino contrario al mío.
Dan se había desaparecido desde la cuarta clase, al parecer salió con una de las chicas que le hablaron en el descanso y me alegraba demasiado por él, aunque fuera un mujeriego. El bosque entro en mi campo de visión y me odie por no tener un auto. Todo resultaba verse escalofriante y era la única demente que caminaba hasta después del lago.
—Punto para mí —me dije con amargura—. Camino más y tengo mejor rendición física.
A pesar de que la calle se encontraba solitaria y con las lámparas fallando, observé a un chico caminar contrario a mí. Bien al menos no estaba sola. Metí mis manos a los bolsillos de mi pantalón mientras el vaho salía de mi nariz cada vez que respiraba.
De toda la urbanización mi madre había estado de acuerdo en rentar la casa al lado del lago, parecía buena idea en verano, pero no ahora a punto de entrar diciembre. Cuando preguntaban donde vivía solo me limitaba a decir a lado del lago donde solo hay tres casas más.
Cuando levante mi rostro y deje de pensar en contras sobre vivir cruzando el lago, ya no existía el chico. Y me basto parpadear para volver a verlo.
Choqué accidentalmente con él y pareció tirar sus pertenecías.
—Mierda —le susurre arrodillándome para ayudarlo—. Lo siento.
—No es nada —contesto. Su voz me pareció tan llena de calma que me heló la sangre— suelen no notarme.
Sus ojos negros, cargados de intensidad me observaron, parecía que detrás de esa mirada podías tener la respuesta a tus preguntas, y eso, él lo noto.
—Lo siento —repetí, incorporándome. Retrocedí.
Y entonces sonrió. Y aquello pareció una entrada al infierno, no era una sonrisa con delirios de arrepentimiento, en sus labios se cernía una sonrisa macabra.
Me maldije por ser tan distraída e ingenua cuando se acerco a mí con la intención de ve tu a saber qué.
—¿Cuál es tu nombre? —pregunto. Sus ojos se ensombrecieron, me pregunte si con frecuencia los ladrones te preguntaban tu nombre. ¿Robar inquiría saber el nombre de la persona a la que estabas asaltando?
ESTÁS LEYENDO
El chico de los ojos verdes
FantasyUn ángel caído, y una profecía que está a dos pasos del abismo.