45 • Here Goes Mine

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Jake me ha hecho sentir feliz con sus palabras. Tan feliz que por un segundo incluso sonrío muy genuinamente porque me alegra estar en presencia de alguien que sabe apreciarme.

Durante el resto del camino dejo mi mano descansar en su muslo y me pongo a platicar con él sin problemas, pero mi uña índice de la mano izquierda está golpeando rítmicamente la ventana de mi puerta y no puedo parar.

... 540, 541, 542, 543, 544, 545, 546, 547...

—Llegamos, Mid —me avisa Jake unos momentos después y abre la puerta para salir, pero todavía no estoy lista. Levanto una mano para que me espere y sigo con lo mío. 578, 579, 580...— ¿Qué esperas?

Jake pierde la paciencia cuando no obtiene ninguna respuesta y sale del auto, cerrando su puerta. Le pongo seguro a la mía para que no la abra y sigo golpeando más fuerte. 597, 598, 599, 600.

—¡Listo! —exclamo y salgo del auto, tomando la mano que Jake extiende para caminar juntos hacia la entrada. Su casa es grande, blanca y bonita— ¿Vives solo?

—Vivo con mi tía pero ella llega tarde, no te preocupes —contesta con una sonrisa y aprieta mi mano. Nos toma 13 pasos desde el auto hacia la puerta de entrada y luego cuando entramos, mis nervios empiezan a brotar. Levanto mi mano para deshacer la cola de caballo que traía y masajeo mi cuero cabelludo porque pica. Todo en mi cuerpo pica y yo solo quiero gritar— ¿Mid?

—¿Cómo puedes vivir en este desorden? —pregunto, cubriendo mi cara en lugar de rascarla y tomando fuertes respiros. Necesito un té de alcachofas como el que me hacía mi abuela para calmarme en momentos así.

A pesar de lo mala que era conmigo y lo atrapada que me sentía viviendo con ella, siempre supo como hacerme sentir mejor.

—Eh... no está tan sucio.

—No está sucio, pero está todo mal. Todo, todo mal —me quejo y bajo mis manos a rascar mi cuello. Camino a su sala y reacomodo los sillones de la sala con dificultad hasta que hay uno recargado en cada pared y no todos sobrepuestos en el mismo maldito espacio ¿Quién decoró esté estúpido lugar? Está todo mal proporcionado— dame diez minutos y arreglaré todo.

—No es necesario, Midnight. En serio —pone sus manos en mis hombros e intenta empujarme suavemente para que siga caminando, pero me sacudo y me salgo de su agarre— ¿Estás bien? Tienes una mirada rara.

—Estoy bien, solo necesito acomodar... ve a tu habitación y espérame ahí —ordeno y ruego al mismo tiempo. Jake se queda unos segundos parado donde mismo solo viéndome, luego toma un fuerte respiro y asiente, dándose por vencido y empezando a caminar hacia el pasillo.

Esos diez minutos que erróneamente calculé se convierten en dos horas ordenando esta casa. Jake se queja varias veces y empieza a perder su paciencia, pero no puedo dejar a medias algo que ya empecé.

Además, solo he logrado pensar mínimamente en mi situación actual mientras estoy acomodando, así que técnicamente estar en constante movimiento y constante actividad mental y física me están siendo de extrema ayuda.

Jake tiene 25 retratos con fotos, los cuales acomodé de mayor a menor tamaño en un mismo lugar para que la gente pueda verlos al mismo tiempo y no tenga que andar merodeando por la casa para encontrarlos. La mesa redonda del grande comedor tenía 7 sillas, pero me deshice de una porque ya sabemos cómo me siento respecto a ese número. Hay 8 vasos largos en su cocina, 12 tazas, 15 platos planos, 14 platos hondos, 14 platos para postre, 46 cucharas y 32 tenedores. Habían 29 pequeños imanes pegados en el refrigerador pero no eran suficientes. Busqué por todos los cajones hasta que encontré 21 más y luego acomodé los 50 imanes tan bien distribuidos que me hizo suspirar.

#OUTSIDERS Donde viven las historias. Descúbrelo ahora