Capitulo 39

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La vida de... Volver al Infierno...

-No se ni porque lo estas pensando. Dime donde esta y acabamos con esto cuando antes.

-No -Logró pronunciar- No voy a hacerle eso.

-No me obligues a hacerlo a la fuerza.

Entonces Araziel hizó un movimiento rápido y logró tener su espada entre sus manos en unos segundos. Quitó la funda de cuero negro y la colocó en sus manos como hacía siempre antes de empezar el combate. Firme y con su la mirada fija en su objetivo. El metal brilló con el reflejo de la luz, estaba limpia, nunca había tenido su espada tanto tiempo limpia y sin apenas usarla, siempre estaba empapada de sangre o de liquidos asquerosos de los demonios.
Andros hizó un gestó casi tan rápido como Araziel. Con su mano izquierda, su única mano, agarró la espada que llevaba a su espalda y se colocó en una posición similar a la Araziel.
Araziel sabía perfectamente que Andros había sido retirado del Infierno por no poder luchar tras haber perdido su brazo así que se encontraba en una gran ventaja. Pero no quiso confiarse, era posible que durante tantos años hubiera podido aprender a manejar la espada con su única mano, de hecho era muy probable.
¿Iba a luchar contra uno de los suyos? No me queda otra.
Araziel había visualizado el pequeño espacio del que disponian allí. Demasiado pequeño. Sus habilidades requierian un espacio mucho más amplio y supo que esa sería su desventaja, porque si Andros había aprendido a manejar la espada con esa mano lo habría hecho en esa pequeña y sucia casa donde lo había encontrado por primera vez. Así que sabría apañarselas bastante bien. No importa. Voy a hacerlo.
Araziel hizó el primer movimiento porque fue lo que Andros esperaba. Evidentemente bloqueo el primer golpe chocando metal contra metal de sus espadas aunque la de Andros era más vieja y el metal ya ni brillaba, además estaba un poco oxidada. El óxido empeoraria las heridas. Los dos se apartaron el uno del otro esperando el segundo movimiento pero atacaron los dos a la vez. Los movimientos de Araziel eran demasiado rápidos para alguien que llevaba tanto tiempo sin apenas tocar una espada, aún así Andros era hábil, y eso había confirmado su teoría. Golpes. Espadas. Y el sonido del metal inundaban la pequeña sala. Araziel estaba convencido que al siguiente paso que diera sus pantalones iban a partirse por la mitad y por eso no paraba de maldecir la ropa de Liam en silencio. Sus movimientos eran más torpes con esa ropa y quizá fue por eso que no fue capaz de esquivar uno de los golpes de Andros, de modo que la espada oxidada se hundió en su brazo haciendo que casi soltara un gran grito, pero pudo contenerlo y solo se le escapó un pequeño gemido de dolor. ¿Y que iba a hacer ahora? ¿Como iba a sacarle de allí? ¿Como lo alejaría para que no volvería? ¿Como mantendría su boca cerrada para que no pudiera ayuda a otros guardianes? Estaba luchando pero ¿Para que? No. Solo hay una solución...

***
Liam había cerrado los ojos centradose solo en las caricias de Iván. Y nada más. Quizá hacía una hora que estaban allí pero a ninguno de los dos les importaba el tiempo en ese momento, era como si todo se hubiera congelado en ese instante y lo único que podía moverse era el sol que iba descendiendo poco a poco hacía el mar. Iván abandonó el cabello de Liam y acarició su rostro, fue al pasar sus dedos por el contorno de los labios cuando Liam abrió los ojos clavando su mirada en los ojos de Iván. Este sonrió y poco a poco acercó sus labios a los de Liam hasta que los dos notaron sus calidos alientos. Liam deseaba besarlo. Quiero olvidarme de todo, Iván. Y Iván pareció que había podido leerle el pensamiento, obedeció sus ordenes y lo beso. Liam dejó la mente en blanco dejandose llevar en ese sueve y cálido beso. No existía nada en ese momento solo ellos unidos por sus labios. Ojalá pudiera congelar el tiempo en este momento. Pero fue inevitable que los dos necesitaran retomar aire. Mientras Liam volvió a abrir los ojos por unos segundos imaginó que eran unos ojos rojos los que lo estaban mirando. ¡No! ¡No! ¡Es Iván!  Enseguida parpadeo unas cuantas veces hasta que visualizo con claridad los ojos oscuros de Iván y respiró aliviado.
Después de eso Liam se levantó y ofreció a Iván ir a tomar algo. Los dos intentaron quitarse toda la arena posible aun así la del pelo era imposible de quitar. Fueron, aun descalzos, al primer (o al único) bar que encontraron abierto en la zona donde a penas había unas cinco personas, tres de ellos eran hombres bastante mayores y las otras dos eran dos mujeres que tenían toda la apariencia de ser turistas, aunque resultaba extraño ver alguno en esa época del año.
Unos veinte minutos despues el sol ya estaba por esconderse tras la línea del mar y los dos chicos decidieron regresar antes de que oscureciera. Al llegar a la residencia de estudiantes donde vivía Iván, Liam no dudó en bajar del coche y acompañarlo en la entrada para despedirse de él, aunque en realidad lo que deseaba era que volviera hacerle olvidar la existencia del mundo entero antes de regresar a su apartamento. El beso fue tan tierno como lo era Iván y aunque no consigo el mismo efecto que el anterior, fue suficiente para que pudiera irse de allí con una sonrisa. Parezco un bobo así. Pero no importaba, hace unas semanas tampoco hubiera podido imaginar que podría a llegar a besar a un chico con esa facilidad como lo hacía con Iván, así que merecía llevar la marca de esa felicidad en su rostro. De regreso a su apartamento hubo algo que no paró de rondar en su cabeza ¿Por que había visto los ojos de Araziel en un momento como ese? ¿A caso lo estaba llamando de algún modo? ¿Estaría bien?
Bah... Solo serían alucinaciones. O eso quiso creer.

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