Capítulo 1.

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No es que no creyera era que sentía no tener tiempo, no era que no quisiera hacerlo era que pensaba que podía después, no era que no quisiera ir sino que ya era tarde.
Así pasaba mi infancia y mi adolescencia, escudandome en mis deberes para no asistir a la iglesia, no rezar y no hablar del tema.
Sabía que debía corregirme pero nunca me esforzaba en hacerlo, y la verdad es que no me esforzaba en nada desde hacía años.
Solo asistía a la escuela porque debía, no porque quería, la verdad no es que fuera floja ni nada de eso, sino que desde que tengo 7 años nada tiene sentido para mi.
Mi madre falleció cuando regresaba de un viaje, el avión chocó, yo sabia que no había peor experiencia que enterrar a tu propia madre a los 7 años.
Nada más me importaba, papá se esforzaba por sacarnos adelante a mis hermanos y a mi pero a él también lo invadía la pena.
Algo que siempre admire de él es que desde que mamá murió nunca se volvió a casar, ni se fijo en otras mujeres, a veces mi abuela y tíos le aconsejaban que buscará una pareja, pero él no podía, no puede, siempre nos ha dicho que el gran amor de su vida fue mi mamá y nunca estará con alguien más.
Mis hermanos no están de acuerdo pero respetan su decisión.
Mi hermano mayor Rodrigo esta por casarse y trata de convencer a papá de hacer lo mismo, él solo sacude la cabeza y se retira.
Mi hermana Ariel dice que debemos dejar a papá vivir su vida, y por debemos habla de mi, ella se mudo de casa hace un par de años y mi hermano igual, siempre he creído que soy la única junto con papá que realmente quería a mamá y por eso no cambiamos de rutina y parecemos no tener una vida.
Mis hermanos son 5 y 3 años mayor que yo, él mayor es Rodrigo, le sigue Ariel y yo, tengo 18 años, estoy por graduarme de preparatoria y no se que hacer con mi vida.
Soy un desastre.

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-Te das cuenta? - pregunto firme pero amoroso.
-Si, tengo mucho trabajo, cierto?
-Así es.
-Iniciaré ya mismo. - Salio de la oficina dispuesto a iniciar su tarea.

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- 3 sobre... - la interrumpió un ruido extraño en su ventana, era el viento que soplaba aún más fuerte que antes.
Que extraño. Pensó.
Sentía que debía hacer algo, algo que no había hecho en mucho tiempo, hablar, no hablaba con nadie y tampoco era algo que me preocupara, solo tenía amigos porque hubo 3 almas bondadosas que me dejaron callar mi dolor y pasar conmigo unos minutos en silencio.
Ellos hablaban y yo me limitaba a escuchar, no me salían las palabras, no me gustaba hablar, maquillarme, salir de compras y lo que se supone a mi edad debe parecer apetecible, como por ejemplo tampoco me gustaban las fiestas y el alcohol y el cigarro los aborrecía, por eso no era buena compañera, si olía un poco de alguno salia inmediatamente, molesta y tociendo, ya que el humo del cigarrillo me molestaba, otra cosa que tampoco me llamaba la atención eran los hombres, nunca me he sentido morir por alguno y no tengo esperanzas de hacerlo tampoco, no es que no crea que alguno sea guapo, pero tampoco siento indispensable estar con alguien para ser feliz, por una simple y sencilla razón, la felicidad no es para mi, no mientras este como me siento, con la necesidad del amor maternal, es lo único que me regresará la sonrisa al rostro, pero como muchos me lo han dicho es imposible, no podré sonreír sin ella, ella ya no volverá, mi mamá se llevo mis ilusiones con ella, ambas están en un lugar mejor, en el que quisiera estar, mi sufrimiento aumenta.
Me temo a mi misma.

Mi Ángel GuerreroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora