Decisiones

Capítulo VII

No podía concentrarme en la escena de baile que tenía que hacer por lo que terminaba cayéndome cada cinco minutos, frustrando cada vez más a Ben.

–¡Vamos Vicky! No tenemos el presupuesto para estos errores, sé que lo puedes hacer mucho mejor, no me hagas cortar otra escena por un error como ese.

Me lleve las manos a la frente para limpiarme el sudor y asentí a todo lo que Benedict decía hasta que finalmente logré la escena.

–Hey Vicky.

Escuché a Michael hablar, pero no tenía mucho ánimo de responderle.

–¿Qué pasa?

–Todos van a ir a un club esta noche, todo tranquilo, o bueno eso fue lo que nos advirtió Benedict, ¿quieres venir con nosotros?

Negué con la cabeza mientras me secaba el sudor del cuello con una toallita.

–No, lo siento Michael, hoy llegan Rose y Tome y quisiera estar con ellos.

Pude ver como su rostro sonriente se ensombrecía durante un segundo, aunque casi de inmediato regresó la sonrisa a su rostro.

–Está bien, está bien. Bien, espero verte mañana.

–Michael, tenemos que hacer como diez escenas mañana, claro que nos vamos a ver.

Me miro con una sonrisa burlona y se despidió.

Mi celular vibró en mi mano mientras subía al auto, regrese a ver a Becky quien me miraba sin entender que era lo que me tenía tan nerviosa y agradecí que ella no fuera de aquella que preguntan todo.

–Vicky, ¿quieres que conduzca más despacio para que puedas descansar un poco antes de ver a tu familia?

Negué con la cabeza, entre más rápido hiciera esto mejor. El celular vibró de nuevo pero no quería contestar, me sentía muy nerviosa para hacerlo. Cerré los ojos un momento para tranquilizarme y cuando menos me di cuenta ya me había quedado dormida.

–Vicky despierta, ya estamos en el hotel.

La voz de Becky me hizo saltar un poco.

–Pensé que no quería dormirse.

Negué con cierta frustración, tallando mis ojos para despertar.

–De todos modos conduje rápido, supuse que ya estarías desesperada por ver a tu familia.

–Sí gracias. Nos vemos mañana Becky.

–Nos vemos mañana.

En cuanto baje del auto me sentí completamente exhausta. Subí al ascensor sintiendo en cada piso que avanzábamos más culpa y cansancio caer sobre mis hombros. Camine por el pasillo hasta mi habitación con una pesadez inhumana.

Abrí la puerta con miedo, pero fui recibida por un gran abrazo de mis dos personas favoritas en el mundo.

–¡Mamá!

Cargué a Rose para darle un beso en toda su pequeña carita y sentía que había crecido demasiado en todo aquél tiempo en el que no la había visto.

–¡Mira que grande estas!

–¡Lo sé!

Grito ella con una emoción que me contagio de inmediato.

–¿Dónde está papá?

Tomo dos de mis dedos con su pequeña manita.

–Está en la habitación, ven, ven, tenemos una sorpresa para ti, te extrañamos mucho.