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Existen momentos en donde la duda comienza a atacar a la mente. ¿Qué puede pasar? ¿Qué podría cambiar? La preocupación nos consume, nos grita y nos intenta aplastar, y si no hacemos algo para callarla, entonces el miedo comienza a darse a conocer.

Gastón siempre se había mostrado como un chico seguro de cada una de sus acciones, pero en el interior dudaba de sí mismo. No le gustaba hablar con sus amigos sobre eso, no quería que muchos supiesen cómo llegaba a sentirse, sin embargo, siempre tenía a su hermano.

Tocó la puerta de su habitación y esperó que él respondiera. Al entrar vio a Dean sentado frente al caballete, con una paleta y un pincel en su mano.

—¿Estás ocupado?

—Emm, estoy pintando, pero ¿qué pasa?—le dijo su hermano, Gastón cerró la puerta de la habitación y caminó hacia la cama.

Se echó en ella y miró a su hermano.

—Primero prométeme que no te vas a reír de esto.

—Eso es algo que no voy a hacer—se rio—, sabes que lo haré.

Gastón no respondió, Dean lo miró divertido, pero luego por la seriedad de su rostro, supo que era algo que realmente le importaba.

—¿Está sucediendo algo? ¿Cómo te ha ido con Keyla?

—¿Crees que soy aburrido?

—No, ¿por qué? ¿Lo crees tú?

El chico se encogió de hombros. No era una sensación que le sucediera siempre, pero era algo que en ocasiones pensaba y le afectaba. Le daba miedo que pasara algo igual con Keyla.

Algo como lo que había sucedido en su relación pasada.

Tenía miedo de ser aburrido, tenía miedo de no ser lo suficientemente bueno para Keyla o para cualquier otra persona. Por eso le había costado tanto volver a salir con chicas, por eso prefería que todos se alejaran y se quedase solo, nadie podía pensar que lo era de esa manera.

—Gastón—lo llamó su hermano, Dean dejó la paleta y el pincel a un lado y se movió para estar frente a su hermano—, no eres un aburrido, siempre he pensado que eres el más interesante entre nosotros dos.

—Tú tienes tu arte, tus pinturas, eso te hace especial, ¿qué me hace especial a mí?

—Eres alguien que se preocupa por quienes te importan, eres inteligente y sabes ganarte a las personas fácilmente. No necesitas tener al arte ni a las pinturas para ser extraordinario.

A veces quería creérselo.

Pero a veces dudaba de todo e incluso de él mismo.

Otras veces estaba seguro de quién era, pero se sentía en una montaña rusa en donde habían días que estaba bien y otros en donde no lo sentía.

—Gracias Dean—le dijo, su hermano se acercó a él y lo estrujó en un fuerte abrazo—. Uh, espacio personal.

—No quiero, quiero abrazar a mi hermanito—le dijo.

No pudo hacer nada más que esperar.

...

—Adivina quién soy, corazón—escuchó Keyla desde su celular, estaba caminando hacia su casa cuando recibió la llamada del chico.

— Mmm...¿el chico más genial del mundo? —se rió.

—Vaya, ¿cómo has adivinado?—escuchó la risa de su novio por el otro lado—. ¿Cómo ha estado tu día Key?

—No me quejo—le respondió—, estoy caminando a casa, salí hace un rato de la casa de Alexa. ¿Cómo está Stuart? ¿Habló con Clara?

—Mmm, no creo que eso vaya a funcionar entre ellos—habló—, creo que Stuart ya no cree que sea buena idea.

—Creo que Alexa piensa que es lindo.

—¿De verdad? ¿Te lo ha dicho?

—No, pero se ha puesto nerviosa la última vez, ¿no lo notaste?

—No realmente—rio porque sabía que Keyla había rodado los ojos por su indiferencia hacia las cosas que le pasaban a su alrededor en la mayor parte de su día.

—Vale, sé que no lo notas, pero esto es algo de mujeres, tenemos este sexto sentido.

—Sí, pero se equivocan a veces—le dijo—, recuerda que hemos tenido una conversación sobre esto.

—Aplica esto de mujeres a mujeres, nos conocemos, sabemos cuándo a alguna nos gusta alguien.

—Vale, te creo, prestaré más atención ahora.

—Deberíamos hacer un plan para ellos.

—No, no deberíamos, deja que entre ellos lo hagan—dijo—, no necesitas ser el cupido de alguien, ya tenemos mucho con uno.

—¿Uno?

—No, nada—Keyla comenzó a sacar las llaves de su casa, quedaba una cuadra solamente y era algo que solía hacer por costumbre.

—¿Quién es cupido también?

—Oh no, nadie—le dijo, sólo la idea de verla a ella y al novio de su mejor amiga como amigos, era alocado.

—Como sea, ¿te veré mañana?

—Sí, ¿quieres ir a tomar algo? ¿Un helado o un café?

—Me parece bien—miró hacia su casa y se detuvo al notar a su padre con una mujer en la puerta de su casa.

La estaba abrazando.

¿Era ella la persona que su papá veía?

Por un momento sintió nervios, ¿era el momento de conocerse? ¿Así de simple y rápido?

Sin embargo, sus nervios se dispararon cuando su padre se separó y ella pudo reconocer a la persona que estaba con él. 

Lo Que Quieren Los ChicosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora