🔆Intenté saber cuántas canciones tristes soporta el corazón... Y perdí la razón en cuanto la música me transportó de nuevo a esos malos momentos en mi vida.🔆
***
El sueño se había disipado de mi sistema como el vapor. Regularmente esos sueños me atacaban sin remordimiento. Di un vistazo a mi habitación mientras buscaba aire violentamente. Estaba cansada, tanto mental como físicamente. Mi mente era un laberinto sin salida que me consumía todas las noches, me asfixiaba lenta y dolorosamente.
Encorvé mi cuerpo y traté de regular mi respiración. Funciono. Esos sueños y las voces me llevaban a preguntarme seriamente si lo que vivía era real, si cuando yo despertaba lo hacía de verdad o seguía dormida.
De lo que estaba segura es que jamás olvidaría esa mirada ni ese intenso color verde.
Sin embargo, aún con mi miedo, necesitaba saber más.
Necesitaba más.
La curiosidad era tan dominativa en mí que junte todos los papeles, fotos, y recuerdos que quedaban inconexos en alguna parte de mi cerebro. Arrastré mis pies en la fría madera y camine hacía mi escritorio.
Me dije si era normal verme tan demacrada. Las ojeras en mis ojos eran notables, el cansancio también y no había notado que siempre hundía mis hombros cuando caminaba hasta que Dan me lo dijo. No obstante, no estaba dispuesta a rendirme.
Había algo en él, que me era imposible dejar de lado. Era enigmático, apuesto y cauteloso; algo no cuadraba entre sus características y entonces supe que no era una atracción, era un misterio.
«Eres demasiado curiosa, Destiny». Me estremecí. Era de nuevo esa voz. Mi corazón palpitó fuertemente contra mi caja torácica, temí por estar soñando de nuevo.
«Eso a ti no te importa», le susurré a la nada y seguí viendo los dibujos mientras trataba de recordar lo sucedido en el sueño pasado.
El pozo.
Solo de volver a recordarlo me daban escalofríos. La marca me causaba nauseas y el nombre de Dan seguir marcado en mis recuerdos. En todos los escenarios siempre le pedía ayuda a Dan, y casualmente siempre era lo mismo: Dan nunca aparecía.
«Todo a su tiempo» fue un murmuro cargado de frialdad. «No quieres saber la verdad tan pronto o ¿sí?»
«No eres real» respondí. Me quede quieta en el escritorio. Estaba perdiendo la cabeza y me repetí una y otra vez que no era real. Lo que sucedía era producto de mi imaginación y no estaba fuera de cordura.
La luz amarillenta de mi lámpara parpadeo, casi gemí de miedo.
«Soy tan real como tú». Fue una voz áspera y llena de seguridad. Casi lo escuche sonriendo, sabia que era hombre. Tal vez el mismo en todos los escenarios. «Tienes miedo» afirmó. Mis manos sudaron. Si estaba soñando, ¿cómo demonios mis manos sudaban? La voz de Dan vino a mis pensamientos.
En especial aquella platica en la que decía que había soñado con que se perdía en medio de la nada, supo que soñaba porque los dedos de sus manos se veían borrosos.
Me puse frente al espejo donde mi reflejo estaba claro, era real. Mi cabello seguía siendo cobrizo, del mismo largo y mis ojeras permanecían allí, mis dedos no se veían borrosos.
Todo era real.
No estaba soñando.
Me dejé caer en la silla y cerré mis ojos, masajeé mis sienes mientras acomodaba mi nuca en la parte trasera de la silla. El reloj de la pared marcaba las cuatro de la mañana, otro índice que solo me decía que no estaba soñando.
ESTÁS LEYENDO
El chico de los ojos verdes
FantasíaUn ángel caído, y una profecía que está a dos pasos del abismo.