Capitulo 4

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El taxi no tardó en detenerse y cuando bajamos había un pequeño restaurante de comida italiana.

-¡Oh por Dios! –Comida italiana, se me hizo agua a la boca y sentí un tornado en el estómago.

-¿No te gusta? Podemos ir a otro lado…

-No, no, fue un grito de emoción, me encanta la comida italiana.

Asintió enérgicamente y me miró emocionado.

-¿Qué vas a pedir? –me preguntó. Los ojos me brillaron al leer pizza en el menú.

-¡Pizza! –grité como una niña pequeña, haciéndolo reír. ¡Diablos! Las razones por las que Michael pensaba que yo era una inmadura se hacían más claras. No pude evitar suspirar de nuevo al recordarlo.

-Ah Victoria, daría lo que fuera para saber quién se atrevería a rechazarte.

Me sonroje un poco y sonreí. La pizza llegó y la mesera se quedó un poco más de la cuenta mirando a Tom, él se dio cuenta y regreso a verla con una sonrisa.

-¡Por dios si eres tú! –gritó la mesera, Tom rio un poco y la gente regresó a vernos. Tom le firmó una servilleta de papel a la mesera y ella se fue prácticamente hiperventilando, Tom volvió a su pizza y no pude evitar reír.

-Team Loki –dije levantando el puño, y antes de que el respondiera, otra fan lo interrumpió, la multitud comenzó a acumularse a nuestro alrededor. Me le quedé viendo con cierta adoración, mientras el posaba con los fans y decía algún comentario para hacerlos reír, ahí estaba yo, la desconocida Victoria.

Hace un año estaba viendo las películas de Thor y jamás hubiese podido imaginar que algún día terminaría cenando con el mismo Loki. La gente se fue moviendo después de un rato.

-Realmente siento eso, preciosa -¡PRECIOSA! Mi humanidad grito excitada.

-Está bien, aunque ha sido un poco intimidante ¿Cómo lo haces?

-¿El qué?

-Ser tan lindo.

Me mordí la lengua con fuerza ¡Dios! ¡Qué vergüenza! Escuché su risa y pude sentir como mis mejillas se sonrojaban

-No sabía que era lindo –respondió levantando una ceja, le dio una mordida a su pizza y frunció el ceño.

-La pizza se enfrió.

-Represalias por ser tan lindo.

-No sabía que debía ser castigado por ser lindo.

Una sonrisa juguetona apareció en su rostro.

-Vamos, sabes que eres lindo –negó con la cabeza, divertido –No puedes andar por el mundo haciendo gritar a mujeres o lograr que caigan a tus pies con tan solo guiñar un ojo.

Me miró y acercó su rostro un poco al mío

-¿Qué?

Lo sentí tan cerca de mí, que por unos segundos me perdí en sus ojos azules.

-No todas las mujeres, al parecer.

Le dio un mordisco a su pedazo de pizza y yo pude respirar al fin.

La gente nos miraba, y nos dimos cuenta de que un pequeño grupo de personas comenzaban a acercarse a nosotros.

-Vamos a mi casa, nos terminamos la pizza allá ¿Te parece?

Se lo dije sin pensarlo dos veces, quería aprovechar que Jennifer no estaría para que no pudiers avergonzarme frente a el. El asintió un tanto nervioso y pido la cuenta. Las personas se acercaron para tomarse fotos con él, y pude notar que su rostro había cambiado, se veía algo frustrado ahora.

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