Capítulo 31

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Claudia 

Desperté como en una… bodega pequeña, no recordaba otra cosa mas que a Beth Lorain acercándose a mi y alguien tapándome la boca con amoniaco por atrás

Genial, ya me lo esperaba, así que no me sorprendí  mucho que digamos, alguien se acercó a mí y se quitó el pasamontañas… Matthew, yo solo sonreí irónicamente, lo mire sin decir nada.

–Pensé que te sorprenderías –dijo, para mi sorpresa, sin ningún tipo de sarcasmo en su voz, yo rodé los ojos.

– ¿Qué quieres Matthew? –Le dije suspirando y sin dejar de verlo.

–Solo platicar –Rió un poco, agarre la pistola que traía en el pantalón, que por fortuna no me quitaron.

–Pues yo no tengo ganas de hablar contigo –Le apunté, el solo se dio la vuelta, ya que se había puesto de espaldas a mi, me miro serio para después sonreír y mover la cabeza con ironía, fue fácil, corrió hacia mi tan rápido que apenas y me di cuenta, me subió lo brazos para dejar la pistola arriba y me azoto contra la pared, mi respiración se agito y mi corazón parecía maquina de vapor.

Solo nos miramos a los ojos y constantemente volteaba a ver sus labios y el los míos, no dijimos nada, nuestra sensaciones hablaban por nosotros.

El impulso fue mas grande que mis ganas de mantener el orgullo a tope, de no perder el control frente a el.

Tire la pistola al piso y puse mis manos en sus mejillas para después en un instante posar mis labios en los suyos con algo desesperación a decir verdad, el me tomó de la cintura para pegar mi cuerpo mas al suyo, posó sus labios en mi cuello agarrándome del cabello, jalándolo.

Mis manos se posaron en su espalda y con un movimiento rápido le quite la camisa.

Poco a poco nos fuimos desasiendo de lo que nos estorbaba en ese momento.

Hasta cierto punto nos tratábamos con algo de coraje, con agresión, pero eso la hacía mas excitante, me lastimaba y yo a el, era un tipo de sadomasoquismo, me hacía mentirme a mi misma al grado de jurarme que no lo amaba, me hacía sufrir haciendo creer que el tampoco sentía nada por mi.

Me hacía reír y a la vez llorar, cada instante que acariciaba su piel, por cada momento que lo deseaba mas me daba cuenta de que ese amor que le tuve jamás desapareció, solo lo moví de mi alma dejándolo a un lado para que el deseo de venganza tomara su lugar.

Sus movimientos, sus caricias, sus besos, me gritaban que el pensaba lo mismo que yo.

La pasión, el deseo, el amor, el coraje, la tristeza, la alegría, la duda… Todo quedo demostrado en ese instante.

Y me di cuenta de que todo este tiempo estaba viviendo en una hermosa mentira.

La cual me repetía todos los días desde que me uní a los Rochester.

“No amo a Matthew Hamilton”… Como dije, una hermosa mentira disfrazada de odio… Tan hermosa que me hizo creerla.

Conforme el tiempo pasaba, solo la luz de la luna nos acompaño en esa noche donde todo quedo al descubierto.

Luna

Abrí los ojos y lo primero que vi fueron esos ojos azules viéndome con algo de preocupación  y a la vez felicidad, yo solo me limite a sonreír.

–Hola dormilona –Me dijo alegre mientras me agarraba de la mano

–No fue mi intención –reí un poco.

–El punto es que despertaste, eso es lo importante.

Nos quedamos platicando un tiempo bastante largo, sin decir nada en realidad solamente cosas sin sentido, pero me encantaba oír su voz.

Después de un momento se quedo dormido en la silla, yo me quede viéndolo mucho tiempo.

Me empecé sentir algo inquieta y no se porque, me levante de la camilla, algo me decía que esta noche sería larga, agarre la ropa que estaba ahí, y me la puse, aún me sentía un poco débil, pero no podía quedarme con ese sentimiento, eran mas de la 1 de la mañana y el hospital estaba totalmente vacio…

¿Ósea que si alguien se muere en medio de la noche nadie se entera?  Es probable.

Seguí caminando, no traía mi pistola y eso me ponía aún mas nerviosa, esto parecía un hospital abandonado, entre a una habitación, y había… Alguien ahí… Fruncí el ceño.

– ¿Quién eres? –Le dije, era una mujer, sin embargo no podía verla por que la tapaba la sobra de la cortina, me estaba apuntando con una pistola, pero al oír mi voz la bajo y se acercó a mí– ¡¡Katia!!

–¡¡¡Luna!!!  –Corrimos a abrazarnos las dos, fue un abrazo que creo que las dos necesitábamos– Dios, ¡perdóname! No quise que esto pasará jamás, fui una tonta, no debí haber hecho nada de eso, no debí exponernos, en serio perdón… –Las lagrimas empezaron a salir mientras sus palabras se ahogaban en sollozos.

– ¡Shhh! ¡Katia! –La agarre de los hombros e hice que me viera a los ojos– Tranquila, no fue tu culpa, ya paso… ¡No pienses en nada de eso! –Le sonreí y la abrace aún más fuerte.

En ese momento se escucho una alarma, y todo paso demasiado rápido, se escucharon 3 disparos y gritos por todas partes, nosotras nos volteamos enseguida, ella me dio la pistola y agarro otra de debajo de la almohada.

En ese momento entraron dos personas a la habitación… Damián y Jared.

–¡¡Chicas!! ¿Qué hacen levantadas? –Nos preguntó Damián, en ese momento alguien apareció atrás de ellos, apuntándoles, nuestra reacción fue aventarlos al piso.

–¡¡Abajo!! –gritamos las dos y caímos al suelo junto con ellos, el chico disparo y los balazos dieron en la ventana quebrándola por completo, yo le disparé y cayo muerto, en ese momento alguien dijo mi nombre.

–Luna Allison Mallete…

Una Hermosa MentiraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora