capítulo 17

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" Nadie como tú, que sabés medir como hacer mi sangre arder hasta hervir; es que sólo tú me hacés sufrir casi tanto como me haces reir.
Mi talón de aquiles eres tú, es mejor que me aniquiles a cargar con está cruz".


Bruno aparcó frente a una enorme casa,bueno, mansión. Sabía que el señor Alessandro tenía gustos refinados y que podría darse el lujo de tenerlos pero esa casa era muy extravagante.

O tal vez sea por hecho de que yo nunca había estado en una parecida, tenía forma de castillo y una arquitectura increíble. Entramos al interior de la "casa" obviamente yo detrás de Bruno puesto que no sabía siquiera donde quedaba la entrada.

El camino a la que supuse era la entrada principal, era simplemente hermoso, flores a cada lado dándole ese toque de sofisticado y elegante.

El interior era aún más increíble, los muebles, la decoración.

¡Joder ha esto llamaría mamá  una casa bonita!.

Mi vista estaba posada en un enorme cuadro que había en la sala estaban Bruno y su padre.

Bruno se acerco a mí de forma sigilosa, me arrinconó contra una de las paredes. Tomó mis manos y las colocó sobre mi cabeza.

Lo observé sorprendida.

— No sabes obedecer.— Susurró aprisionando su cuerpo contra el mio.


Traté de controlar mi respiración, era estúpido que con una sola acción de su parte todo en mí se descontrolara y lo peor es que eso me gustaba, su actitud, su roce, todo en él me gustaba y excitaba de una forma inigualable.

—  De...— Sentí mi garganta seca al mirar sus ojos .—¿ De qué hablas?.


— De tus amoríos con Eric.— Sus ojos estaban sobre mí, su mirada estaba llena de ira, por unos segundos llegué a sentir cierto ápice de miedo.—No sabes obedecer, sigues con él... Dejas que te toque, que te abrace, todo frente a mis narices.


No pude evitar sonreír, de alguna manera sus palabras llenas de celos me hacían sentir algo feliz y eso significaba que en cierta forma yo le importaba.

— Bruno, Eric es importante para mí. Es mi amigo.— Susurré en forma de excusa.

— No quiero que estes cerca de él.— Aumentó su agarre sobre mis caderas.—  Tu eres mi...

Silencio.

Lo observé esperando que terminara la frase, esperando que dijiera que soy, pero en cambio sólo hubo silencio.


— ¿Soy qué?— Me atreví a preguntar.



Sus ojos me observaban, mientras que su agarre sobre mis manos aumentaba. Tanto que empezaba a lastimarme.


— ¿Soy qué?.— Volví a preguntar, estaba reteniendo las lágrimas.

Es posible que el silencio fuera la mejor respuesta, púes como dicen por ahí: *no preguntes cosas que no quieres escuchar*.

Su cálido aliento chocaba en mi rostro, nuestras respiraciones agitadas, nuestras miradas conectadas; la ansiedad de esperar una maldita respuesta que al final no llegará.

—  Sabés que soy Bruno.— Rompí el incómodo silencio, suspire.— soy nada para ti.

Negó con la cabeza.— No digas eso cara.

—  ¿Soy tú novia?.— Pregunté.

Levantó el rostro para conectar nuestras miradas, había confusión en ellos ante  mi pregunta.

— ¿ Qué...?.

— ¿ Lo soy?.

— No.— Respondió sin expresión alguna.


Mis lágrimas amenazaban con salir pero las retuve, necesitaba escucharlo tenía que saber mi posición, estar segura de...  ¡¿ Dónde carajo estoy?!

—  ¿Soy tú... Mujer?.— Pregunté está vez.


Sí, soy una masoquista; El calor de su cuerpo se alejó del mío, tuve que apoyarme sobre un mueble porque sentí mis piernas fallar.


— ¡ Demonios, Fara!.— Gritó.—  ¡No eres mi novia, ni mi mujer, no lo eres!... ¡Joder, ni siquiera yo sé quién soy, o porque quiero estar contigo.

Pasó las manos por su cabeza, des alborotando su caballera negra.

—  No quiero una relación, no quiero la típica historia cliché.— Caminó dándome la espalda.—  No quiero formalidades como conocer a tu familia, ir de la mano por la calle. Prometerte fidelidad, decir que te amo porque nunca lo he sentido ni por ti, ni por nadie...  Hay miles de mujeres en el mundo y yo no quiero, ni tengo porque aferrarme a una... Yo no te puedo prometer estabilidad, amor, compromiso, yo sólo sé vivir el hoy, el ahora, y en este momento quiero que estés conmigo sin compromisos, ni ataduras de ningún tipo.

La verdad suele pegarnos duro, mejor dicho nos hace añicos sin consideración ni remordimientos. Y para nuestra mala suerte eludirla no resuelve nada, sólo anestesia el dolor; Pero es la verdad, nadie dijo que sería hermosa o como la deseáramos, está es mi verdad.

No le importo en lo absoluto, no soy más que un juego de varias noches, una estúpida a la cual va a usar y cuando quiera me desechara.


— Sin compromisos, ni ataduras.— Repetí sus palabras en un susurro.

—  Sé que no es lo que quieres.— Se volteó volviendo a darme una vista de su rostro. —  Pero no puedo mentirte, sólo será sexo... Es sólo sexo.


Sus palabras sólo aumentaron el dolor en mi pecho. ¡Mierda, mierda y más mierda!, soy la invesir más grande del mundo; ¿ en qué momento me convertí en un maldito objeto sexual?, ¿en qué momento decidí auto destruirme?.



Sin darme cuenta las lágrimas estaban sobre mi rostro, Bruno se acercó a mí y comenzó a secarlas.

Levanto mi barbilla y me besó, mis piernas temblaron y mí cuerpo se sintió flotar, correspondí a su beso por inercia, acercando nuestros cuerpos otra vez. Nuestros labios se unieron y nuestras lenguas jugaban como si sé conocieran de toda la vida.


Me separé, necesitaba aire, respirar, alejarme de aquel Dios griego que me estaba destruyendo.


Me alejé de él, tomé mi cartera y giré sobre mis talones. Tenía que salir de ahí o de lo contrario terminaría por convertirme en lo que más odio. Una mujer sin dignidad, sin valor hacia si misma, sin autoestima y lo peor... Sin amor.

—  Yo...— Detuve mis pasos, dándole la espalda como él lo había hecho hacía unos minutos conmigo, respiré un segundo.— No puedo, esta no soy yo.— Señalé mi cuerpo aún nervioso.— Esto es destructivo para mi... Adiós Bruno.




Paty cantu- Rompo contigo.

AMORES QUE MATAN ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora