Reinado de corazones

Jeroham, adios amigo.

— El acertijo es muy simple, puedes ser tú mismo y morir siendo lo que eres llevando contigo a todos tus seres queridos, o por una vez en tu vida servir para algo siendo esa persona que quieres ser y dejando que ellos se vayan.

— ¿Pero, entonces, los cristales?.

— De esa parte ya nos encargamos nosotros, tu solo deja de ser lo que no quieres ser y vente con nosotros.

Yo miré al suelo pensativo, en ese momento miles de ideas he imágenes pasaron por mi cabeza. Que sería de mis padres, mis amigos, compañeros de clase de mi futuro en la tierra.

Como si me leyese la mente el Loco dijo

— No vas a tener una vida mejor que aquí, serás muy famoso junto a nosotros, y tendrás mucho poder.

— Yo no quiero poder, solo quiero ser de ayuda.

— Bueno pues, si haces lo que te digo todos tus amigos volverán a su lugar y los ayudaras a evitarse una muerte segura.

Miré a la cascada, en ella un mismo yo me invitaba a tocarla, un yo con los ojos brillantes, lleno de confianza y rodeado de gente.

Miré al suelo una vez mas y decidido me dirigí casi sin pensar a las cascada. Entonces cuando ya iba a elevar mi mano para tocarla, un fuerte dolor en el pecho me hizo caer de rodillas.

— Arggg.

El loco se levantó un poco asustado y se puso a mi lado y sacando la espada de su bastón lo elevó por encima de mí.

Jadeando dije:

— Me dijiste que te ayudaría.

— Lo siento no has pasado la prueba.

Entonces cuando fue a matarme un golpe lo echó a un lado, el soltando un breve quejido me hizo un chasquido y me devolvió a las Montaña de Hojalata, pero el había huido, entonces pude ver como de lejos llegaba una figura bastante pequeña. Sentía extrañas punzadas en mi mano, al mirar vi que el búho picoteaba sin parar el pellejo.

— Oye... . Le aparté la mano aun jadeando un poco.

El me miró e hizo un leve sonido.

Mi pecho aun me dolía, puse mi mano en mi corazón, este iba tan rápido que parecía no haber parada entre latido y latido.

— ¡Rua, Jeroham!.

— ¡Gilito!— me levanté y cogiendo la linterna del suelo hice señales a Gilito.

— Vaya, menos mal pensaba que no lo contabais, ¿Donde está Jeroham?.

Entonces fue cuando recordé lo que había sucedido, lo que el Loco le había echo a Jeroham y que la única oportunidad que había de salvar a los demás ya se había ido.

— Gilito, el está muerto.

Lo dije sin pensarlo, sabía que era lo mejor. Aunque por dentro estaba destrozado porque toda la culpa había sido mía, no había vuelta atrás, lo único que quedaba era intentar luchar y vengarlo o hacer lo que me dijo el Loco.

— No puede ser, el estaba contigo, si uno está vivo el otro también.

— No, el me llevo lejos del combate para poder matarlo... no pude hacer nada.

— Entonces..... .

Se hizo un silencio bastante largo.

— Rua será mejor que nos vayamos, no ganaremos nada con estar aquí.