Capitulo 56

406 42 1
                                    

4 años después

Eran las ocho y media de la mañana cuando salía de su casa para ir a trabajar. Su trabajo no era el mejor, principalmente por la irregularidad en sus horarios, los cuales tampoco le permitían hacer muchos planes pero pagan bien  y eso era lo único que necesitaba. No había podido volver a estudiar aunque planeaba hacerlo al tener todo el dinero suficiente, por ahora solo podía seguir pagando la casa y gastar solo lo necesario en comida u otras necesidades. Sus únicos caprichos era (como de costumbre) los libros. ¡¿Por que tienen que ser tan caros?!

Aunque no pudiera hacer muchos planes había conseguido conocer a algunas personas con las que había establecido una buena amistad. Nunca iba a olvidar a Matt, Anna y mucho menos a Bea, la recordaba siempre como le había prometido y alguna que otra vez había echado de menos poder contarle algunas cosas, compartir sus mejores y peores momentos como siempre habían hecho.  Pero no tardo mucho en poner Internet a su casa (otro capricho, aunque el lo había catalogado de necesario y urgente). Así había podido contactar con Bea en Skype pero nunca revelándole donde se había mudado ese era el único secreto que había considerado mantenerle además de lo que paso con Iván. 

En cuanto a Araziel no habido vuelto a verle pero tampoco le había olvidado, justo todo lo contrario lo recordaba más que a nadie. Le echaba mucho de menos, sobretodo los primero meses que paso sin él, se había acostumbrado a tenerlo cada día en su casa, a su presencia siempre a su lado. No era necesario que pronunciara una palabra en los últimos meses ya podía saber incluso si le preocupaba algo o si necesitaba algo o lo que quería. Las en las últimas semanas que paso con él fue cuando de verdad se dio cuenta que empezaba a amarlo, aunque intentaba convencerse a su mismo de que no era así y intentaba pasar más tiempo con Iván para sacar esos pensamientos de su cabeza pero era inevitable. Aunque la muerte de Iván había conseguido odiarlo un poco, en realidad fue imposible dejar esos sentimientos atrás. Araziel fue más amable que nunca intentando animarle. Aunque una parte suya había amado a Iván parecía que su amor a Araziel estaba por encima de todo eso. Solo el hecho de que el fuera tan frío y lejos de cualquier sentimiento lo había echado atrás al momento de intentar confesarle algo en algún momento. A pesar de ser un ser frío, en los últimos días le había demostrado algo de cariño. Ese beso. Podía recordar cada milésima de segundo de lo que había durado ese beso. Desde que se marcho nunca se había quitado esa cadenita que le había regalado, era una manera de tenerlo cerca.

Liam trabajaba con tranquilidad, era lunes y en la cafetería en la que trabajaba solo había algunas personas que tomaban un café antes de llegar a sus respectivos trabajos. Trabajar en un sitio de cara al público en pleno centro de Atenas le había facilitado el hecho de aprender el idioma, era más rápido el aprendizaje de esta manera. Fueron las cuatro de la tarde cuando apareció su compañera con la que intercambia el turno, había sido una de las primeras personas con quien había establecido cierta amistad. No tenia ningún plan para todo el día así que se limitaría a volver a casa tranquilamente. Cuando tenia tiempo de sobra y no había oscurecido amaba pasar por los callejones estrechos de la gran ciudad, al principio era lo más parecido a estar en un laberinto pero ya casi había logrado memorizar todas esas pequeñas calles. Cuando faltaba poco para llegar a su casa empezó a escuchar el maullar de un pequeño gatito, finalmente lo encontró estaba dentro de una pequeña caja de cartón detrás de un contenedor de basura, tras lograr mover el contedor pudo sacarlo de allí. Siempre había sido un amante de los animales aunque no había adoptado nunca uno. Era un gatito negro de ojos amarillos que se movía cariñosamente entre su manos, no podía tener más que una semana de vida. Iba a cuidarlo así que lo metió en su mochila dejándola un poco abierta para que no se ahogara, acelero el paso para llegar lo más rápido posible a su casa y darle de comer, seguro que estaba hambriento. Estaba atardeciendo cuando llego a su casa iba a entrar pero alguien estaba sentado en los escalones. Seguramente algún borracho. No sería la primera vez. 

-Disculpa...

El hombre que estaba allí levanto la cabeza. Pelo negro y liso, ojos... negros ¿negros? Dudo pero estaba seguro de poder reconocer ese rostro en cualquier parte.

-¿Tu?... ¿Eres... eres

-Hola Liam -Lo saludo cogiéndolo de la muñeca donde llevaba la cadenita tras haberse puesto de pie en frente suyo-.

No era capaz de pronunciar palabras alguna. El único sonido eran los maullidos del pequeño gato. Simplemente lo abrazo. 

-¿Araziel? -Preguntó separándose un poco- ¿Araziel? ¿De verdad eres...

-Sí, soy yo -Podría notar los nervios de Liam desde kilómetros- Tranquilízate por favor -Le suplico mientras cogía cariñosamente sus manos-.  

-¿Que haces aquí? ¿Como has llegado? ¿Que ha pasado? ¿Por que...

-No has cambiando en absoluto, ni tampoco tu maratón de preguntas -Lo interrumpió-.

A pesar de sus nervios ante tal situación no pudo evitar sonreír. Araziel parecía tan tranquilo y despreocupado pero a la vez parecía algo cansado. 

-¿Es seguro que estés aquí.... conmigo?

-Tranquilo, nunca más vas a estar en peligro. 

Había algo extraño en todo, Liam moría por hacer todas sus preguntas por saberlo todo.

-¿Vamos dentro? Supongo que tienes un montón de cosas que contarme. 

Entradas Al InfiernoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora