CAPÍTULO 33

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Desperté por el sonido monótono de una máquina.

Al abrir los ojos pude notar que me encontraba en un hospital. Estaba cansada y el cuerpo me dolía, pero la sensación de tranquilidad que había en mí era hermosa –aunque no estaba muy en claro si aquel efecto lo habían causado los remedios-. Cables se enredaban sobre mi cuerpo, no tenía energía suficiente pero intenté desconectarlos ya que eran bastante molestos (y obviamente fallé).

Supe que era temprano por la tarde debido a la cantidad de luz que veía reflejada en las paredes.

Al voltear para observar la otra parte de la tétrica habitación, me lo encontré de nuevo, suspiré internamente. Deseaba que se quede como estaba por una eternidad: sentado sobre una silla, con los brazos apoyados sobre las rodillas, una mirada atenta y preocupada que observaba la vista del ventanal, con el cabello como siempre lo llevaba –despeinado y precioso-. Se lo veía inquieto, angustiado, aunque irradiaba felicidad por otro lado.

Me miró y su expresión cambió por completo: esbozó una sonrisa que se dibujó tanto en su boca como en sus ojos, como en su alma.

-¿Te sientes bien?- se levantó y se sentó a un costado mío. Su tono de voz era suave, como si yo fuese una pluma y en tan solo un suspiro volase lejos.

Acaricié suavemente su rostro-¿Porque nunca creí que yo te gustaba de verdad? ¿Por qué nunca acepté el amor que siempre intentaste darme?

Reflexionó por un momento y más tarde respondió:

-Hay una frase que dice; La verdad es poesía, y la poesía no le gusta a nadie.

Sonreí al igual que lo había hecho antes, era increíble, ni siquiera recordaba como se hacía... Pero lo estaba haciendo.

-Es irónico porque, generalmente detesto la poesía, sí, pero en estos momentos, saber la verdad me gusta más que a nadie- hablaba lentamente, estaba muy cansada.

-Anoche le avisé a Thalía lo que te había pasado y vino cuando pudo. Le avisaré que estás bien, estaba preocupada- se levantó, y mientras caminaba hacia la salida dijo- Tú intenta descansar.

Cerró la puerta y –aunque no me gustaban las órdenes, acepté seguir esa- dormí de nuevo.

Desperté y supuse que había pasado horas dormidas por el hecho de que, cuando abrí los ojos, por el gran vidrio se veía el cielo rosado y lila. Era hermoso.

Esta vez, sobre la silla no se encontraba Jack, no había nadie. En cambio, Thalía entraba en la habitación esbozando una pequeña sonrisa incómoda: no sabía qué hacer ni cómo reaccionar.

Yo, por otro lado, me sentía como uno de esos entrevistadores de TV en los que cambia el invitado por episodio –exceptuando que yo no era quién hacía las preguntas-.

-Hola, April.

Se sentó indecisa y luego se levantó insegura; nunca la había visto así.

-Sé que debería preguntarte cómo estás pero...No puedo, es decir, siento como si fuese nuestra madre. Nunca estuve para ti y recién ahora, que estás en el hospital, vengo a verte como si fuese la mejor hermana del mundo

No solo lo decía, sino que también lo sentía. ¿Cómo había terminado tan alejada de ella? La única que había vivido junto a mí la miseria de una infancia repleta de engaños, era ella. Y en ese momento ni siquiera sabía cómo entablar una conversación conmigo. Internamente, yo ya no estaba peleada con ella. Ya me había amigado aquella noche de la fiesta. De lo que nunca me había dado cuenta, era que ella no sabía que ya no pensaba que fuera mi enemiga.

-Yo nunca te dejé acercarte a mí tampoco- mi voz sonaba exhausta y somnolienta, y así estaba yo- ni siquiera me aproxime a ti para ver en que andabas, o si necesitabas algo.

Le habían brotado lágrimas y su maquillaje se había comenzado a correr.

-Lo sé pero yo soy tu hermana mayor, April... Perdóname, nunca fui una buena hermana...

Se sentó en la silla y sostuvo su cabeza con sus manos, cubriéndola.

-No te castigues, hacemos lo que podemos...Crecimos como pudimos, nada de eso es tu culpa.

Me dolía la cabeza y sentía algo extraño en mi brazo; al voltear vi un suero que se clavaba en mi extremidad superior y lo alimentaba.

Al volverme hacia Thalía, ella ya estaba frente a mí sorprendiéndome con un abrazo de esos que una persona da en señal de perdón, de reconciliación. Me di cuenta de que ella lo necesitaba...y yo también.

-Le mandaré un mensaje a mamá para cuando vuelva en cuanto pueda.

Claro que no. Elisabeth no era mi familia, lo había decidido en ese momento: nunca había actuado como una madre, nunca le había interesado serlo...Nosotras éramos tan solo unos errores probablemente. Y cuan más lejos la podría mantener de mi vida, mejor era para mí.

-No, no lo hagas.

-April no puedo ocultárselo, es mamá.

-Es tú madre, no la mía... Nunca le importó, no quiero que mi vida tenga que ver con la suya.

Thalía estaba desentendida, ella por alguna razón le tenía más afecto a Elisabeth.

-Hace lo que puede, no seas tan dura con ella...

-No hace lo que puede Thalía, hace lo que quiere. Si alguna vez se hubiese preocupado por nosotras se habría involucrado más en nuestras vidas...O por lo menos lo habría intentado- recordé todos los momentos en los que aquella mujer nos había ignorado, todas las veces en que no había preguntado ¿Qué pasó? Cuando yo aparecía con alguna lastimadura. Y sentí más confianza en mis argumentos- No puedes obligar a nadie a que ame a alguien por quien siente todo menos amor.

Hizo una pausa intentando aceptar todo lo que estaba diciendo, teniendo tanto por asimilar.

-De-de acuerdo pero ¿Qué le diremos?

-Me caí y me golpeé la cabeza, o me raspé con el suelo, o algo por el estilo...No preguntará mucho.

El sueño se me había pasado pero el dolor de cabeza seguía, y más fuerte.

Rato más tarde, Thalía se fue.

Horas después volví a descansar: estaba agotada luego de tantas semanas sin dormir. Además, demasiadas cosas habían pasado de repente, era como unas suturas en el alma; dolían, molestaban un poco, pero sanaban las heridas.

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N/A: mil perdones que no estuve publicando nada; el colegio me agota todo el tiempo que tengo :( y además ya ni siquiera se si alguien lee estas historias.

April's Diary // COMPLETODonde viven las historias. Descúbrelo ahora