CAPÍTULO 7

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Lunes al mediodía, no me había cruzado con Jack Clapton ni por casualidad.

Salí de algo llamado infierno para entrar a algo peor: realidad. Las piernas me dolían menos, a pesar de que el día anterior había dado la vuelta al mundo acompañada por Clapton.

Miré hacia arriba; el clima era cada vez peor, cada vez más frío, más nublado y con más niebla. En verdad un patético panorama.

Me monté sobre la patineta para volver a mi casa, me posicioné para salir andando (aunque dudaba de mi estado físico) y:

-No te vi en todo el día- escuché desde atrás.

Volteé; Jack Clapton se acercaba a mí esperando que no me aleje y cuando se encontró a mi lado, sin bajarme del skate, continué mi camino a un ritmo más lento que una balada de amor.

-Yo, las veces que te vi, intenté evitarte.

-¿De veras? Discúlpame si te molest...- comenzó con tono levemente preocupado.

-No hablaba enserio.

Rio aunque el tono preocupado seguía ahí. Sabía que yo lo haría sin problema alguno.

-¿Y ahora que harás?

-Lo que siempre hago: dormir, comer, música. ¿Tú?

-No lo sé.

Interesante. Jack Clapton no era un chico corriente, él era más bien como un detalle bonito de la Catedral de San Basilio(12),  pero que no se distinguía entre tantos otros detalles.

-¿Quieres hacer algo?- siguió luego de una pausa.

-No gracias, tengo una agenda ocupada.

Me intrigaba saber lo que él haría el resto del día pero no tenía ganas de que creyese que éramos amigos así que tomé mi propio camino.

Partí a mi casa de manera veloz -incluso si eso estimulaba el dolor de mi cuerpo-, sin mirar atrás y sin tener que preocuparme de que le pasaba por la cabeza a los demás.

Cuando entré no había nadie, nunca había nadie. Se sentía como vivir sola, aunque no era igual, ya que esa casa debía estar llena de gente y de vida: al igual que el hogar de una familia, sin embargo, nunca lo estaba. Una auténtica mierda que muchas veces me tranquilizaba, como un calmante para la vida. Pero los calmantes se dan como vacunas y las vacunas duelen.

Me recosté sobre la cama a pensar. Me senté frente al escritorio a dibujar. Me quedé sobre el piso a sufrir. Me levanté a aclarar mi mente, no funcionó. Me largué de la casa para entender, ver desde otro punto de vista y lo confirmé: nada en mi vida tenía sentido.

Nada en la vida lo tenía.

Y seguí moviéndome de un lado a otro buscando nuevos puntos de vista, y terminé sentada a los pies de un árbol cerca de la acera en quién sabe dónde.

Miré el cielo, que continuaba gris con algunas nubes más claras y otras más oscuras, era una obra de arte.

La gente pasaba por la calle, Jack Clapton era una de ellas.

-Seguimos cruzándonos- comentó deteniéndose en frente mío.

-Tal vez tú te cruzas en mi camino- respondí.

-Tal vez tú eres la que se cruza en el mío- Clapton era ingenioso.

Se sentó a mi lado y miró hacia donde yo lo hacía segundos antes. Él observaba cada curva de cada nube con detalle sin que se le escape ni un rasgo.

Estuvimos así casi una media hora, buscando algo; una pregunta o una respuesta.

-¿Qué te traía por aquí?- pregunté.

April's Diary // COMPLETODonde viven las historias. Descúbrelo ahora