Gato Azul

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Habían viajado gran parte de la tarde y de la noche hasta que decidieron descansar. Tobira se encargó de hacer guardia mientras su señora descansaba. Contempló su rostro y se veía tanta paz. No entendía como de repente su señora tenía planeado hacer muchas cosas en contra de su familia.

Himawari frunció el ceño y Tobira dedujo que se trataba de un mal sueño. Se acercó a ella y la cubrió con su capa, a pesar de todo le tiene mucho cariño pues ella es lo más cercano a tener una familia.

-Ellos son mis amos... -susurró.

- ¿Amos? -dijo Tobira acercándose a su señora.

-A ellos debo servir... ellos son a los que debo... -susurraba y fruncía el ceño, después de un rato dejó de recitar esas palabras. Tobira ya no le prestó atención después de todo el se encontraba muy agotado.

Himawari soñaba que estaba en un bosque de noche, camino de el por un sendero iluminado por la luz de la luna, escuchaba voces al fondo y con algo de temor las siguió, con cada paso que daba aumentaba el sonido de esas voces hasta que se detuvo y delante de ella estaba ella misma, pero más joven, prácticamente como una niña y había alguien a su lado: un ser oscuro que no se distinguía bien y enfrente de ellos estaba una cuna que contenía dos niños de un año de edad, con los cabellos blancos, estaban dormidos siendo bañados por la luz de la luna.

-Ellos son tus amos, a ellos debes servir -dijo el ser de oscuridad posando una de sus manos sobre la cabeza de la pequeña.

-Ellos son mis amos, a ellos debo servir... -repitió la pequeña.

-Ellos si te necesitan -dijo el ser-. No como el séptimo que te abandonó... él no merece nada de ti pues te abandono.

-Me abandonó -repitió la pequeña.

De repente los ojos brillantes del ser se fijaron no en su yo pequeño sino en su yo actual provocándole un gran susto, se quedó inmóvil y sentía una gran presión en el pecho, no podía respirar y el pánico se apoderó de ella, el ser de oscuridad se acercó a ella lentamente.

-Él te abandonó....

-A ellos debes servir.

-Él te abandonó...

-A ellos debes servir... a ellos...

Himawari despertó exaltada, estaba amaneciendo y miró a su alrededor. Se tocó la frente y se quitó las gotas de sudor provocadas por la pesadilla, se puso de pie lentamente y vio que Tobira estaba dormido bajo las ramas de un árbol.

-Despierta de una buena vez -dijo con una voz fría y propiciando a su subordinado un golpe en la cabeza-. Tenemos que seguir no podemos permitir que Sasuke sea encontrado por sus amigos o ayude a Naruto Uzumaki.

Tobira se tocó su cabeza-. Sí señora -respondió poniéndose de pie y siguiendo Himawari.

No probaron bocado alguno, el día estaba recién comenzando y Himawari no iba a detenerse para perder más tiempo. De rato Tobira sintió hambre y sacó del bolso de su capa un poco de fruta, la devoró lentamente para que le durara pues no sabía si su señora planeaba parar en algún momento. Se puso a pensar en su niñez, todo era muy borroso, el rostro de su señora era lo que más recordaba y juraba que antes era más gentil, no como el actual que era bastante pálido, sus ojos azules habían perdido su brillo, lucían apagados llenos de tristeza se perdió tanto en sus recuerdos que se detuvo y a su mente vino un rostro de facciones finas, cabellos corto blanco y con vestimentas blancas. Detrás de él un rostro femenino con las mismas facciones.

-Vamos Tobira no detengas -dijo con tono frío.

-Lo-lo siento -dijo retomando marcha-. Señora...

Boruto en el Tiempo.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora