CAPÍTULO 5

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N/A: Referencias al final del capítulo.

Me desperté con más hambre de lo común (el día anterior, extrañamente no había cenado). Eran las diez de la mañana. Le lancé una mirada a la almohada, que me llamaba para que duerma hasta la una, pero el hambre que tenía superaba mis ganas de descansar por lo que me levanté.

Bajé al comedor casi a rastras aunque un minuto antes que el resto de mi familia(6). El dolor era el mismo que el del otro día.

Ya todas abajo, nos sentamos.

Silencio había por demás. No acostumbrábamos a comer juntas, era casi un hecho extraordinario ya que era algo que tan solo ocurría algunos sábados en la mañana cuando Thalía y mi madre no tenían resaca de las fiestas de los viernes. Aunque por suerte eso ocurría solo una vez por siglo ya que si no fuese porque mi madre se iba al súper club de golf con sus amigas, la situación se volvería a repetir los domingos.

Ella, luego de haber tomado su café y sus tostadas con mermelada, se dirigió a la puerta de casa a buscar el diario. Mi vida era menos interesante que un documental sobre cajas de cartón.

Luego de terminar mi café y el waffle que yo misma había preparado (aunque cocinar no era una de mis habilidades), pensé que podría ir a dar un paseo en mi skateboard; algo que siempre me calmaba, no tardé en recordar que más del cincuenta por ciento de mi cuerpo estaba lastimado. El paseo estaba descartado.

Subí las escaleras sin anticipárselo a nadie (cosa que no importó ya que ambas estaban en sus propios mundos). Las piernas me ardían del dolor. Sin embargo yo seguía.

Llegué a mi cuarto, cerré la puerta y me senté sobre la cama, observé las vendas y me las quité(7). Se sentía como abrir un regalo excepto por la parte en que cuando terminas de desenvolverlo, ves algo que es un tanto repulsivo.

Una desagradable mancha seca marrón, roja y un poco violeta. En resumen: horrible, al igual que la mayoría de las cosas que formaban parte de mi vida, al igual que yo.

Dejé las vendas viejas a un lado y, recostada boca arriba, volví a dormir.

Me desperté unas horas después cuando escuché a mi madre arrancar el auto y largarse. Me levanté y cambié las vendas, tomé mi celular (sin notificaciones) y llamé al teléfono de una pequeña hamburguesería ordenando comida.

Esperé mi pedido en el frente de la casa, sobre las escaleras de la puerta que llevaban a la calle. Aunque se acercaba el invierno no tenía mucho frío ya que un conjunto de joggings gris con unas zapatillas negras me abrigaban lo suficiente.

Todo era inmensamente deprimente; desde la calle hasta el cielo nublado que mantenía a todos en sus casas preparándose para la lluvia. Las plantas lucían descoloridas y los árboles, que no tenían nada encima daban pena. La acera estaba completamente cubierta de hojas al igual que las escaleras en las sobre las que me había apoyado. Las casas de enfrente eran monocromáticas, en serie, aburridas. Me encontraba en la nada misma.

La empleada desmotivada, delgada y extremadamente pálida (bueno, al igual que yo) llegó hasta las escaleras con mi pedido en mano. Le pagué y entre antes de que la comida se enfríase.

Coloqué el festín sobre la mesa blanca y comencé a comer como un animal . Todo era exquisito para un paladar como el mío, aunque la comida no hacía que me deje de sentir como la mierda de persona que yo era. Ni me hacía dejar de pensar en la muerte. Ni hacía que mi mente deje de ser un maldito desorden que me volvía literalmente loca.

Cuando comencé a recodar todo lo que la comida no podía hacer guardé todo en la bolsa en la que había llegado, y subí a mi cuarto dejando sobre la mesa el desastre que había hecho. Era lo que hacía. Lo que mejor hacía. Desastre.

El resto mi día consistió en ampliar mis conocimientos sobre el Rock n' Roll y las bandas de ese género, aunque ya las conocía todas. Luego escribí más idioteces en mi diario como:

Se nace siendo un desastre

Y se muere de la misma manera

La locura mata, hace que tu cerebro se de vuelta

No se necesita un cuchillo para morir

Es horrible.

Y más tarde; luego de comer lo que sobraba de mí comida(9), me dormí cerca de las 3 a.m. No había intercambiado más de cinco palabras con mi madre y mi hermana en todo el día.

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Referencias

6. O a lo que llamarían dos zorras y una chica que parece suicida.

7. No porque estaban tremendamente sucias, lo hice porque yo soy lo que se determinaría como una persona un tanto masoquista.

8. Lo que necesariamente no es algo malo porque un animal puede comer de forma tranquila, aunque este no era el caso.

9. Que se había mantenido intacta porque muchas calorías no le hacen bien al físico de las perras con las que vivía.

April's Diary // COMPLETODonde viven las historias. Descúbrelo ahora