35. Rebecca.

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No sabía como responder a eso. Dudé entre escupir en su cara o salir corriendo antes de llorar delante de él. Claro que no hice ninguna de las dos, ya que él me ganó de antemano y salió de la escena antes que yo. No había ninguna expresión en mi rostro más que la de confusión. Preferí ignorarlo y entrar a mi salón.

Ésta vez decidí sentarme lejos de Harry. Había un lugar vacío cerca de mi amiga Lily la cuál me saludaba con una abierta sonrisa. Le dediqué una rápida mirada al rizado. Él mantenía su vista baja, más específicamente sobre su libro de Literatura, buscando alguna página, con el ceño fruncido. Fueron unos segundos en los que levantó la vista directamente hacia mí y se quedó un rato con la mirada clavada en mí. Nuestros ojos se encontraron tan intensamente que sentí mi corazón estrujarse. Al caer en la cuenta de esto, Harry desvió sus increíbles orbes verdes hacia cualquier otro lado, algo incómodo, podía notarlo.

Las horas pasaban sin pena ni gloria. No había conversación, no había insultos, ni siquiera miradas. Estábamos ignorándonos como dos completos idiotas.

Quería ir a hablarle, preguntarle que sucedía, sí había tenido un mal día, si verdaderamente estaba todo bien, si necesitaba algo. Pero habían dos cosas que me lo impedían. Uno, estaba algo enojada y no sabía si correspondía hablarle. Dos, mi orgullo. Mi jodido orgullo. Jamás podré dejarlo de lado.

Ya casi llegaba la hora de salida y nada. Él se encontraba en el centro de una ronda con sus amigos y las animadoras del Instituto. Tal y como estaba cuando lo conocí, antes de que se acercara a mí a bajar mi falda y humillarme ante todo el cuerpo estudiantil.

El timbre sonó. Él se despidió de su gente y antes de marcharse con la mochila al hombro me dedicó una mirada fulminante. Si las miradas mataran, yo ya estaría muerta. Había sido intensa, llena de odio. Sus ojos fueron capaces de dejarme todo en claro, sus ojos claramente hablaron para decir "no se te ocurra acercarte a mí". Me dolió en el pecho.

-Ya, dime. ¿Cuál es tu maldito problema?- no esperé ni un segundo más para encararlo.

-Rebecca, creí decirte que mantuvieras distancia- dijo entre dientes mirando de un lado a otro.

-¿Acaso crees que soy tonta? Aquí hay algo más y no puedes ocultármelo. Te conozco.

-¡Deja esa maldita mierda de que me conoces! Crees que lo haces pero no es así, Rebecca- gritó con odio en sus ojos.

-Entonces, ¿qué quieres?- pregunté bajando la vista.

-Te quiero les de mí. Quiero que no vuelvas a acercarte y pretender que somos amigos, o cualquier otra estupidez que pase por tu mente. Te quiero lejos de mí- confirmó con la voz fuerte y segura, pero sus ojos cristalizados de la impotencia.

-Bien.

-Bien.

Si el quería que fuera el fin, pues iba a ser el fin de lo que sea que hayamos tenido.

Me había dolido. Pero no iba a permitirme soltar una lágrima delante de Harry. No de ese Harry. Ese era el Harry que odiaba. Ese era el Harry el cuál nunca hubiera tenido como amigo. El Harry al cuál jamás le confiaría mis más peores secretos. El Harry del cuál jamás, jamás, jamás me enamoraría.

Quise llegar hasta mi casa lo más rápido posible. Corriendo. Cerré la puerta de mi habitación con un portazo. Estaba enojada. Tenía impotencia. Maldito bipolar resultaste ser, Styles. Dejé salir las lágrimas acumuladas en mis ojos.

Maldije haberme enamorado de ese estúpido.

RudeBoy |H.S|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora