Capítulo 33. Él✔

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*Hoy te eché de menos, no sé si fue mucho o fue poco. Sólo sé que fue demasiado para un sólo día.*

***

«Fuimos algo más que amigos en los años pasados»

Y me reí. 

Sabía que era muy ingenua, sin embargo, sabía que confiar en alguien que llega diciendo que conoce todo de ti no era una de las opciones más sensatas que conocía.

—Phoenix...—dijo solemne. Le dedique una mirada de advertencia—. Destiny.

¿Como confiar en alguien que decía conocerte pero tú no conocías nada de él?

Me quede mirándole. Metí las manos a los bolsillos de mis jeans  y force una sonrisa. 

—¿Te siguió tu novio? —arqueo las cejas, burlón. 

—No lo sé —articulé, apretando los labios—. Y ya no somos novios, creo que nunca lo fuimos. 

Adonis dejó salir un suspiro masajeando su sien. La poca luz que emitía la linterna era suficiente para poder verlo. Infle mis mejillas y odie haber dicho eso, no obstante, sabía que me dolía. Dolía como nunca.

—Bien —se limitó a contestar—. Sabes,  me he visto en esta situación cientos de veces. 

Espere no equivocarme en depositarle mi confianza a él.

—Mmm —murmuré—. ¿Te gusta hacer esto?

—En realidad no comprendo por qué caer por una humana —confesó, tomándome por sorpresa. 

Lo mire con la duda y desorientada, no identificaba la otra emoción que se extendía a través de todo mi cuerpo.

—No me malentiendas —continuó—,  pero yo admiraba a Rayder. Él era enigmático, fuerte y responsable uno de los mejores guerreros dirigiendo a las tropas, era admirado por todos. ¿Por qué caer cuando lo tienes todo?

—Nunca lo he tenido todo —le respondí.

—¡Por supuesto que lo tienes! —sonrío—. Pero el defecto de ustedes los humanos es enfocarse en lo único que les hace mal y peculiarmente es lo que más les atrae. 

—Claro que no —chasqué la lengua. 

—¿Entonces por qué sigues con Rayder? —pregunto—. He sido un ángel por años. Sigo ordenes, aún cuando estoy encontra de hacer lo que hago. Los humanos no. Tienen esperanza. Creen y jamás se rinden tan fácil.

Entonces, sonreí. Lo hice sin fingir, lo hice con la satisfacción extendiéndose por mi cuerpo. Era cierto. Aún tenía esperanza en este pequeño momento de mi vida. Perdí la noción del tiempo en cuanto a caminar se refiere. Mis pies dolían y mis ganas de preguntar por qué tanto misterio eran cada vez más elevadas. Una luz apareció en medio de la nada para después ver una cabaña. Una cabaña, una maldita cabaña en medio de la nada.

—Una cabaña, es ense...— antes de seguir me corto con una mirada furtiva. De las cuales te decían que te callaras.

Sus alas ya no estaban, esa era otra pregunta que me carcomía lentamente, ¿por qué ya no estaban? No tenía ni la menor idea. Esconder unas alas que arrastran por el suelo no es nada sencillo.

Mis pensamientos se vieron interrumpidos por un golpe en mi nariz.

—Si te vas a detener avísame, ¿no? — exclamé, tomando el puente de mi nariz.

El chico de los ojos verdesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora