Capítulo 59

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Damián

Me temblaban las manos del coraje, aún tenía la mano roja de los golpes que le di a Claudia, no sabía cuántos le di, ella estaba en el suelo, ni siquiera se quejaba, Luna e Ian me miraban sin hablar, yo trataba de tranquilizarme.

– ¿¡CÓMO PUDISTE SER CAPAZ DE HACERNOS ESTO!? ¿¡DE VENDERNOS DE ESTA FORMA!? ¡Y TODO PARA CONSEGUIR GENTE! ¿QUÉ NO ERES LO SUFICIENTEMENTE LISTA PARA CONSEGUIR TODO POR TU CUENTA? AH CLARO... YA COMPROBÉ QUE ¡NO! –gritaba mientras escuchaba como querían abrir la puerta de metal.

Luna se levantó y fue hacia la puerta, en ese momento corrí para interponerme en su camino.

-¿¡A dónde vas!? Nos matarán por tu culpa, ¡Todo siempre por tu culpa! –Grité de nuevo, ella volteo a verme con dolor en sus ojos, caí en la cuenta de mis palabras y me sentí culpable- perdón Luna... no quise decir eso.

–Katia está a fuera, necesita nuestra ayuda –en el momento en que abrió, alguien cayó al piso, junto con muchas balas volando alrededor... ¡Oh no!

– ¡KATIA! –me arrodille, mientras sentía algo caliente correr en mi espalda.

–Dimitri y Victoria se fueron –dijo levantándose, sosteniéndose el brazo lleno de sangre mientras me jalaba detrás del escritorio para cubrirnos, me miro de manera significativa– Tenemos que actuar rápido.

­– ¿Cuál es el propósito de esto? –pregunté ya cansado de la situación, ella volteo a ver la habitación y posó la mirada en Luna, quién junto con Ian, disparaban a cualquiera que entrara a la habitación, policías y asesinos dispuestos a llevársela.

Reparé en Claudia aún en el piso, cubriéndose con un librero, disparando mientras las lágrimas caían de sus ojos, se me hizo algo increíble que tuviera tanta fuerza de voluntad, aunque nada de inteligencia.

–Tú sabes quién y cuál es ­–me miró, sacándome de mis pensamientos.

–Pero ya lo cumplí –suspiré- Ya le destroce la vida a Liam, ya no puedo hacer más, además, mi meta se ha cumplido, y ahora que lo pienso, creo que no tiene sentido –volví a suspirar volteando a ver a Luna.

En ese momento alguien me tomó del brazo y sentí como se quemaba mi garganta al tener un cañón ardiente listo para disparar, nos agarraron a los 5, nos sacaron del cuarto y nos pusieron en fila.

Vi como parte de la escalera estaba en llamas, con varios cuerpos ardiendo con ellas, demasiados cuerpos de policías en el piso, no sonaban sirenas, aunque sabía que era cuestión de tiempo antes de que vinieran más refuerzos, delante de nosotros estaban un grupo de aproximadamente 15 personas.

–Esto se terminó, denle las gracias –dijo alguien que conocía perfectamente: Matthew, señaló a Claudia con la cabeza– No tiene por qué acabar así, ya les dije, denos a la chica y ustedes serán libres de irse.

Yo suspiré por tercera vez en el día, era obvio que Liam no se iba a atrever a venir, era un cobarde, pero no podía decir lo mismo de su hija, Luna era fuerte, aunque ahora con lo de su enfermedad, la veía deteriorarse cada vez más físicamente, aunque en sus ojos aún podía notar el fuego que se despierta con la sed venganza, y eso lo admiraba, y me arrepentí solo por unos segundos de todo lo que pasó en estos años.

­Antes de que pudiera hablar, vi como alguien daba un paso al frente y traía consigo a alguien del cabello.

–Isabella... –dijo Ian.

– ¿Sabían que ella trabajaba con la policía? La encontramos dialogando con uno hace rato, no quisimos matarla sin...

Se escucharon varios disparos, algunos cuerpos cayeron al suelo mientras veía como Ian corría hacia Isabella, que recibió varios disparos antes de caer al piso.

Una Hermosa MentiraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora