Decisiones

Capítulo 34.

-¡Hola! 

Grité en cuanto pude recuperar la voz. Se veía demasiado guapo, con su camisa blanca preferida, el cabello un poco corto pero aún así dejaba ver su cabello rizado y castaño. 

-¿Trabajo o vacaciones? 

-Trabajo. 

Me apresuré a decir. 

-Pero, iba camino a recorrer el lugar, es mi...

-Tu primera vez en París, si, lo recuerdo. 

Me dijo con una sonrisa que provoco que me sonrojara, que recordara ese tipo de detalles me hacía sentir ligeramente acalorada. 

-¿Y tú, estas aquí por vacaciones ó trabajo? 

-Trabajo. 

Respondió con una sonrisa. Claro, se me olvidaba que él era todo un hombre ocupado. 

-Entonces supongo que te veré después. 

Dije y pude ver como la sonrisa se borraba de su rostro. 

-Victoria, espera, dejame hacer unas cuantas llamadas y tendré la tarde y noche solo para ti. 

Sonreí y asentí levemente, me puse los audífonos para darle un poco de privacidad a Tom, me di la vuelta y escuche la voz de Mélanie Laurent. 

-Listo. ¿Nos vamos? 

-¡Vamos! 

Dije tan emocionada como una niña de cinco años en Navidad, era mi primera vez en Paris y era a lado de Tom, sentí cierto cosquilleo en el estómago. 

Caminamos por varios lugares mientras Tom me explicaba cierta historia de alguno de ellos o me traducía lo que los letreros decían, debía admitir que era demasiado encantador escucharlo hablar en su perfecto francés, no podía más que quedarme embobada mientras lo escuchaba decir palabras como "Merci" o "Comment ca va".

-¿Aún falta mucho para la torre? 

Pregunté cuando sentía que los pies me punzaban, no entendía cual era su placer perverso en hacerme caminar y no dejarme tomar un taxi. 

-Esta a solo dos calles más. 

Refunfuñe un poco. 

Caminamos y caminamos hasta que finalmente ahí estaba... frente a la torre Eiffel. Una lágrima cayó por mi mejilla mientras juntaba mis manos y las llevaba a mi barbilla con una cara de emoción que tal vez nunca había hecho. 

-Victoria, ¿estas bien? 

Asentí y me limpié las lágrimas rápidamente. 

-Es solo que nunca pensé que llegaría a donde estoy.

Me tomo suavemente de las muñecas, quedamos frente a frente, se agachó un poco para que su rostro quedara frente al mío. 

-No puedo creer que puedas dudar de ti misma, no entiendo como es que no ves lo especial que eres. 

Me acarició la nariz con el dedo, lo mire con una sonrisa, nunca había nadie como Tom que lograra hacerme sentir tan especial.

-Entonces vamos. 

Lo tome del brazo para que me guiara. 

Subimos por las enormes escaleras mientras yo me maravillaba de toda la estructura que veía a mi alrededor. Llegamos al primer piso y observé con la boca abierta la vista desde aquél piso. 

-¿Te gusta? 

Preguntó Tom, quería responder pero la vista me había robado la voz, se podía ver practicamente todo Paris.