Capitulo 31 (Pov Christian)

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No sé que más hacer, lo único que quiero es no perder a Anastasia, sin ella mi vida dejaría de tener sentido, ella es la pieza clave en mi vida.

Veo como Anastasia se marcha en el taxi. Mi preocupación no hace más que aumentar, ¿por qué hace esto?, ¿hacía donde se va?, no podrá llegar muy lejos, no pienso dejarla ir.

Mientras me dirigo hasta mí coche a toda velocidad, marco el número de Anastasia, tengo que hablar con ella, esto se está descontrolando.

Al fin llego hasta mí coche, Ana sigue sin coger el maldito teléfono, y me estoy volviendo loco, como pase algo, me muero, no puedo estar sin ella, y creo que se lo he demostrado, pero ella no entiende mi punto de vista, quiere seguir adelante pase lo que pase, pero yo no quiero por una sencilla razón, porque sí lo hace podría correr riesgos, y no quiero ni pensarlo, puedo perder cualquier cosa, pero a ella no, ya la perdí una vez y juro que estos años en los que no he podido tenerla, han sido un infierno.

Conduzco sin rumbo, pero ya no sirve de nada, el taxi ha desaparecido con Ana dentro. Dios mio, ¿a donde se ha ido?, estoy realmente nervioso.

Horas después...

La llamo y nada, salta el maldito buzon de voz, adoro su voz, pero no la de su buzon, estoy empezando a odiarlo, ya que no para de saltar y lo que quiero es hablar con ella.

Llevo horas buscandola, ahora he salido sin el coche por si estuviese por la calle o sentada en algún banco, estoy desesperado, ya no sé ni por donde buscar.

Mi preocupación aumenta considerablemente por momentos, incluso por segundos, y más cuando me llama Taylor para informarme de malas noticias, Leila ha escapado del psiquiatrico y Ana está desaparecida. Mierda.

— Encuentrala Taylor, por tu vida, como no lo hagas estas despedido, quiero a Ana conmigo inmediatamente, así que ponte a ello, y después, avisa a Saywer que encuentre a Leila y la meta en el psiquiatrico, si hace falta, que la encierren como si fuese una puta carcel. — Le grito al teléfono. Estoy desesperado, no sé que hacer, últimamente todo sale mal, no puedo más, creo que en cualquier momento voy a decaer, y si no lo he hecho ya, es porque tengo que encontrar a Anastasia como sea, me da igual si tengo que tirarme toda la noche peinando las calles.

Camino por los rincones más ocultos de Seattle, y alguien interrumpe mi camino, es Kate, y lleba a Clarita en brazos.

— Christian, es importante, te he estado buscando, estoy llamando a Ana, ya que se suponía que recogería a Clarita, pero no lo coge, ahora mismo iba a Escala, ¿se encuentra allí?. — Kate hace que mis preocupaciones aumenten más. ¿Cómo que ha quedado con ella y no ha aparecido?

— ¿Qué?, no me había dicho nada. — Digo en shock. No sabía nada porque últimamente no hemos hecho más que estar preocupandonos por cosas del embarazo, o más bien, yo solo, porque Ana no ve los peligros, es una cabezota, y como la pierda por eso...me muero.

— Pues sí Christian, yo tengo una cita con tu hermano, así que te dejo a Clarita, que ya te hechaba de menos, cuando sepas algo de Ana, avisame. — Se despide Kate y se marcha.

Esto es increible, esto no me parece de buena amiga, Ana desaparece y le quedan ganas de irse por ahí de fiesta...

Clarita me observa con sus enormes ojos, yo solo continuo con mi camino sin rumbo, no puedo estar ahora con ella, Ana me necesita.

Todos me están mirando, estoy practicamente corriendo con un bebé en mis brazos, y la gente no tiene cosas mejores que hacer que mirarme.

