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Keyla miró su reflejo por el vidrio de la cafetería, se acomodó un poco su cabello y suspiró agarrando toda la seguridad, para luego entrar a La Clave de Sol; encontró a Evan atendiendo a unas chicas en una de las mesas cerca del baño y se sentó un poco lejos para verlo y que no pareciera tan obvio.

Le pidió a una de las meseras un café con espuma de soya y permaneció fingiendo leer un mensaje en su teléfono mientras disimuladamente observaba al castaño. La chica le entregó su pedido unos minutos más tarde y ella le agradeció para luego ver como se marchaba.

Evan luego de atender a las dos chicas, iba de camino a la barra cuando se dio cuenta de la presencia de la castaña por lo que decidió ir a saludarla rápido.

— ¡Hola! —le dijo sorprendiéndola, Keyla volteó rápido a verlo y se sonrojó por completo, ¿él se había dado cuenta de que ella lo estaba mirando? —. ¿Cómo estás?

—Bi-bien ¿y tú? —titubeó nerviosa—. No esperaba verte aquí—le dijo y se insultó mentalmente por lo tonto que había sido eso, era obvio que ella se lo encontraría ahí, ¡Él trabajaba ahí!—. Di-digo, este día. No acostumbras a venir los domingos—explicó—. No es que yo me sepa los días que vienes, solo...

Evan sonrió y le dio una palmada a su cabeza con ternura.

—Keyla, que linda eres—le dijo, ¿cómo era posible que él pudiese causarle tanto nerviosismo?—. Debo ir a trabajar, me alegra haberte visto hoy—se despidió de ella.

Lo miró alejarse, no sabía cómo reaccionar ante eso. El toque suave de su mano sobre ella, le había provocado que su corazón saltase de los nervios, de la sensación de tenerlo cerca. ¿Cómo podía continuar como si nada?

Terminó de tomarse su café y caminó hasta el parque en donde estaba segura que encontraría a Gastón. Ya se había percatado que asistía los fines de semana para leer un rato.

No tenía mucho tiempo conociendo a Gastón pero podía darse cuenta que era un chico de rutinas, todo lo tenía programado y coordinado para que nada se le escapase, eso le causaba mucha curiosidad debido a que ella era totalmente lo opuesto, vivía el día a día sin planes a horas específicas.

Encontró al pelinegro en la entrada del parque, estaba sentado cerca de un árbol con sus audífonos puestos leyendo un comic de un superhéroe de Marvel que Keyla conocía sólo porque había visto la película hace unos meses. Saltó hacia él emocionada y Gastón se quitó los audífonos de golpe.

—¡Ah! ¡Dijo que era linda! ¡Evan cree que soy linda! ¿Lo puedes creer?—chilló, Gastón la miró sin entender nada y negó por su extravagante actitud en ese momento.

—Me alegro Keyla—le dijo de manera suave—, pero bájate de mí que estás presionando tus rodillas en mis piernas—le pidió.

Keyla se alejó rápidamente y pidió disculpas por la toma de su espacio personal, cosa que sabía que a él no le gustaba mucho.

— ¿Lo viste hoy? —le preguntó cuándo la tenía al lado. Ella asintió sonriendo—. ¿Te trabaste al hablarle? —volvió a asentir. Una mueca apareció en el rostro del chico, le parecía graciosa toda esa situación.

Gastón no era de tener muchos amigos, no porque se le hiciera difícil sino que sentía siempre que le quitaban toda la energía. Prefería estar con dos o tres personas para toda su vida que salir con nuevas caras cada semana; no era muy bueno tratando a las personas, cuando hablaban mucho le sacaban de quicio y se cansaba de estar con ellos. Por eso le parecía agradable y sorprendente el hecho de poder tener a Keyla y verla como su amiga.

Mas porque, a pesar de toda su excéntrica personalidad, no le molestaba en absoluto y no se aburría cuando estaba a su lado.

— ¿Qué debo hacer para no ponerme nerviosa con él?—ella le preguntó, el chico se sintió desconcertado, no le estaba prestando atención—. Con Evan.

—Ah—respondió suave—. No sé, yo soy un asco en el amor. Cuando Kenzie va a comprar sus materiales en la tienda de mi mamá siempre termino preguntándole sobre el clima—Keyla se rió.

—Estás peor que yo—él asintió estando de acuerdo con eso—. ¿Crees que a Evan le guste que lo invite a salir?

—Es probable, ¿a qué chico no le gusta que lo inviten a salir?

—A ti, lo más seguro.

—Touché—ella sonrió—, pero sí me gusta. Sólo que no acepto siempre.

—¿De verdad?

—Me aburro rápido si no tengo un tema de conversación en común—comentó. Keyla apoyó la cabeza en su hombro y él se recostó sobre ella también—. Entonces, ¿lo invitarás a salir?

—Lo haré—dijo segura—. Ayúdame a escoger una linda ropa para que me vea mañana.

—Creo que deberías buscarte a una amiga que te ayude en esas cosas—le respondió—. No puedo ser tu único amigo en la ciudad.

— ¿Estás diciendo que me consideras tu amiga?

—Sí, Keyla, te considero mi amiga—respondió—. No entiendo por qué no te habías percatado se eso.

—Nunca me lo habías dicho.

—Normalmente esas cosas no se dicen, sólo se sienten.

—Tú también eres mi amigo, quiero que lo sepas, así no lo dudas—el chico sonrió, no era una persona que le causase ternura esas cosas pero Keyla tenía algo que realmente lograba capturar toda la atención.

Cuando ella estaba a su lado, no importase qué hiciese, hasta los pequeños gestos, lograban hacerla ver tierna. El chico pasó sus manos sobre su pantalón un poco extrañado por lo que estaba pensando.

—Entonces, ¿quieres que te ayude a escoger algo para verte más linda mañana?

—¿Lo harías?

—Para eso están los amigos.

Lo Que Quieren Los ChicosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora