44

50.9K 5.1K 923
                                    

Observó a su padre en la cocina, por la ropa que llevaba puesto, podía deducir que acababa de llegar. Logan alzó la mirada y notó a su hija, le saludó con una sonrisa y luego continuó cortando las rebanadas de pan. Keyla pudo detallar la camisa que llevaba, no se la colocaba mucho y dudaba que había salido al mercado con ella.

—¿Estabas en una cita?—le preguntó a su padre, Logan se rio por su comentario.

—¿Por qué crees eso?

—No lo has negado—se acercó al mesón en donde él se encontraba—. Traes ropa elegante.

—Es la ropa que me regaló tu tía en navidad.

—Exacto, ropa elegante—respondió ella. La idea de que su papá estuviese saliendo con alguien no le molestaba, pero quería saber si era cierto o no—. No me molesta si estás saliendo con alguien.

Su papá dejó el cuchillo en el mesón y se mantuvo en silencio por un momento, como si estuviera pensando en qué iba a decirle. Miró a su hija y le tendió un poco de pan que había cortado.

—Siempre estaré enamorado de tu madre, quiero que sepas que eso nunca cambiará—confesó, Keyla asintió.

—Lo sé, pero ya han pasado muchos años desde mamá, puedes ver a nuevas personas.

—Gracias cariño—respondió.

Cuando era pequeña le encantaba escuchar la historia de sus padres, le gustaba escuchar a su papá contando todas las veces que se encontró con su madre antes de realmente ser amigos y luego cómo fue poco a poco enamorándose de ella. La primera vez que lo entendió fue cuando tenía catorce años, logró comprender lo que era el amor, pudo reconocerlo en los ojos de su padre y supo que había pasado por muchas cosas cuando ella se había marchado.

Por eso quería poder verlo feliz con alguien. Sabía que a veces su padre se encerraba en el trabajo y en ella para no sentirse solo.

—Estoy conociendo a alguien del trabajo—confesó él, Keyla lo miró atenta—, es dos años más joven y está divorciada.

—Eso es genial, ¿te gusta?

Su padre rio por su pregunta.

—Me gusta lo que estoy teniendo con ella, pero nos estamos conociendo—le dijo—. Luego de cierta edad y ciertas experiencias, empiezas a valorar mucho lo que es la otra persona, la esencia y cómo te nutre. No es solo algo físico.

—¿Y sientes que ella te nutre?

—Lo siento, sí—respondió—. Tiene un hijo de tu edad.

—¿Cuándo me la vas a presentar?

—Pronto.

...

—Puedes pasar, llama al ascensor y marca el piso cinco—mencionó el vigilante luego de llamar y confirmar que conocían a la chica.

Keyla le agradeció e hizo lo que le había indicado. Cuando llegó al piso cinco pudo notar que una mujer de cabello oscuro estaba en el pasillo mirándola.

—Eres Keyla, ¿cierto?—le preguntó, ella asintió. La mujer sonrió alegremente y tomó la mano de la chica—. Que alegría verte, Querida. Soy Adora, la madre de Gastón.

—Un placer, señora.

—Oh, por favor, nada de señora, puedes decirme Adora—le dijo y caminó con ella hasta el apartamento—. Ven, vamos.

Ella miró a la mujer y tenía cierto parecido a su madre. El color de cabello era oscuro como el de él y pudo notar un par de pecas sobre su nariz. Era una mujer muy guapa y resplandecía como si tuviera brillos sobre ella.

Lo Que Quieren Los ChicosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora