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Cuando llegó a su casa, se encontró a su padre trabajando en el suelo de su sala con varios papeles colocados a su alrededor, se acercó a él y se sentó en el sillón que estaba frente a él.

— ¿Y esa cara? —le preguntó él, Keyla se encogió de hombros. No sabía a qué cara se refería—. ¿Tuviste un día muy ajetreado?

—Uno un tanto curioso—respondió. Su padre tomó una de las hojas que estaban en el suelo y la arrugó convirtiéndola una bola de papel para luego lanzársela—. ¡Ey!

— ¿Qué te sucede? ¿Me contarás lo que ocurrió hoy?

— ¿Cómo sabes que ocurrió algo?

—Te conozco mucho como para saber que no actúas así—respondió—. ¿Entonces?

—Conocí a un chico...

—Oh no—la interrumpió—. Temía porque este día llegase, está bien, mantendré la calma y haré como si eso me gustase—suspiró y la miró—. ¿Un lindo chico?

—Uno muy raro—respondió—. ¿Recuerdas al chico del café?

—Oh sí, el Señor Vuelva Pronto, ¿lo viste a él en clases? —ella negó—. ¿Es otro chico?

—Estoy recaudando información para hablarle al chico del café—respondió—. Pero me conseguí a un chico que no quiere cooperar.

—Busca a alguien más entonces.

—No, creo que él es el indicado. Siento que puede ayudarme mucho en todo esto—comentó y tomó la bola de papel que le había lanzado su padre minutos antes—. Sólo que no sé si deba continuar, sacarle información es muy complicado.

—Pues si de verdad lo quieres a él y no crees que otra persona sea tan buena, yo pienso que deberías entonces seguir buscándolo—respondió—Aunque también podrías intentar hablando con otros chicos.

Keyla asintió, sabía que su padre tenía razón con lo de hablarle a más chicos pero el resto de ellos no parecían darle esa seguridad como ese pelinegro le había mostrado. Aunque mañana era otro día, quizás podía ver a alguien nuevo.

~•~

Al día siguiente, intentó hacer lo que su padre le había dicho. Se acercó a varios chicos para hacerles las mismas preguntas pero sus respuestas eran consideradas muy vagas y sin mucho sentido. Habían chicos que sí parecían mostrar interés en ayudar y muchos otros que les gustaba el simple hecho de que una chica les estuviese preguntando sobre su forma de pensar y actuar, pero ninguno la había logrado atrapar cómo ese chico con el que se había topado ayer.

¿Dónde podría encontrarlo?

A pesar de saber que él no tenía muchas ganas de responder a sus preguntas, no era de la clase de persona que se rendía fácil, así que él tendría que soportarla hasta que lograra conseguir toda la información que quería.

Intentó buscarlo en el mismo lugar en donde lo había visto ayer pero no estaba por esos pasillos, recorrió todo el edificio de esa facultad y al no encontrarlo decidió caminar hacia el campus. Paseó por las mesas, por el jardín, por la cafetería y llegó a encontrarlo sentado en las gradas del campo de fútbol leyendo un comic de un superhéroe que ella no conocía.

Se sentó a su lado, él volteó para ver quién estaba y al darse cuenta que era ella, rodó los ojos.

— ¿Tú de nuevo?

—Necesito que contestes algunas preguntas—él suspiró.

—Adelante.

— ¿En serio? —él asintió, Keyla sacó una libreta para anotar las respuestas—. ¿Qué es más importante, los pechos o el trasero? —el pelinegro volteó a verla curioso y sonrió.

—Sus sentimientos—Keyla rodó los ojos por la respuesta—. Bien, creo que su trasero—ella anotó su respuesta.

— ¿Crees en el amor a primera vista?

—El amor a primera vista es sólo una estupidez que los escritores se crean para ilusionar a sus lectores—respondió.

— ¿Entonces no crees en él? —le preguntó, el pelinegro rodó los ojos por lo tonto que había sonado su pregunta.

—Si creyera en él, ¿te diría esto? —él tenía un buen punto.

— ¿Te gusta alguien? —el pelinegro alzó una ceja. Keyla lo miró rápido y detalló un poco su rostro, ¿eso era un gesto repetitivo?

— ¿Es eso acaso algo que te interesa? —otra cosa era, que él era un poco amargado y eso no ayudaba mucho en su plan.

— ¿Siempre eres así de rudo con las personas?

—Sí, puedes irte si no te gusta—le respondió, ella negó rápido.

—No me iré, ¿puedes responderme mi pregunta? —le preguntó un poco frustrada.

—Gastón—ella lo miró con el ceño fruncido—. Mi nombre es Gastón.

—Esa no era la pregunta.

—Nunca especificaste a cuál debía responder—le dijo con una sonrisa burlona —. Ahora me iré, ya que has interrumpido mi momento de tranquilidad, buscaré algo mejor que hacer. Gracias Keyla—ella volvió a fruncir el ceño.

— ¿Cómo sabes mi nombre?

—Te respondería pero tengo que entrar a clases en cinco minutos—le dijo bulón—. Tendrás que quedarte con la duda—metió el comic en su mochila y se la colocó para luego bajar las gradas.

Keyla no se movió de allí ni fue detrás de él para continuar con sus preguntas, sólo se quedó allí sentada mirándolo irse. Releyó sus respuestas y cerró la libreta para guardarla en su mochila; al fin de cuentas ella sabía que lo volvería a ver al día siguiente.

Y no se iba a dar por vencida.

Lo Que Quieren Los ChicosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora