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—¿Cómo puedo saber si le gusto a un chico? —preguntó, Gastón lo pensó un poco, no sabía qué responderle.

—Mmm, creo que es muy diferente para cada uno—mencionó—, pero lo puedes saber siempre por la mirada. Creo que nos delata la mirada siempre cuando miramos a alguien que realmente apreciamos.

Una de las cosas que Gastón consideraba más importante, era la manera en que nos mostrábamos inconscientemente al otro, la manera en que nuestro cuerpo reflejaba las cosas que nuestra voz no quería decir. La mirada de una persona era algo tan importante para él, Gastón era callado, pero sus ojos siempre gritaban cómo se sentía.

—¿La mirada?

—Los ojos siempre reflejan lo que están sintiendo, por eso las personas siempre desvían la mirada cuando no quieren ser expuestas.

—Nunca lo había visto de esa forma.

—Mi padre es psicoanalista, es algo que siempre dice—se encogió de hombros—, sin embargo, lo creo. Por mucho que mintamos, siempre nuestro cuerpo lo revela.

—¿Crees que a Evan le sucede lo mismo?—Gastón la miró de reojo.

—A todos nos sucede—mencionó y luego miró al frente—. ¿Lo has visto ya?

—Sigo tu regla de los tres días.

—Pero creo que han pasado ya tres días.

—Por eso iré mañana a verlo—mencionó ella con una sonrisa divertida—. Mi papá me compró una chaqueta y creo que la usaré para verlo.

—Que linda—dijo bajo.

—¿Te has enamorado alguna vez?—preguntó ella.

Gastón quitó la mirada sobre ella y miró hacia el frente. ¿Cómo responder eso? ¿Lo había estado antes? Sentirse enamorado se le hacía tan pesado, no le gustaba, la simple idea de ser vulnerable por alguien era algo que no necesitaba volver a vivir.

¿Por qué a las personas le interesaba tanto estar enamorados?

¡Era lo peor!

Era horrible, no quería pasarlo.

—Lo he estado—mencionó—, hace un tiempo.

La chica lo miró con curiosidad. No era como si ese dato no se lo esperaba, pero realmente no se esperaba que él aceptara tan rápido que lo había estado.

—¿De quién?

—Fue sólo una chica—comentó—, realmente no es importante.

—Lo es, estabas enamorado de ella.

—Ya no es importante—dijo—, el amor va y viene, los sentimientos no son estáticos, algo que era importante en un momento, ya no lo es ahora. No tiene que ser recordada.

La seriedad con la que lo había dicho le llamó la atención a Keyla. Gastón no tenía a ser así con ella, desde que se juntaba con él, había escuchado en los pasillos lo amargado y lo serio que podía llegar a ser, pero no lo había sentido nunca.

—¿Estás bien?

—Lo estoy.

Ella no le dijo nada más sobre eso. Gastón se echó hacia atrás en la silla, no tenía porqué decirle esas cosas a ella, cada persona tenía una idea distinta y una experiencia ajena a los demás, no tenía porqué imponerle alguna idea sobre lo que el amor podía llegar a hacer.

—Discúlpame Keyla, no debí hablarte así.

—¿Realmente estás bien?

—Lo estoy, sólo que...no soy de hablar sobre estas cosas—dijo.

—¿Quieres contarme?

Él le dio una sonrisa suave y tomó su mano para luego darle un leve beso en ella.

—Gracias, pero otro día—mencionó—, cuando esté listo para eso,

Keyla apretó suave la mano del chico. Realmente quería mucho a Gastón, en el poco tiempo que llevaba conociéndolo había logrado tener una relación cercana con él al punto de convertirse en una de las personas con las que más cómoda y en confianza se sentía.

—Cuando tú quieras hablarlo está bien.

...

—Si un chico no quiere hablar sobre algo, ¿debo ignorarlo?

—Depende, ¿sobre qué no quiere hablar?—preguntó su padre.

—Sus sentimientos.

—¿Sobre ti?

—Sobre otra chica.

Su padre asintió y mantuvo la mirada en la calle.

—Entonces deberías esperar a que te lo diga, no ignorarlo, no precisarlo, sólo esperar cuando esté listo—mencionó—. Los sentimientos son lo más difícil que uno acepta, nos cuenta mucho y nos cuesta más decírselo a otra persona, así que esperar a que la otra persona esté lista, es un acto de cariño enorme.

—Gracias, papá—le dijo—, siempre sabes qué decirme.

—Sabes que puedes contarme lo que sea—mencionó—, si algo te pasa con Gastón...

—No, no es con él.

—Vale, con cualquier chico, estoy siempre para ti.

Keyla sonrió, amaba poder compartir con su padre esas cosas.

—Estamos conduciendo hasta La clave del Sol por este chico, ¿no?

—Lo estamos.

—¿Te ha vuelto a invitar a salir?

—No, pero voy a eso—mencionó—. ¿Crees que debo esperar a que lo haga él?

—Tu mamá me invitó a salir a mí de primera, así que realmente no debes esperar si no quieres—le dijo.

—Gastón dice que hacerlo hará que él me vea como una persona decidida y que sabe lo que quiere.

—Gastón me agrada.

—Sí, él es genial.

Su papá le dio una mirada rápida y luego regresó la mirada a la calle. Sólo esperaba que ella no se diese cuenta tarde de todo.

Lo Que Quieren Los ChicosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora