4 julio del 2006.
Siempre pensé que la felicidad era efímera. Pensaba que todo transcurría frente a ti como recuerdos en una fotografía. Era como rozar el cielo con las manos, aunque sea por unos segundos... y no me equivoqué.
No me equivoqué al pensar que todo terminaría justo como empezó; sin saber nada del otro.
Mi madre solía decir que un corazón roto era el significado de que seguías vivo que tenía que aprender de eso y que era parte de la vida: cuánta razón tenía. Mi alma, mi corazón ambos iban más allá de trozos, estaban haciéndose cenizas, polvo... nada. Estaba cayendo al vacío y desgraciadamente iba a tocar fondo.
—Tienes que salir de ahí, Destiny —ordenó Lila con voz demandante—. Estoy contigo, Dess, siempre lo estaré.
Su voz suave se coló por mis oídos. Apretó suavemente mi brazo y sonrió, dedicándome esa sonrisa que solo Lila podía darme.
Sin embargo, eso no cambiaba nada. Me hundí aún más entre las sábanas e inhalé profundo, el olor a almendras llego a mi nariz. Habían transcurrido casi un mes de lo sucedido y me sentía patética por seguir tan deprimida.
Entonces algo dentro de mi cuerpo se tambaleó.
Tenía unas ganas infinitas de vomitar. Me levanté demasiado rápido y fui directamente hacia el baño. Mi cuerpo se encargaba de expulsar lo poco que ingería. Lila llego a mi lado y sostuvo mi cabello.
Pase el dorso de mi mano por mi barbilla mientras me deslizaba por los azulejos del baño.
—Es suficiente —hablo la pelirroja a mi lado. Me tomo con delicadeza y me metió a la regadera.
— ¡Esta helada, Lila!
—Vaya,¡parece que sí me conoces! —exclamó—. Llegué a pensar que estaba delirando.
Tomó el jabón y comenzó a pasarlo por mi cabello, por mis brazos y por mi cuello aun con la ropa puesta mi piel se sentía gélida.
—Iremos al médico. Es la tercera vez que vomitas en el día, y realmente estoy preocupada por ti.
Mis labios temblaron ante su confesión. Antes de darme cuenta la estaba abrazando llorando como una niña pequeña.
—Los extraños tanto —balbuceé entre lágrimas—. Extraño mi vida. Cada parte de ella la echo de menos, Lila —acarició mi cabello, susurrando palabras reconfortantes, que realmente necesitaba.
Gema entró y al vernos abrió los ojos.
— ¿Estás bien?—preguntó con preocupación. Se acercó a nosotras con rapidez. —Demonios, Lila... Dess.
Tomó varias toallas y enredó un en Lila y la otra en mí.
Al salir me senté en el colchón mientras ellas hablaban sobre mí. Aunque trataran de hablar en susurros, se les podía escuchar.
—No hablen de mí como si no estuviera.
Ambas me miraron con pena. Lila saco un atuendo de mi armario y Gema se acercó a mí.
—Iremos al médico, Dess. Todo cambiará, nos iremos de aquí. Esto te hace daño... nos hace daño a ambas—, murmuró.
Conteste un sí demasiado bajo mientras Lila dejaba las cosas a un lado mío.
***
— ¿Destiny Russo?—preguntó la enfermera. Le sonreí y me levante junto con Lila y Gema.
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El chico de los ojos verdes
FantasyUn ángel caído, y una profecía que está a dos pasos del abismo.