capítulo 22

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Obstinado, sí, Bruno era un jodido obstinado. Me obligo a ir hasta el hospital y cuando digo que me obligo lo digo literalmente, inclusive me había ayudado a vestirme, aunque eso último si me gusto. Gracias a ello descubrí que toda la ropa del closet era mía, sí, Bruno me la había comprado porque estaba seguro de que pasaríamos el fin de semana juntos... Sí, ese hombre tiene un gran ego.

Él doctor estaba terminando de  revisar mi tobillo, había colocado una gaza alrededor de esté.


—  Con esto bastará— masculló el doctor terminando de colocar la gaza sobre mi  tobillo.

No es que yo fuera una especie de pervertida y menos teniendo a Bruno a metros de mí, pero había que reconocer que el doctor que por suerte me había tocado era bastante apuesto además de atento.

—  Gracias— traté de levantarme pero aún me dolía bastante.

— Eh, tranquila—  el doctor me ayudo a apoyar el pié—.  Necesitas reposo para que sane pronto, así que no hagas estupideces como esta— dijo esto último refiriéndose a mí intento de levantarme—.  No quiero que una chica tan hermosa como tú quede coja de por vida.

Me ruboricé—. ¿Puedo quedar coja?— pregunté algo asustada, que digo, muy asustada.

El doctor rió abiertamente ante mi pregunta, mientras me ayudaba a caminar a paso lento.

— Claro que no, pero si puedes tardar mucho más en sanar si no tomas reposo.

— Gracias, doctor— dije una vez habíamos llegado al pasillo en donde estaba Bruno esperando a por mí.

— Daniel, llámame Daniel... Y por favor no me trates de usted, no creo ser tan viejo—.  Susurró con una sonrisa ¿coqueta?.

— Daniel—  repetí divertida.

— ¿Fara?.

Reparé en Bruno que estaba frente a nosotros, parecía estar enojado. Su mandíbula estaba apretada y su ceño ligeramente fruncido, sonreí al verle pero creo que él ni cuenta se dio;  sus ojos estaban fijos sobre las manos de Daniel que estaban sobre mis caderas.

— Eh... Doctor—  Sonreí de lado al recordar—.  Daniel, él es Bruno...


— Su novio— dijo Bruno interrumpiendo abruptamente mis palabras.





POV BRUNO

Consulte mi reloj por quinta vez, eran las 01:45 A.M. Fara tenía más de una hora ahí dentro, la preocupación se adueño de mí. Quizá no  era una simple torcedura, es posible que fuera una ruptura y esa fuera la razón de su tardanza.

Me levanté del asiento en el cual estaba, odiaba los hospitales desdé niño, el olor a medicina, hierro, inclusive a sangre todo eso me hacía querer vomitar. Pero en ese momento mi única preocupación era Fara, creo que mis complejos podrían esperar.


Escuché una risa conocida, giré en dirección al pasillo en donde antes me encontraba sentado. Sentí la sangre subir a mi cabeza y todo mi cuerpo se tensó ante aquella risa; caminé por el pasillo hasta llegar ante la dueña de dicha risa, estaba tan centrada en coquetear con el invesir que tenía al lado que ni siquiera reparó en mi presencia.


Apreté los puños ante aquella imagen tan deplorable, no pude evitar sentirme enojado.

—¿ Fara?—. Mencioné su nombre, mis ojos se posaron en las manos del idiota que estaba junto a ella, las tenía sobre las caderas de mi chica y ella, bueno, ella estaba más que cómoda.

Ella me sonrió abiertamente al verme, opté por ignorar eso. Mi vista estaba en un solo lugar, en las manos de ese hombre sobre ella.

— Eh... Doctor—. Masculló, se detuvo mientras sonreía de lado—.  Daniel, él es Bruno...

Arqué laa cejas ante aquella demostración de confianza. Hacía menos de una hora que lo había conocido y ya lo trataba como si fueran íntimos amigos, mi enojo aumento y con ello mis ganas de romperle la cara a ese invesir, mojigato, vestido de doctor.

— Su novio—.  Agregué interrumpiéndola.

Fara me miró un tanto sorprendida mientras tomaba distancia del *doctor*, fijé mi mirada en el hombre a su lado, sonreí al ver el rostro de este.

Era obvio que le gustaba Fara y eso me hacía sentir furioso de sobre manera pero al menos había logrado mi objetivo... Marcar mi territorio.

Bruno uno, doctor mojigato cero.

AMORES QUE MATAN ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora