Decisiones

Capítulo 28.

Llevaba dos días en casa de Ben, después de una llamada que había durado practicamente unas tres horas, definitivamente necesitaba hacer más amigos para dejar de molestarlo un poco, pero en aquél momento poco me preocupaba mi falta de amigos, mi celular no había dejado de sonar, era Tom, también tocaban más de seis veces la puerta, por lo que supuse que Tom ya sabría en donde estaba, pero no tenía el valor de abrirle la puerta o contestar alguna de sus llamadas, ni siquiera podía levantarme de la cama, tenía la misma ropa que llevaba desde que había salido de casa de Tom, pero no me había molestado en bañarme si quiera. 

Escuche el sonido de unas llaves abriendo la puerta, me levanté, imaginando que sería Benedict. 

-¡Benedict!

Grité, pero era Martin Freeman en la puerta, dio un salto al escucharme, se llevo la mano al pecho y me apresure a tranquilizarlo. 

-¡Jesus! Vicky ¿qué haces aquí? 

Dijo intentando recuperar el aliento. No pude evitar reírme un poco. 

-Me estoy quedando aquí por un tiempo, ¿tú que haces aquí? Pensé que estarías filamando algo del Hobbit. 

Lo ayude a incorporarse, me abrazo para saludarme. 

-Sí, me dieron un tiempo para descansar, Benedict me pide que cuide su casa de vez en cuando, para que ninguna fan loca la invada ya sabes ¿y tú? Te imaginaba en casa de Tom. 

Escuchar incluso su nombre me dolía. 

-Oh, no, no, él y y yo ya no estamos juntos. 

Me mire las uñas intentando ocultar las lágrimas que amenazaban con caerme por las mejillas. 

-Oh, lo siento mucho cariño. ¿Eso significa que el compromiso se cancelo?

El compromiso, ni siquiera había pensado en el anillo que todavía estaba en mi dedo, me lo quite lentamente y lo deje sobre la mesita de noche.

-Sí, supongo que sí. 

Acaricio mi espalda, intentando consolarme. 

-Creo que Benedict tiene algo de whisky por aquí. 

Martin se levantó rápidamente, caminó hasta la cocina y volvió con una botella medio llena de whisky. Me sirvió en un vaso, también se sirvió él. Los dos nos bebimos todo de un sorbo, y de inmediato sentí la garganta seca, sacudí la cabeza y Martin me sirvió otro poco. 

-¿Puedo preguntar qué paso? 

Negué con la cabeza, no quería decirle a nadie que yo también había estado a punto de traicionarlo. 

-Tal vez en el cuarto vaso. 

Levanté mi vaso, me bebí todo de un sorbo de nuevo. 

-Sea lo que sea puede que lo puedan resolver, ustedes parecen quererse mucho, sé que él te quiere. 

Me sirvió de nuevo, mire el anillo sobre la mesita y volví a beberme todo de un trago. Comencé a sentirme mareada y con la lengua suelta como solía serlo cuando el alcohol comenzaba a afectarme. 

-¿Si tu esposa te engañara la perdonarías?

Martin abrio los ojos, me miro durante unos segundos pensando su respuesta. 

-Bueno, no lo sé, la amo demasiado, supongo que tendríamos que hablarlo mucho, discutirlo ¿eso fue lo qué paso entre ustedes?

Asentí levemente. 

-¿Lo hablaron ya? 

-No puedo escuchar su voz, me duele si quiera recordarlo, salí corriendo en cuanto me lo dijo, por eso estoy aquí, no tengo otro lugar a donde ir.