Me paro por un momento, ya que Clarita tiene que comer, saco de la bolsa su biberon y me paro en un banco para darselo. Todas las mujeres del parque me miran, odio eso, desde que estoy con Ana, no me gusta que me miren, yo solo tengo ojos para mí Ana, y no quiero perderla, no quiero dejar de ver sus preciosos ojos azules. ¿Por qué me hace esto?

Termino de darle el biberon a Clarita y continuo con mi busqueda, la verdad es que ya no sé por donde más buscar, solo espero que no esté fuera de Seattle, joder, es que no da señales de vida...

Vuelvo a llamarla, está vez no puedo oir ni su buzon, ahora si que tengo ganas de matar a alguien. Vuelvo a llamar a Taylor, él siempre atiende mis llamadas, no como Ana, que es la que realmente me importa.

— Taylor, dime que tienes buenas noticias. — Le digo enfadado, pero sin gritar, Clarita se ha quedado dormida y no quiero despertarla.

— Lo lamento Señor Grey, no he podido encontrar a la señorita Steele — Dice Taylor. Sé que tiene miedo a mi reacción.

— Taylor, no te pago para nada, haz el favor de buscar bien, sal de Seattle si eso, haz algo por dios. — Cuelgo la llamada. Estoy frustrado, siento impotencia, estoy haciendo lo posible pero no me está sirviendo de nada.

Llamo a mis otros guardaespaldas. Saywer me informa de que Leila está en Seattle, pero eso no es dar mucha información, y no quiero saber donde se encuentra Leila, quiero saber de mi pequeña, lo demas me da igual.

— Señor Grey, creo que la señorita Wiliams, se encuentra con la señorita Steele, es que la estoy viendo. — Dice Saywer de pronto.

— ¿Qué?, ¿a quién?, ¿donde estas?. — Digo hecho un manojo de nervios.

— A la señorita Wiliams, está en la parada del tren, parece nerviosa, ¿la vigilo?. — Me informa Saywer.

— Si, no la pierdas de vista, avisáme con lo que sea. — Cuelgo la llamada.

Voy a la estación de tren de Seattle, la verdad es que nunca vengo por aquí, utilizo otros medios para transportarme.

Justo saliendo de la estación, me choco con alguien, no me fijo en quien es, pero no estoy de humor.

— Debería mirar por....¿Anastasia?. — La cojo del brazo. No tiene ni idea de lo preocupado que estaba. Dios mio, menos mal.

— Anastasia, ¿qué haces aquí?, tengo a mis hombres buscandote, ya no sabía por donde buscarte, ¿quieres volverme loco?. — La grito. Clarita se despierta y empieza a llorar por los gritos.

— Christian, por favor...— La interrumpo.

— No Ana, no digas nada, no te haces una idea de lo que he pasado, joder. — Me llevo las manos a la cabeza. Lo he pasado fatal.

— Christian, Leila...— Ana no termina la frase, está muy nerviosa.

— ¿Qué Ana?, ¿qué dices?. — Digo realmente preocupado.

— Que...está aquí, estaba en el taxi, tenía tanto miedo. — Ana me abraza y comienza a llorar.

Maldita sea, Leila tiene que pagar por esto...

— Vaya, vaya, pero si es la parejita. — Aparece Leila de pronto.

— Vete Leila, aléjate de Anastasia. — Me pongo delante de Ana para protegerla, no dejaré que la haga daño.

— Vaya, ¿te importa de verdad?, es una lastima, pronto te quedarás sin ella, y no seré yo quien la mate, lo hará tu hijo, algo que tu mismo has creado, me dais tanta pena. — Suelta Leila haciendo daño.

— Callate. — La grito fuera de si.

Leila me tiene miedo, se hecha para atras y sé choca con dos enfermeros, se acabó, vuelve al psiquiatrico.

— Andando Señorita. — La cogen los enfermeros.

— Me dais pena, lo vuestro se va a terminar y todo por culpa tuya, Christian. — Grita Leila antes de que se la lleven.

Embarazada de mi jefe (Terminada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora