Capítulo 39. 🔥

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Nate

Minutos antes

Salgo del supermercado con todas las cosas que me ha pedido Nelly. En el trayecto de regreso, se empieza a ocultar el sol, el cual deja a su paso algunos destellos de color anaranjado en las nubes. El firmamento está abarrotado de ellas y es hermoso.

Avanzo un poco más hasta que noto algo raro, algo que no va bien con todo lo demás. Afuera de la casa hay tres camionetas negras y en la puerta hay un hombre con una metralleta bien pegada a su cuerpo, dispuesto a matar a quien se le cruce en el camino. Me bajo, no sin antes sacar la pistola que siempre llevo en la guantera, me fijo que tenga balas y me preparo.

Empiezo a caminar entre los autos que están de este lado de la calle; el tipo este se pasea de un lado a otro. Me agacho cuando se da la vuelta, me vuelvo a poner de pie y, al hacerlo, veo a Nell salir y enfrentarse a él. En este momento todos mis sentidos se ponen al cien cuando veo que le apunta con su arma en la cabeza. No voy a permitir que le haga daño. Mataré a quien sea si alguien le pone las manos encima.

Me voy a manchar las manos de sangre de ser necesario. Solo por ella.

Seth

Horas antes

Me pongo de pie y me siento en la orilla del colchón, me llevo la mano a un costado de mi abdomen. Mi costilla duele, siento una punzada, pero ignoro cualquier signo de ardor.

Agarro bien mi celular y busco el número de Cas. Sé que es precipitado, pero necesito estar allá y no aquí con imaginaciones estúpidas que solo pueden lograr que pierda el control

Marco el número de mi amigo rubio y el tono suena solo una vez antes que él responda.

¿Qué pasó?, ¿ya estás bien para seguir jodiendo? —Reímos—. Dime, ¿qué pasa?, ¿necesitas que vaya?

¿Cómo mierda sabe? Estúpido Cas que me conoce bien.

—Sí, necesito que vengas. Trae ropa, unos zapatos deportivos y una gorra. Lo antes posible. Por favor.

Ok, jefe. —Sonrío—. En quince estoy allá.

—Te espero.

Regreso a la cama. La puerta se abre y una enfermera de cabello castaño entra con una bandeja de... otra vez, un bufete de pastillas. Bufo.

—No me haga esa cara, señor Thomas. Sabe que debe tomar estas pastillas.

Se acerca con un vasito de agua junto a los antibióticos.

Me los entrega, los acerco a mis labios y echo la cabeza hacia atrás, las amargas pastillas resbalan por mi garganta seca. Me da el vaso de agua y le doy un gran trago, el sabor amargo sigue estancado. Me hace una señal para que abra la boca, lo hago, a su vez, muevo la lengua para que se dé cuenta de que me las he tragado todas.

—No soy un niño.

Ríe.

—No, pero lo parece.

Coge entre sus pequeñas manos las anotaciones, las cuales ojea con suavidad.

—¿Cuándo voy a salir de aquí? Ya me quiero ir a mi casa, estoy aburrido y cansado de estar en esta cama. Además, me duele el trasero de solo estar acostado.

Me ve por unos segundos.

—En uno o dos días. El doctor Rogers debe revisarte.

Resoplo.

—Pero yo quiero salir de aquí ya, no mañana ni el día siguiente. Hoy, ¡hoy quiero salir de aquí!

Cesa su escritura.

Maldito Infierno +18 (COMPLETO, SIN EDITAR)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora