Capitulo 34

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Me duele mucho. No puedo más, quiero dilatar ya.

Encima, Christian no está, y tengo mucho miedo, puede que algo salga mal, y ahora en este momento, lo estoy pensando más que nunca, ahora es cuando más miedo tengo. Ha llegado el día, y todo esto puede acabar bien, o puede acabar mal.

Una doctora, entra en mi habitación para decirme que aún no he dilatado. Quiero gritar, y tan solo puedo llorar y agarrarme a las sabanas, suplicar mentalmente que todo salga bien.

La doctora se queda un rato conmigo e intenta animarme, pero nada de lo que me dice, me anima, lo único que me relajaría, sería que Christian viniese, pero no sé donde se ha metido, no sé donde está, y le necesito más que nunca, sé que está enfadado, pero joder, tiene que venir, tiene que estar aquí, y que no esté, me altera. Tengo miedo a no volver a ver sus preciosos ojos grises, a no volver a escuchar su voz.

— Señorita, tiene que ser fuerte, ya queda menos. — Me anima la doctora.

No sé si reir o llorar, ya que eso de que queda menos, lo dice constantemente, también lo dijo en el mismo momento en el que me he tumbado en esta camilla.

Estoy muy cansada, me duele todo el cuerpo, especialmente el vientre. Cierro los ojos y me imagino a Christian, que está aquí, que no está enfadado, que no pasa nada y todo está perfectamente. Ojalá todo fuese tan fácil, pero no, la vida no quiere poner las cosas faciles, siempre tiene que haber algo que la complique.

Cada vez el dolor es más insoportable, y empiezo a tener miedo de verdad. Estoy sola ahora mismo, y no aguanto mas, ya ni si quiera está mi doctora.

Al cerrar los ojos, el dolor va desapareciendo, todo empieza a verse borroso, hasta que todo se oscurece del todo.

Todo es blanco, no hay absolutamente nada. Pasados apenas unos segundos, puedo escuchar la canción que me dedicó Christian el último día que nos vimos. Puedo recordar perfectamente ese día, estabamos discutiendo, él no tenía tiempo para mí, pero ese día consiguió sacar tiempo para discutir y dedicarmé una canción tras hacer las paces.

La canción suena una y otra vez en mi cabeza, tralléndome así recuerdos del pasado, recordandóme porque estoy con él.

Abro los ojos, todo ha sido parte de mi imaginación.

— Señorita, ¿se encuentra bien?. — Me pregunta una doctora en tono preocupado.

No sé que responder, por una parte si, por otra no. Estoy feliz porque nacerá mi pequeño, preocupada por lo que pasará, y no estoy bien porque Christian no está.

— No...— Contesto con la voz apenas audible. Me duele todo, ni si quiera intento incorporarme, no me quedan fuerzas.

— Tranquila Señorita, todo va a salir bien. — Intenta tranquilizarme la doctora.

¿Qué todo va a salir bien?,¿cómo va a salir bien sin Christian?. Ademas, ella no puede saberlo, nadie puede saberlo.

— No lo sé. — Apenas me sale la voz.

La doctora me sonrie. De pronto, siento una punzada en mi vientre que me hace gritar, me llevo la mano al vientre y siento como miles de lagrimas resvalan de mis ojos. Me habían dicho que los partos eran dolorosos, pero no pensé que lo eran tanto

— Señorita, ¿qué ha pasado?, voy a llamar a otro doctor. — Dice la doctora alarmada.

— Me duele, ¿es normal?, por favor haga algo. — Digo desesperada. Necesito que esto acabe, quiero volver a casa con mi hijo, que todo salga bien.

La doctora no me responde, se va corriendo. ¿Significa eso que es normal el dolor que siento?. Si antes estaba preocupada, ahora más.

Al cabo de unos minutos, la doctora vuelve con otras dos doctoras. Estoy empezando a agobiarme, a alarmarme.

— Tranquila Señorita, todo va a salir bien. — Dice otra doctora.

Joder, ¿es qué no saben decirme otra cosa?, porque cuanto más lo dicen, más creo que algo no está bien.

— Ya ha dilatado. — Dice otra doctora.

Dios mio, no sé si eso es una buena, o es una mala noticia. Las doctoras parecen preocupadas, ¿qué pasa?, ¿a qué vienen esas miradas compasivas?, ¿qué me están ocultando?, ahora si que tengo miedo.

— ¿Qué pasa?. — Pregunto alarmada. Quiero que me digan que pasa.

— Tranquila, tiene que calmarse, tumbese y ponga las piernas como es debido. — Dice una de las doctoras.

No van a decirme nada. Joder, ocultandome cosas, consiguen alarmarme más.

Me coloco correctamente. Una doctora me inyecta la epidural, y cada vez siento menos dolor.

— Tienes que empujar Ana, yo voy a estar aquí. — Dice otra doctora, y me da la mano.

No puedo parar de llorar, pero ahora lo hago en silencio, cada vez estoy más devil, ya casi no siento nada.

Intento empujar, pero apenas puedo. Lo veo imposible, no sirvo ni para traer a mi hijo al mundo.

— Ana, miráme, tienes que empujar con más fuerza. — Me dice la doctora sin soltar mi mano.

— No puedo, no tengo fuerzas. — Contesto con la voz apenas audible.

Hago todo lo posible para poder, juro que lo intento, pero es imposible para mí en este instante. Siento como las fuerzas abandonan mi cuerpo. Escucho como me hablan, pero cada vez las oigo peor, más lejos.

— Ana, por favor, no te duermas, tienes que ser fuerte. — Dice una de las doctoras.

— Necesita una cesarea, tenemos que trasladarla al quirofano. — Grita otra doctora.

— Está bien, rápido. — Grita otra de las doctoras.

Siento como me están moviendo. Estoy escuchando gritos, hay muchos doctores conmigo, ¿tan grave es mi situación?, ¿donde está Christian?, le necesito.

La camilla se para de pronto. El dolor de vientre vuelve a hacerse intenso, pero ya ni gritar puedo. Ya no puedo ni abrir los ojos.

— Anastasia, miráme. — Vuelve a gritarme una doctora.

Quisiera contestarla, pero no puedo. Me encantaría poder abrir los ojos.

— Ana, ¿me escuchas?, por favor, dime algo. — Insiste la doctora.

Por más que insistan, no voy a poder responder. Ya apenas escucho los gritos

— La estamos perdiendo. — Grita la doctora.

— Joder, no. — Grita otra de las doctoras.

Dejo de escuchar. Estoy perdida.

Buenas, aquí dejo nuevo capitulo.

Besoos

Embarazada de mi jefe (Terminada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora