27. Eras tú. ✔

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•Después de ciertos infiernos, no cualquier demonio te quema•

***

Ella no sobrevivió.

Inhalé una y otra vez buscando aire fresco para mis pulmones, sentía como si todo se estuviera acabando. Me forcé a tomar aire violentamente, quise rogarle al cielo, y a los arcángeles que todo esto terminara, prefería mi muerte que volver a comenzar de nuevo siendo unos desconocidos. Rogué y supliqué que esto acabara, y cuando estaba listo para terminarlo seguí su voz.

—¡Rayder! ¡Despierta!

Parpadeé exaltado, viéndola a ella.

Temí. Involuntariamente temí. Dudé de que esto fuera un juego como los que tantas veces hice ver a los mundanos. Sin embargo, era Dess, mis Dess, permanecía allí, frente a mí, con sus ojeras y la frente sudorosa. Acaricié su mejilla, por encima de su pómulo, todo había sido real, pero si yo estaba viéndola tan creíble, ¿qué era lo que había cambiado?

—Creí que tú —proferí, mesurado— Dess, tú...

—Lo sé —expreso sucintamente. Asió sus dedos tibios a mi mano. La había despertado para venir corriendo hasta la habitación, me pregunté qué era lo que la tenía con insomnio a lo que decidí solo hacer suposiciones—. Tranquilo, Rayder, estoy aquí, no me iré a menos de que me lo pidas.

—Cielo, te creí muerta.

—Yo te vi morir a ti —confesó, adoptando una posición tirante—. Te vi morir mientras me abandonabas.

Ninguno de los dos respondió ni confeso lo que vio. Lo callamos, tan simple como decir que aquel ataque nos había dejado afectados. Terminé por dormir en sus piernas, tratando de hacerme entender que en verdad estaba viva, viva, junto a mí.

A la mañana siguiente todos estábamos terminando de comprender lo que había sucedido. Habíamos visto morir a Grace y aunque dolió surgió una nueva incógnita para mí, ¿quién había sido aquella sombra? En cambio me lo guardé. Deje esa duda absolutamente para mí. Gema estaba paranoica, todos lo estábamos un poco pero pude alcanzar a notar que algo había cambiado en su mirada hacía su hermana.

Todo pendía de una fina línea.

Terminamos exhaustos, no sabíamos que había sido real y que parte de un sueño.

—Perdí parte de mis recuerdos —Gema habló con aspecto turbado e impasible—. Yo, no sé qué tanto se llevaron ni por qué.

—Más despacio, cazadora —el ángel enamorado la estudió. Las facciones gráciles de ella se negaron a doblegarse ante Dan. Del interior de la cocina Mayson cargaba consigo unas ojeras horrorosas haciendo contraste con sus gestos estupefactos—. Muéstrame tus recuerdos.

—Cuidado con tus palabras, ángel —nadie se esperaba que la gélida voz de Mayson hiciera eco en el salón. Hubo fiereza en las pupilas de sus ojos—, no querrás meterte con algo que no puedes lidiar.

Bastaron segundos para que hubiera una respuesta.

—¿Cuál es tu problema? —bramo sin preámbulos el susodicho. Dess tuvo la intención de intervenir pero se detuvo cuando vio la determinación en los ojos de ambos, era algo que terminaría mal sin lugar a dudas—. Estoy tratando de ayudarla.

—Es personal, no quiero que te enamores de ella buscando el remplazo de su hermana —se oyó la implacabilidad en sus palabras.

Dess jadeó horrorizada, dejó de acariciar la palma de Gema y se levantó interfiriendo a la mitad de los dos, sus cejas se hundieron en su ceño, mirando a Mayson con reproche para advertir pacíficamente:

El chico de los ojos verdesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora