N/A: Referencias al final del capítulo.
La siguiente clase decidí tomarla, en parte porque no tenía nada más interesante para hacer y por otro lado –aunque no lo admitía-. no quería encontrarme a Jack Clapton.
En fin, una hora de aburrida Biología. Me senté en la tercera fila e inmediatamente lo distinguí sentado en la quinta fila.
Esta vez no pude leer mi libro ni por un segundo; cada vez que intentaba hacerlo me volteaba con malhumor al sentir su mirada sobre mí, sin embargo él tan solo leía su libro.
No me quedó más opción que prestarle atención al profesor Smith y la teoría de la evolución.
Al final de la clase me quedé sentada garabateando en mi cuaderno. Naturalmente y con mucho entusiasmo Jack Clapton caminó hacia mí, recogió una de las sillas, la volteó de modo que quedó enfrentada a mi mesa y se sentó.
-¿Y?- Me preguntó él.
Levanté la cabeza, mi rostro se reflejaba en sus ojos verdes, un pequeño golpe se asomaba cerca de su ceja -seguramente se había caído o algo por el estilo, no importaba- luego de unos segundos la bajé.
-¿Y qué?- le pregunté yo–.No sé de qué hablas.
-Sé que sabes– dijo con una sonrisa–. Piensas que soy guapísimo.
-Claro que no– contesté amargada por ese nuevo encuentro que no tenía ganas de vivir.
Clapton se levantó, se acercó a mí y me susurró en el oído.
-Sé que me miraste toda la clase de biología– y luego se largó.
El aroma a menta de su boca quedó en mi oído derecho y cuando me quise dar cuenta, había garabateado tan fuerte en el cuaderno que había traspasado dos o tres hojas. Realmente molesta, guardé unas pocas cosas en mi mochila y partí hacia mi casillero. Cuando llegué dejé un par de libros, tomé mi skate y me fui.
Opté por ir caminando, quería despejar mi mente.
Llegué cansada a mi casa, lo único que quería hacer era recostarme en mi cama y poner a todo volumen The Rolling Stones, olvidarme del molesto Jack Clapton, de todo el mundo y sus problemas. Prendí mi celular que seguía sin notificaciones, lo desbloqueé, comencé a reproducir sus mejores éxitos y me tumbé en mi cama(4) .
Me quedé dormida.
–Biiiiip biiip- La pantalla de mi teléfono, primero leí -2.00 am –. y debajo decía "Has recibido una solicitud de amistad de Jack Clapton".
-Idiota- dije cansada.
Ni yo recordaba que tenía Facebook, pero eso no fue lo que más me sorprendió. No entendía por qué se había tomado el tiempo como para hacer eso. Tal vez a Jack Clapton le funcionaba más de una neurona.
Igualmente no aceptaría su solicitud ya que no soy de esas personas que tan solo por conocer a alguien lo agrega a cualquier red social, de hecho yo ni siquiera usaba las redes sociales.
Revisé rápidamente mi perfil, estaba tan desactualizado: tenía menos de diez amigos, mis gustos incluían la pizza, la saga de Crepúsculo (saga que ahora se encuentra en la lista de cosas que odio) y mi foto de perfil era de hace tres años, aproximadamente.
Dejé mi celular sobre la mesa negra repleta de papeles y libros, puse mi cabeza sobre la almohada dejando mi rostro sobre ella.
Veinte malditos minutos cambiando de postura para volver a dormir, llegué a una postura muy cómoda mirando hacia mi teléfono. Ya me pesaban los párpados hasta que de repente la pantalla de mi teléfono se iluminó:
–Jack Clapton intentando joderme por otra red social-pensé.
De todos modos chequee mi celular y no tardé en notar que era tan solo una propaganda en forma de SMS.
Ya que no podía dormir y tampoco tenía nada para hacer, rápidamente supe que era momento de comer, comer, comer (que era, a veces, mi manera de desahogarme).
Bajé las escaleras y me encaminé por el frío piso de cerámica blanca hasta la moderna cocina con menos espíritu que el equipo de fútbol de mi colegio.
Abrí la nevera. La comida me estaba esperando.
Sin tardar mucho encontré mi objetivo: las sobras de una pizza de Peperoni (que estaba incluida en mi pequeña y limitada lista de cosas que me gustan). Sin más rodeos, la recogí.
Subí las escaleras; los escalones rechinaban un poco ya que eran de madera(5) pero me importaba una mierda despertar a mi madre o a mi hermana. Entré en mi habitación.
No me gustaba comer en la cama así que abrí el panel de vidrio que daba al balcón con mi cuaderno y mi celular en mano y me senté en aquel frío y despejado piso.
Frío y amplio – dije mirando hacia el cielo cubierto por estrellas – igual que la venganza – continué.
Sujeté un trozo de pizza, frío, al igual que el suelo y al igual que tantas cosas más.
Mordí una vez el trozo que tenía. No sabía tan bien pero ya estaba acostumbrada a no tener lo que esperaba. Dejé de lado la comida y me quedé pensando.
Vida...Muerte...Vida...Muerte... ¿y entre ellos? Tal vez sea... vierta o muda –palabras que sonaban similares-. Vierte: echar, tirar, vertir...¿Invertir? Muda: que no puede hablar, que no habla, silencio...podría ser un silencio invertido. Tal vez la muerte era un lugar tan silencioso que pasaba de la paz al descontrol en segundos. Tal vez sonaba como un tenedor chillando contra un plato o como el ruido que hace una tiza nueva escribiendo sobre un pizarrón.
Recogí mi diario, lo abrí en la primera hoja en blanco que encontré. Luego tomé del bolsillo mi lapicera negra y comencé a escribir.
De repente vino, se sentó sobre mis piernas cruzadas y en son de saludo me lamió la cara.
–Hola Buddy- dije mientras continuaba observando las estrellas. – Tú no eres un imbécil, por eso eres mi amigo- ¿Por qué hablaba con un perro? Es decir, ya sabía que no me iba a responder pero me alegraba que él de vueltas o me traiga su pelota de tenis, pero yo no estaba de humor para actuar como si la vida fuese un arcoíris. Nunca estaba de humor para actuar de esa manera.
El perro era el único que no me prejuzgaba, él vivía a base del afecto que yo le daba -algo increíble ya que estaba acostumbrada a hacerlo, y cuando lo hacía, no era muy a menudo-. Algo que muchas veces me hacía sentir mal porque él no se merecía la maldita dueña que tenía. Ni siquiera entendía como sobrevivía, si yo no me ocupaba de él entonces nadie más lo hacía.
Bostecé, froté mis ojos.
–¿Vamos a dormir?– pregunté a mi perro, quien por supuesto me siguió.
Lo subí a la cama y cuando él ya se había acomodado a los pies de esta, me recosté. Al rato me recubrí con mantas, y luego de unos minutos me quedé dormida.
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Referencias
4. Que por cierto, estaba durísima porque a la mañana había dejado todos mis libros bajo la sabana y luego lo olvidé.
5. Seguramente, aquí se darán cuenta del poco gusto de diseño que tenía mi madre al hacer una cocina futurista de puro acero y cerámicas blancas, comparado con el resto de la casa que –a pesar de ser en tonos de gris- poseía escaleras viejas y de madera marrón.
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April's Diary // COMPLETO
RomanceLo único importante en su vida: su extremadamente depresivo diario, el rock, sus libros antiguos y su perro. Acostumbrada a alejar a cualquiera que se le acerque, una chica que le buscaba el lado malo a las cosas, que sin importar cuando, le buscaba...