Lo Que Quieren Los Chicos

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—Creo que te equivocaste de casa, otra vez.

—Estoy en la casa correcta.

Nina lo miró sorprendida, realmente no se esperaba a Gastón en la puerta de su casa y buscándola a ella. Miró al chico para ver si se encontraba en sus cinco sentidos, parecía estarlo, estaba bien vestido, llevaba el cabello acomodado y tenía un gestó con las cejas fruncidas. Era Gastón en sus cinco sentidos, pero ¿qué hacía ahí?

—Pasa—le dijo, el chico entró a su casa.

—Eres la única persona que puede darme un consejo.

Eso la dejó más descolgada.

—¿Consejo?

El chico la miró y bufó, ¿no escuchaba lo que decía o qué? Nina lo acompañó hacia la sala de estar. Gastón se sentó al lado de ella, miró a la chica y la notó nerviosa, eso le causó gracia. La entendía, él no era de visitarla y menos para pedirle un consejo.

Pero eran amigos, ¿no?

Aunque no lo admitía públicamente, la consideraba su amiga.

—No sé cómo decir esto—mencionó—, pero creo que eres la única que podría entenderme—se acomodó en el sillón para verla de frente—. Me gusta Keyla y a Keyla le gusta Evan.

—Oh—eso la tomó por sorpresa. No que le gustase Keyla, sino que lo admitiera tranquilamente con ella—. ¿Se los has dicho?

—No, pero quiero hacerlo—mencionó—. No puedo callarme las cosas, lo sabes.

—Sí, todos lo sabemos—rio un poco.

—No puedo cerrar mi boca nunca—habló—, pero me cuesta mantenerme al margen porque a ella le gusta otro chico, que es mi amigo.

—¿Qué piensa Evan?

—Le dije que me gustaba y me contestó que fuera por ella.

—¿Así?

—"Vale, Gastón, ve por ella". Eso fue lo que me dijo—citó al chico—. Eso es que me ha dicho que no tiene problema con que esté con Keyla.

—O te está desafiando.

—No, Evan no hace esas cosas, es demasiado bueno—respondió—. Me está diciendo que puedo salir con ella. Pero la aprobación de Evan no hace que le guste a Keyla.

—Si, claro, ella tiene su propia opinión—el chico asintió y tomó la mano de la chica.

—Dime, ustedes se parecen, son amigas, ¿qué hago para gustarle a una chica como ella?

Normalmente eran las chicas que iniciaban a coquetear con él, no él con ellas. Para él era algo normal; que le hablaran, que lo miraran, que lo invitaran a salir, ellas siempre tomaban la iniciativa, por lo que era algo completamente nuevo lograr tener la atención de la chica que le gustaba.

—¿A qué te refieres?

—Chicas que no toman la iniciativa, que les da vergüenza, timidez hablar con el chico que les gusta. Chicas como Keyla, introvertidas con miles de pensamientos sobre el amor que son difíciles de alcanzar.

—Bueno, ya tienes su confianza, ese es el principal inicio—le dijo—. Deberías invitarla a salir.

—¿Crees que acepte?

—¿Por qué no lo haría? Le gustas.

—Le agrado como amigo, no es lo mismo a gustarle.

—Pero de agradar a gustar hay un paso corto.

—¿Crees que puedo?

—¿Qué cosa no puedes tú?—le preguntó de regreso—. Te conozco desde la secundaria y esta es la única vez que te he visto hacer un gesto que no es fruncir el ceño—el chico la miró con el ceño fruncido y ella se rio—, y fue un gesto tonto, de un chico preocupado que no quiere arruinar las cosas, pero es entendible, se llevan muy bien como amigos, ¿por qué no mejorar la relación?