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Algo que Keyla siempre había esperado, era poder ver a su padre estando con una mujer que lo amase y lo apoyase; sentía que se lo merecía. Su padre había sido el pilar de apoyo para ella, era quien había estado desde que ella era pequeña y siempre lo había visto solo, su padre había tenido relaciones con otras mujeres pero ella no había conocido a ninguna, ninguna había podido seguir avanzando con él. No conocía las razones, pero temía que fuese ella la razón por la cuál él no podía estar con alguien.

Así que cuando vio a su padre con una mujer esa tarde, sus esperanzas habían regresado. Frente a ella se encontraba una mujer alta, con un vestido floreado que mostraba sus hombros, llevaba pintura de labios roja y unas sombras que hacían resaltar más la mirada. Su cabello era largo y pudo reconocerlo, lo había visto antes que se le había hecho loca la idea de ser posible la misma.

—¿Keyla?—escuchó la voz de su novio por el teléfono—. ¿Está todo bien?

—¿Ah?

—Te quedaste en silencio. ¿Pasó algo? —miró hacia su padre.

—Te llamo en unos minutos, acabo de ver a mi papá con su novia.

—¿Qué? ¿Cómo es? ¿La conoces?

—Ya te llamo, te quiero—le dijo y cortó antes de que él dijera algo más.

Se acercó a ellos y notó cómo su padre dejó de tener la mirada sobre la mujer para girarse a ella, su mirada era fácil de descifrar, era sorpresa, no se esperaba encontrarla ahí, ella tampoco esperaba encontrarlos.

—Key, cariño—le dijo, la chica sonrió y miró a la mujer que también volteó a verla—, te presento a Kenzie, es mi compañera de trabajo.

—Ya nos conocemos—le dijo Kenzie, le sonrió al reconocerla—, es amiga de Nina, mi vecina.

—¿De verdad?

Keyla asintió con timidez.

—No sabía que se conocían—les dijo Keyla, no tenía que preguntar, ya había entendido que ella era la mujer con la que su padre salía, no sabía si alegrarse o no, era Kenzie, era alguien que conocía y que sabía que era amable, pero al mismo tiempo era Kenzie, la mujer que Gastón tenía como crush hace un par de meses.

¿Cómo podía reaccionar a eso?

—Sí, también te he visto con Gastón, ¿cierto? Eres su novia.

El papá de Keyla asintió alegre.

—¿También conoces a Gastón?

—Es amigo de Nina y de mi hijo.

—¿Tienes un hijo?—preguntó Keyla, aunque ya lo sabía. Recordó cuando Gastón se lo mencionó cuando apenas se estaban conociendo.

—Sí, tiene tu edad—mencionó ella—, un día podrían conocerse.

—Me parece una buena idea—habló Logan.

—Sí—respondió Keyla—, me gustaría—miró a ambos—, voy a mi habitación. 

...

Gastón llegó al cuarto de su hermano quién se encontraba acomodando sus materiales de pintura. Dean lo miró y se alegró de verlo.

—Al fin llegas.

—Estaba hablando con Keyla.

—Claro, antes no te gustaba ayudarme y ahora usas a Keyla para reforzar la idea de no ayudarme.

—No te quejes, ya estoy aquí—le dijo y se sentó en la silla frente a Dean.

Dean comenzó a dibujar el boceto del rostro de su hermano con mucho cuidado y precisión. Siempre lo usaba a él y a sus amigos para sus proyectos universitarios.

—Entonces, ¿cómo va todo con Keyla?

—Hablamos ayer sobre eso.

—O sea, ¿sigue igual?—lo miró para continuar pintando. Al no decir nada, Dean supo que Gastón todavía seguía pensando que había algo mal en él—. No eres un aburrido, Gastón.

—Hay una razón por la cual no tengo muchos amigos.

—Sí, porque siempre los alejas—respondió él—. Si dejaras que ellos te hablaran sin ser todo un gruñón, quizás sería diferente. Las personas te tienen aprecio, ¿lo sabías?

— ¿Cómo pueden tenerme aprecio si ni yo mismo me lo tengo?

—Gastón—dijo Dean y miró a su hermano serio—. ¿Qué está pasando? ¿Te ha dicho Keyla algo?

—No.

—Entonces, ¿por qué has regresado a esa etapa de adolescente? En donde no te tenías estima.

—No es nada, es una bobería. Y sé que tienes razón pero me gusta vivir de la soledad, Carl Jung dijo una vez que la soledad es adictiva, que una vez que te das cuenta de cuánta paz hay en ella, no quieres volver a lidiar con la gente. Y estaba en lo cierto.

—Vale, estará en lo cierto, pero necesitas salir de esa cápsula de sentirte un aburrido. Si fuera así, no me gustaría pasar tiempo contigo.

—Quizás porque eres mi hermano.

—No, para nada, lo hago porque quiero—le dijo—. Ahora no te muevas tanto, por dios, que no quiero cambiarte de forma en el dibujo.

Gastón se rio y se quedó quieto. Miró a su hermano y luego quitó la mirada porque le parecía incómodo.

—¿Cómo están las cosas con la chica del café?—Dean se rio.

—¿Marie?—le dijo—, sólo somos amigos. Es mi Musa.

—Pero, ¿no te gusta?

Dean no supo cómo responder a eso. Era una pregunta complicada porque realmente no estaba muy seguro de ello, ¿le gustaba? ¿Cómo prodías saber cuándo alguien te gustaba? No había sentido algo así con alguien antes, lo había pensado varias veces creyendo que podía ser algo diferente, pero quizás sólo era algo diferente y ya está, no tenía que significar que le gustase.

—Con ella es distinto, la veo distinta—le dijo.

—Es una lástima, Marie es agradable.

—No la conoces.

—Como que no, he ido a La Clave de Sol antes, es amiga de Evan—respondió—. Espero que no te arrepientas luego de eso.

—No sucederá—le dijo con seguridad, aunque Gastón tenía la idea de que sí pasaría.

—Después de esto iré a hablar con Keyla—dijo—, estoy planeando una cita, pero me ha invitado a cenar en su casa mañana.

—Me gusta lo mucho que Keyla y tú se llevan bien, es increíble.

—Lo sé, es genial poder tener alguien con quien apoyarse—dijo y sonrió—, la quiero mucho. No sé cómo ha logrado tenerme tan loco por ella.

—Es increíble.

—Ella lo es.

Lo Que Quieren Los ChicosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora