26. Rebecca.

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Maldije para mis adentros. Pensé que él lo había dicho, pensé que lo había escuchado bien aquél "Loco por ti". Pero, ¿en qué estabas pensando, Bec? ¿Enserio creíste eso? Vaya ilusa. Sacudí mi cabeza, saliendo así de mis absurdos pensamientos.

Harry señaló con la mirada una luz, proveniente de una linterna. El guardia no había tardado en notar nuestra presencia. Y no era para menos, nuestras risas habían sonado alto. Me quedé estática, sabía que estábamos en problemas, nos encontrábamos violando propiedad privada. El rizado rió en voz baja, y se apuró a tomarme de la muñeca, para guiarme tras él.

El corría con una sonrisa en su rostro, y yo lo seguía algo más temerosa. Sin embargo, era divertido, tenía que admitirlo. La escena que vivía me recordaba a las películas. La chica corriendo de la mano con su chico bajo la luz de la luna y las estrellas, riendo, jugando, escapando, era tan romántico. Pero no, esta no era una película romántica, y definitivamente no iba a serlo jamás, no nosotros. No conmigo.

Llegamos a escondernos justo detrás de un gran árbol. Escuchamos al viejo guarda vociferar algunas cosas. Nos había visto ya. Harry reía por lo bajo y yo lo acompañaba. Sentí su mirada sobre mí ahora, traté de no mirarlo, para no parecer más estúpida de lo que me sentía. Mis mejillas se acaloraron y mis ojos vagabundeaban de un lado a otro, evitando a toda costa cruzarse con los suyos. Mordí mi labio inferior, ¿por qué diablos estaba tan nerviosa? Harry siempre me miraba de ese modo, ¿por qué ahora reaccionaba tan patéticamente? Tragué saliva, intimidada. Escuché otra vez esa particular risa, y sentí en mi estómago un cosquilleo.

-¿Qué es tan gracioso?- pregunté casi en un susurro, ahora sí mirando sus ojos, con el ceño fruncido.

-Tú. Tú eres graciosa- contestó sin dejar de mirarme, con una sonrisa de lado en su rostro-¿Te pone nerviosa que te mire, preciosa?
- dijo con su mejor voz de seductor.

Rodé mis ojos y suspiré de mala gana, sin embargo, con una sonrisa divertida en mi cara.

-Ay, Styles. Sabes que esos trucos conmigo no funcionan- hice una mueca graciosa con mis labios.

Volvió a sonreír de lado, mirándome intensamente a los ojos. Ahora estaba diferente. Y yo me sentía diferente también. Esa sonrisa que hacía estaba terminando conmigo. Mordí mi labio inferior y sentí que el rizado se encontraba más cerca de mí. Su respiración estaba tranquila, y la mía algo más agitada. Apreté mi mandíbula y me alejé de él. Sabía lo que intentaba, y aunque se me estaba haciendo irresistible, no dejaría que vuelva a besarme.

-¿Podemos irnos ya?- pregunté rompiendo la tensión.

-Espera, vamos por allá- señaló con el dedo índice el sector dónde se encontraban las lápidas.

Lo miré con desprecio, en una forma de negarme a ese camino. Él me ignoró por completo y se dirigió hacia esa dirección. Lo vi tirar la colita de su cigarrillo al suelo, para luego pisarlo. Lo seguí, no iba a quedarme sola.

Harry empezó a fijarse en cada una de las lápidas, con el ceño fruncido. Imité su acción.

-¡Mira aquél!- dije riendo, mientras señalaba una lápida que tenía un imagen de un hombre que me había causado gracia- Parece un...

-¡Hey!-me interrumpió- Es mi tío- dijo con seriedad.

-Uh, y-yo lo siento- balbuceé.

Lo escuché otra vez reír, esta vez más divertido. Lo miré con el ceño fruncido.

-Es un chiste, gatita. No te enojes, pero me encanta cuando te pones nerviosa.

Lo fulminé con la mirada y volví a reír.

El viejo hombre que custodiaba la entrada ahora se encontraba a paso lento tras de nosotros.

-¡Eh! ¡Eh!- lo escuchamos gritar- ¡Ustedes dos!

Empezó a acercarse a nosotros, en un intento de correr, lo cuál se le dificultaba debido a que estaba rengo de una pierna.

Giré otra vez hacia Harry, quién se encontraba relajado y parecía no darle importancia al hombre. Quise adelantarme y obligarlo a salir de allí, pero en un movimiento torpe me resbalé con el poco de tierra mojada que había en el suelo. Antes de caer completamente me agarré de la camiseta de Harry, llevándolo con fuerza hacia el piso.

Ahora ambos nos encontrábamos tendidos sobre el suelo. Él había caído en la tierra, y yo, justo encima de él.

RudeBoy |H.S|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora