Capítulo 20. 🔥

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Nelly

Observo las manchas amarillentas que hay en el techo. Una pequeña luz se filtra de la pared a mi lado, entonces me levanto con rapidez, agarro la silla, la llevo hasta el muro y me subo en ella. Pongo mis manos en el bordo de la pequeña ventana que no debe medir ni medio metro. Estiro la cabeza; a lo lejos veo un auto de color negro, alguien abre la puerta y sale. Camina, parece tropezar. Solo puedo ver sus pies, así que no es mucho lo que se puede avizorar. Fijo la vista en la otra casa, pero solo es el costado de ella; hay unas fuentes, mucho pasto y flores.

—Maldito Seth.

Me bajo de la silla y la dejo en su lugar. Me acuesto, pero sin taparme.

Juego con mi cabello y miro la pared, luego la otra. Suspiro.

¿Cómo es que la vida da tantas vueltas? Un día estás feliz celebrando con tu novio y al otro ya estás en una habitación del horror, sin dormir, sin comida decente y peor que un animal. ¿Cómo es que la suerte te abandona y tu destino solo está entre las manos de un psicótico?

El sueño me acaricia. Tengo tanta hambre y me siento tan débil, mas no quiero la comida de Seth. Mi estómago cruje y me llevo las manos a mi cintura. Me abrazo al juntar las pestañas.

«Tal vez si duermo el hambre disminuye».

El cansancio me invade y cuando menos me doy cuenta, ya estoy dormida.

Escucho un golpe en la puerta y me sobresalto. Agarro mis piernas, cierro los ojos con fuerza. ¿En qué momento me volví tan débil y tan temerosa?

La cerradura y las otras, son quitadas. Alguien ingresa con un gemido.

—Nell... —Es la voz de Seth —. Nell, por favor —Enciende la luz.

—¿Qué?

Sigo con los párpados juntos.

—Ayúdame. —Se queja más fuerte—. Ayúdame...

Me quedo horrorizada ante la escena que tengo delante.

Su cuerpo está muy lastimado; su costado izquierdo sangra mucho, está pálido y débil. En la mano derecha que posa sobre la herida del costado, lleva un botiquín. Se acerca y se deja caer.

—¿Qué te pasó? —Me arrodillo y quito su palma de la sangrante herida—. Seth, responde.

Lo muevo, abre sus ojos y le pregunto lo mismo.

No reacciona, solo me ve.

—Te dije que iban a pagar por lo que te hicieron —musita.

Le doy unas cuantas palmadas para que no pierda la razón.

—Seth, despierta. —Empiezo a llorar—. Seth, ¡Seth! —sollozo.

Separa sus párpados con muchísima dificultad.

—Ayúdame; cose la herida de mi costado.

Abro el botiquín y vacío todo su contenido sobre el colchón.

Le quito la camisa llena de sangre. Empiezo por desinfectar las agujas, camino al baño y me lavo las manos; las cadenas suenan cada que me muevo de un lado a otro. Seth ha quedado en la orilla del colchón y su mano derecha cae sobre el suelo. Agarro un pedazo de la camiseta y la mojo en alcohol.

Limpio las heridas de sus palmas y de su cuerpo. Me aseguro que la herida esté limpia y que la sangre deje de fluir tanto. Cojo la aguja junto al hilo; empiezo a coser. En el momento que la aguja atraviesa su piel, él despierta y me agarra la mano, apretándola.

Me examina con sus orbes entrecerrados.

—Soy yo. —Su ceño se relaja—. Te voy a coser la herida.

Maldito Infierno +18 (COMPLETO, SIN EDITAR)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora