40. Rebecca.

8.3K 424 5
                                    

Tensaba mi mandíbula y miraba hacia la ventanilla, evitando cruzar la mirada con el rizado. Él manejaba con algo de furia en su rostro, sin dirigirme la palabra. Sentía de vez en cuando su mirada sobre mí, pero la ignoraba. Estaba enojada, y no sabía qué efecto podía llegar a causar en mí esa mierda verde azulada, sumado a todo el alcohol que había tomado.

El volvió a mirarme, esta vez más profundamente. Respiré hondo y me hundí más en mi asiento. Prendió la radio para liberar un poco la tensión que había en el ambiente.

Por suerte, no estábamos lejos y no demoramos mucho en llegar. Me bajé rápido del coche y sentí tambalearme un poco. Todo me daba vueltas. Sin embargo, estaba consciente de todo. Harry apareció a mi lado para tomarme con sus brazos y no dejarme caer. Hice una mueca y me separé de él.

-Deja de tratarme como una niña. Puedo sola- gruñí.

Su mirada se apagó y se separó de mí. Me encaminé como pude hasta la puerta de casa. ¿Cómo era posible que no pudiera caminar bien? Harry rió por lo bajo y me tomó otra vez para llevarme hasta mi habitación.

Me deshice de mis zapatos y me dejé caer en el suave colchón, agarrándome la cabeza. El rizado permaneció parado frente a mí, sin moverse, sólo me observaba. En su rostro, esa misma sonrisa que me desarmaba por completo.

-Puedes irte ya- dije con frialdad.

-Sí- musitó él.

Salió de la habitación a paso lento, con la cabeza gacha y sus ojos tristes.

-Espera- se detuvo- No dejaré pasar esta oportunidad, no ésta vez.

Lo miré confundida. ¿Qué estaba queriendo decir?

-Rebecca, escucha- suspiró rendido- Sé que me odias, y tienes razón para hacerlo. Todo este tiempo me comporté como un maldito idiota contigo. ¿Pero sabes por qué? Por que fui un jodido cobarde, porque tuve miedo.

-¿Miedo?- pregunté. Sonaba raro escuchar de Harry esa palabra. Lo miré con el ceño fruncido y continué- ¿Miedo de qué?

-Miedo de perderme.... de perderte.

-Lo siento, no entiend...- negué con la cabeza confundida.

Antes de que pudiera continuar él me tomó de la cintura y me atrajo hasta su cuerpo. Podía sentir su respiración poco agitada tan cerca de mí que se me hacía cada vez más difícil alejarme. Sus labios buscaron los míos con deseo y ternura a la vez.

Podía estar enojada, furiosa. Podía odiarlo y aborrecerlo, pero cualquier persona en su sano juicio sería incapaz de resistirse a esa boca adictiva, a esos ojos color esmeralda. A ese chico de cabello rizado, parado frente a mí, siendo impulsivo e irresistible como sólo él sabía.

-Te quiero, gatita. Te quiero como jamás quise a nadie- musitó antes de que nuestros labios se chocaran en el más profundo beso.

Hundí mis dedos en su cabello, sin despegar nuestras bocas. Sus manos permanecían en mi cintura y la tomaban con suavidad.

Puedo jurar que en aquél momento, no había nada que pudiera contra nosotros. Juntos. Juntos eramos invencibles. Perfectos.

RudeBoy |H.S|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora