Camine por los pasillos del Instituto con la mochila prácticamente vacía, sobre mi hombro derecho. La gente me dejaba el paso, era importante. Las miradas de todas las chicas estaban sobre mí, detallando cada parte de mi cuerpo. Yo sonreía de lado y le dedicaba algunas miradas provocadoras a las más bonitas. Ellas respondían con una sonrisa tímida y sus mejillas se sonrojaban mientras entrelazaban un mechon de cabello con sus dedos y uno de sus pies se movía apoyando sólo la punta de éste. M gustaba el efecto que causaba en ellas, la forma en la que me deseaban. Había olvidado lo bien que eso se sentía esperando que una castaña de ojos miel reaccionara así, pero nunca lo hacía. Bueno, hasta hace unos días.
Me propuse ser detestable. Más jodidamente detestable de lo que quizá ya era. Así, dentro de unas semanas ella agradecerá no quererme y tenerme lejos de ella. Claro que por el momento no se me estaba haciendo fácil. Ella con su simple sonrisa lograba ponerme de cabeza, con un simple beso en a mejilla podía comprarme el mundo. No estaba seguro de querer alejarme de ella, pero de verdad tenía que hacerlo.
Por suerte, hasta el momento, ese jueves no me la había cruzado en el Instituto. Me junté con mis amigos, a los cuáles había dejado un poco de lado. Ellos me recibieron bien, como de costumbre, elogiando tal vez algunas piernas que estuvieran a la vista debajo de esas cortas faldas.
Sólo las chicas bonitas se acercaban a hablarme. Las feas ni siquiera se atrevían a pasar por al lado mío. Yo me encargaba de hacerles saber de antemano que jamás tendrían una oportunidad conmigo, con algunas miradas despreciativas o uno que otro insulto de broma. Eso era algo que también había perdido. Gracias al cielo, ya estaba de nuevo. Sí, Harry Styles había vuelto.
Fui hasta mi casillero para sacar el libro que necesitaba para mi próxima hora. Faltaban apenas unos minutos para que el timbre mandara a todos a sus salones. Algunos patéticos ya se encontraban dentro de los mismos terminando alguna tarea que dejaron para último momento. Me reí de ellos y fui hasta mi casillero, para apoyar mi espalda en éste, con los brazos cruzados, un poco recostado.
-Adiós, preciosa- dije mirando de arriba a abajo a una de las animadoras más lindas del Instituto.
-Harry- se mordió el labio inferior y bajó su vista hasta mis labios. Se sonrojó- Tus ojos se ven aún más verdes hoy- sonrió coqueta.
-Debe ser el clima- dije restando importancia a su cumplido- Y dime hermosa, ¿que te pondrás para tu cita de esta noche?
-No tengo ninguna cita esta noch...- le giñé un ojo para que pudiera entender mi insinuación- Oh, te sorprenderé- añadió mientras se alejaba moviendo exageradamente su culo y haciendo a todos babear.
Sonreí triunfante. Las chicas nunca se negaban a mí, y eso me aumentaba cada vez más el ego. Sin contar con el hecho de que esa chica era una de las más inalcanzables y deseadas del Instituto. Claro que no para mí.
Volví mi vista hacia la puerta de entrada, al principio del pasillo, ya casi vacío debido a que faltaba un minuto para que todos entraran a sus salones. La vi llegando. Su mirada era de preocupación. Reí al notar que se había quedado dormida, otra vez. Siempre llegaba tarde. Mientras caminaba se agachaba para acomodar sus medias. Llevaba su largo cabello castaño despeinado, la camisa por fuera de la falda, y el corbatín desacomodado. Bajo sus ojos, ojeras notables sin maquillar. Respiré hondo. ¿Cómo podía una persona verse tan bien?
Pasó frente de mí y siguió de largo. Agradecí eso por unos segundos, ni siquiera sabía cómo hablarle sin tener esa sensación y esas ganas de besarla y quién sabe qué mas. No duró demasiado, ya que ella se volvía hacia mí, con una sonrisa. Con esa jodida y maldita sonrisa. Tensé mi mandíbula y la miré sin expresión alguna.
-Oh, Harry. No te había visto- dijo despreocupada y divertida- ¿Sabes? Iba a llamarte, tenía algunas cosas que contarte pero no lo sé, se me pasó, supongo. Sabes que soy medio despist...
-Shh-la callé mirando para todos lados.
-¿Qué ocurre?- preguntó haciendo lo mismo tratando de comprender.
-Mira, no deberías hablarme- la miré haciendo una mueca- La gente siempre me está mirando. Sobre todo las chicas, ellas aman contemplarme, ya sabes- dije con confianza.
-Sí, como sea- rodó sus ojos- ¿Y qué con eso?- continuó, confundida.
-Sabes que todo el mundo inventa rumores. No quiero que piensen que tú y yo salimos, ¿sabes? Espantas a mis chicas. Y los dos sabemos que yo nunca, jamás saldría con alguien... ya sabes, alguien como tú- la miré con desprecio para luego sonreír abiertamente.
Vi sus ojos apagarse y su sonrisa borrarse. Sentí una punzada en mi corazón. Luché para mantenerme firme, pero me dolía demasiado verla de esa forma.
-¿Qué diablos te pasó, Hazza?- preguntó entrecerrando los ojos.
-No me llames así. No seas ridícula- dije frío, manteniendo una sonrisa irónica.
-Antes no te molestaba que la gente pensara esas cosas, y mucho menos que te llamara Hazza- dijo con un poco más de furia.
-Bueno, algunas cosas cambian, gatita- sonreí en una mueca. Para mi suerte, el timbre tocó, no aguantaría un minuto más tratándola de ese modo- Ahora, si me permites, debo ir a clases- comencé a alejarme de ella- Ah, y por favor, trata de ser discreta, no quiero que piensen nada de nosotros. Arruinarías mi reputación.
Era un buen actor. Tanto, que llegaría un momento en el cuál yo me creería mi propio personaje. Ella me odiaría, yo a ella. Yo seguiría siendo el rompe corazones mujeriego y ella tal vez encontraría a alguien que la haga feliz, y fin de la historia. ¡Todos felices y comiendo perdices!
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RudeBoy |H.S|
FanfictionEl chico rudo, el peligroso, el que jamás se enamora. ¿Habrá alguien capaz de demostrar lo contrario? ¿Habrá alguien capaz de sacarle la mascara? Adaptada creditos a la autora.