Era difícil pero tenía que aceptar que ella estaba bien con alguien más.
[Lean la nota final, por favor]
***
Probablemente estaba cometiendo un error.
Dan. El tema de mi amigo había rondado en mi cabeza por los siguientes tres días. No podía alejarlo de mí, eso sería un acto muy inmaduro de mi parte, hacía años que sabía acerca de sus sentimientos y aunque me obligué a corresponderlos, no pude.
No podía.
Y ambos lo entendíamos. Nos habíamos comportado como personas maduras —más él—, terminamos en la misma relación con la que empezábamos; amistad. Amaba a Dan, de la forma en la que una hermanita ama a su hermano mayor, y aquello en vez de hacerme sentir bien solo lograba sentirme terrible, daría lo que fuera por tratar de corresponderle de la misma manera, pero ante sus ojos actuaba como si no lo supiera. Actuaba para no afectar la relación estable que teníamos.
Mi persona era la ironía hecha mujer. Yo odiaba mentir, sin embargo, aquí estaba, sufriendo por haberle mentido todos estos años a Dan respecto a no saber sobre sus sentimientos.
El martes por la mañana mi madre seguía en sus vacaciones, así que, esa misma tarde tendríamos una cena con Alex, quien se había comprometido a conocerme. Me alegraba por ella, tanto que le juré dejar mi actitud de desconfió de todos porque me mintieron y ponerme un vestido.
Alrededor de las cinco de la tarde estaba enfundada en un vestido blanco de lo más sencillo. Ese día el clima era extraño, a pesar de haber entrado a la estación de invierno hacía calor, eso era motivo para burlarme por haber desafiado al clima.
Esperamos. Mamá daba vueltas alrededor de la sala mientras pasaba sus manos por la tela oscura de su vestido. Estaba reluciente y nerviosa, no quise decirle que llegaría porque llevábamos cuarenta minutos esperando a una cita que no llegó.
A pesar de que Alex no fue a la cena que con tanto esmero mamá preparo no me moleste, me preocupe, y por la mirada de mi madre supe que ella también. Fui yo quien marcó a su teléfono para que me respondiera la voz de una mujer diciendo que estaba con él, alardeando sobre qué estaban casados y que Violeta dejará de buscarlo.
Mamá lloró por dos horas, despotrico a los hombres y vimos el Diario de una pasión por segunda vez, finalmente cayó rendida en el sofá de la sala.
Justo cuando entré a mi habitación lista para dormir lo primero que vi fue una figura entre penumbras. Solté un grito para irme corriendo, pero cuando lo hice una mano tomo mi muñeca.
Lo único que pude hacer fue darle un puñetazo.
A este paso terminaría con mi mano hinchada. Dejé salir el aire de mi cuerpo cuando vi a Rayder, sin embargo, seguía teniendo esa sensación de irme corriendo.
—¿Quién demonios crees que eres para entrar a mi puñetera habitación? —le pregunte exaltada encendiendo la luz de mí habitación. Si bien mi vocabulario no había sido el mejor, pero ¿qué iba a decir cuando él entraba a mi habitación de sorpresa?
—¿El novio al que maldijeron por enamorarse de la hija de un arcángel cuando aún era ángel? —me sonrió torcidamente.
Retrocedió hasta lanzarse a mi cama y paso sus brazos por debajo de su nuca.
—Buen punto —admití—. Pero aun así tienes que irte.
—Te besaste con él.
Me quedé helada en mi lugar.
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El chico de los ojos verdes
FantasyUn ángel caído, y una profecía que está a dos pasos del abismo.