Capítulo 32.

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Caminamos durante unos cuantos minutos en silencio. Mire de reojo su mano, y parecía debatir consigo mismo algunas veces en si debía tomar la mía o no. 

-¿Y... qué tenías planeado que hicieramos a las cuatro de la mañanana? 

Le dije cuando sentí punzadas en los talones debido a los tacones. Se acaricio la barba y se rio. 

-No lo planeé muy bien si he de ser sincero. 

Me reí y finalmente yo tome la iniciativa de tomarle la mano, tome desprevenido porque pude ver que se ponía un poco nervioso. 

-Sabes, conozco una heladería que esta abierta a estas horas. 

Le dije intentando relajarlo. 

Me miro sonriendo y caminamos hasta la famosa heladería. 

-¡No puedo creer que haya una heladería abierta a estas horas! 

Dijo él mientras lamía su helado de vainilla. Lo mire, estaba a punto de lamer mi helado cuando se me cayó al suelo. Michael estalló en una carcajada y lo mire un tanto ofendida. Le di un golpe en la mano y se le cayó también. 

-¿Por qué hiciste eso?

Preguntó mirando su helado en el suelo, no pude evitar reírme hasta que me dolío el estómago, el me miraba intentando lucir serio pero parecía esconder una sonrisa. 

Lo mire más de cerca y pude notar que tenía un poco de helado en la barba. 

Estiré la mano para limpiarlo. 

-Te dejaste la barba... 

Dije en voz baja, me miro con una sonrisa mientras le limpiaba el resto del helado. 

-Dijiste que te gustaba. 

-Me gusta, si. 

Me sonrojé ante la idea de que el hiciera ese tipo de cosas por mi, o de que recordara cosas que yo le había dicho sin pensarlo. Había terminado de lipiarlo pero aún así seguí acariciando su mejilla, el tomo mi mano y me beso los nudillos, uno por uno. 

-Ahora yo tengo una idea. 

Dijo después de los besos.

-Yo te sigo. 

Sonrio, y no sé porqué pero tuve la sensación de que no me refería solo a aquél momento. 

-¡¿La playa?!

Dije en un gritito, el me tomo de la mano e intento hacerme caminar en la arena. 

-Vamos, necesitas broncearte. 

-¿Eres consciente de que no hay sol y de que uso zapatos que miden practicamente un metro y un vestido prestado que Anne me mataría si lo llegara a arruinar? 

-Mujer de poca fé. 

Se acercó hasta mi, se agacho un poco y se señaló la espalda. 

-Quitate los zapatos y sube. 

-¿Qué? No puedes con mi...

-¡Sube! 

Comencé a quitarme los zapatos, lo mire sin poderlo creer y me subí en su espalda, me cargó sin ningún problema, parecía que yo no pesaba ni un poco, o al menos eso aparentaba, me quito los zapatos y los cargo él. Mientras me cargaba lo abracé del cuello, sentía sus manos sobre mis piernas y un cosquilleo sin control atacó mi estómago. 

Cuando parecía que estabamos muy muy alejados de todo, me dejo bajar de su espalda, se quito el saco y lo puso sobre la arena para que yo me sentara. Se sentó a mi lado puso su brazo alrededor de mis hombros y comenzó a acariciarme el brazo. 

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