Capítulo 29. 🔥

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Camila

Corro lo más rápido que mis piernas pueden dar, doy la vuelta en la esquina, luego a la derecha y jadeo. Mi corazón late a mil por hora y mis sentidos están al máximo.

Cuando Gale llamó y dijo que Cas estaba en hospital me imaginé lo peor. La sola idea de que algo malo le pase me pone mal.

¿Desde cuando yo me preocupo por ese flacucho?

Me detengo en seco cuando veo la puerta 345. Suspiro.

Apoyo mi mano derecha en la pared mientras intento recuperar el aliento. Doy tres golpes y alguien del otro lado la abre. Mis ojos se topan con unos azules, él me sonríe y ladea un poco la cabeza.

—¿Esta es la habitación de Castiel Mayers?

Asiente.

—¿Quién es, Nate?

Esa es la voz de Cas. Me tranquiliza escuchar su voz.

—Dile que soy Camila.

—Es Camila —informa.

Escucho las risitas de Cas y Gale. Él chico me mira y sonríe.

—Joder, Nate, deja que pase.

El tal Nate abre la puerta y atisbo a Cas acomodarse mejor en la camilla. Le sonrío, pero él no me observa a la cara. Me aclaro la garganta y él levanta la cabeza.

—Nena. —Extiende su mano—. Has venido a verme.

Una sonrisa tonta se dibuja en su cara y en la mía también.

Me acerco y Gale, quien está sentado en una silla, se pone de pie.

—Bueno. —Camina hacia Nate, el cual se cruza de brazos—. Creo que nosotros mejor nos vamos.

Nate hace un ligero movimiento con la cabeza y Gale pasa su brazo por encima de su hombro.

Gale me guiña un ojo y los dos se dan la vuelta. Salen con parsimonia, mas antes, cierran la puerta.

—¿Cómo supiste que estaba aquí?

Lo encaro.

—Tengo mis contactos, Cas. —Dejo el bolso en la cama—. ¿Qué pasó?, ¿cómo estás? Habla. —Debo parecer desesperada. Y es porque lo estoy.

—Fue en la casa de Seth, llegaron muchos hombres y... ya sabes. Todo fue muy rápido, cuando menos me di cuenta, un pedazo de muro cayó sobre mi pierna. —Sonríe para mostrar su dentadura blanca.

Y esa gran sonrisa hace que se me caigan las bragas.

—¿Y Seth cómo está? No es que me importe.

—Bien, recibió un disparo en el brazo, pero tenía que quedarse en su casa para ver que nadie regresara.

—Me alegra que te encuentres bien —susurro.

Acaricio su pierna. Me pongo de pie y agarra mi mano.

—¿Por qué te vas? Acabas de llegar.

Frunce el ceño. Mis ojos suben desde su mano y recorro su brazo hasta llegar a sus ojos.

—Tengo que irme.

Pretendo zafarme de su agarre.

—Pero, ¿por qué? —Aprieta mi muñeca.

—Porque sí.

Con la mano que tengo libre quiero soltar su mano de la mía.

—No. Tú y yo tenemos que hablar —ordena.

Maldito Infierno +18 (COMPLETO, SIN EDITAR)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora