Capítulo 33.

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Estaba en mi habitación mirando el computador, había encontrado un libro interesante que hablaba sobre la naturaleza humana, me llamó mucho la atención saber sobre las personas que habían vivido antes y como era su comportamiento, la diferencia que existía y como la sociedad fue evolucionando hasta convertirse en lo que es hoy, pero a pesar de que había logrado atraerme después de un rato se volvió pesado y deje de leerlo.
Papá entró a mi habitación, me dijo que iría a la oficina para terminar de realizar los trámites de su ascenso, me dijo que había comida lista y que tal vez tardaría así que me pidió lo esperara despierta.
Después de asegurarle que estaría bien y que me sabia cuidar perfectamente se fue.

Habían pasado casi dos horas y admito que empezaba a sentirme sola y con un poco de miedo, antes estaba tan encerrada en mi mundo y tan triste que no me sentía con miedo o sola si papá salia, pero después de conocer a Santiago y que me ayudara tanto no podía evitar sentir un vacío en mi pecho.
Finalmente anochecio lo que me hizo sentir un poco más segura y tranquila, papá aún no llegaba pero ahora podía ir a mi cuarto dormir y que llegara el siguiente día, me fui a dar una ducha y entre a mi habitación. Estaba ya recostada leyendo un libro cuando escuche que estaba lloviendo, era extraño considerando que era invierno, pero no le tome importancia, hasta que la lluvia se volvió granizo y empezó a chocar contra la ventana, lo cual no me permitía concentrarme, trate de despejar mi mente colocandome los audífonos y solo escuchar las melodías, hasta que sonó una canción que me hizo sentir una profunda tristeza.
Se trataba de pero me acuerdo de ti.

Mientras la escuchaba solo me pasaba por la mente una cosa, Santiago.
Inconscientemente las lágrimas comenzaron a salir.

...

Al siguiente día cuando me levante la mañana lucia hermosa, por ninguna parte parecía que hubiera llovido y que fuera invierno, lo que me llamo más la atención fue lo que estaba afuera de mi ventana, era una pluma blanca, la textura era demasiado suave y cuando la alce contra el sol brillaba como un diamante, estaba confundida hasta que una enorme sonrisa se formó en mi rostro, tenia una ligera sospecha sobre de quien era y además una esperanza que alimentaba mi alma.

Mi Ángel GuerreroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora