49. Rebecca.

6.9K 344 8
                                    

Cerré la puerta de entrada detrás de mí. Dejé caer el peso de mi espalda y cuerpo sobre ella, deslizándome. Una sonrisa atónita se mantenía firmemente en mi rostro. Sin poder borrarla, mordí mi labio inferior y apreté mis ojos, pensando en lo que Harry había dicho recientemente, pensando en lo que la noche anterior había pasado, pensando en lo feliz que me hacía saber que él lo era también. Reprimí un gritito bobo de alegría mientras volvía a la realidad.

Levanté mi vista hacia el frente, tarareando mi propia melodía por lo bajo, sonriendo, sin prestarle demasiada atención a lo que había o no a mi alrededor. Sentía que ahora todo estaba bien. Me sentía segura, y confiada. Confiada en que pronto mi madre mejoraría, que pronto ella estaría saludable. Confiada en que el tiempo hará lo suyo. Y mientras tanto, yo tendría más de lo que podía pedir: Harry.

-¿Dónde pasaste la noche?- preguntó una voz áspera y femenina.

Alcé una ceja, extrañada y algo confundida. ¿Marcie me estaba regañando o algo por estilo? ¿Dónde estaban todos? ¿Por qué ella se adueñaba de repente de mi hogar?

-¿Disculpa?- pregunté incrédula.

-Te estoy preguntando dónde pasaste la noche y porqué llegas a esta hora- se puso firme, tensando su rostro y colocando sus manos en sus prominentes caderas.

Hice una mueca y rodé los ojos. Contra mi naturaleza, había decidido ignorarla simplemente, y subir hasta mi habitación. Allí, encerrarme, en lo que era mi mundo cuando no estaba con mi rizado. Mis auriculares.

-¡Te estoy hablando, jovencita!- me detuvo su molesta voz, otra vez. Bufé, con mucha frustración.

Sabía que debía mantenerme dentro de mis casillas. Trataba de no dejar salir a esa fiera que se esconde muy dentro de mí. Bueno, tal vez no tan dentro.

-Pido una explicación. No puedes pasar la noche en otro lado, cualquier cosa podría pasarte- gruñó.

-¿Y a ti qué diablos te importa lo que hago o dejo de hacer?- grité.

-Tranquila- comenzó a ponerse nerviosa y me tomó de los hombros, tratando de tranquilizarme. Me solté con brusquedad.

-No, suéltame. Tal vez puedas manipular a mi padre, pero no a mí. ¿Quién te crees que eres? ¿Mi madre? Oh, lamento desilusionarte pero jamás lo serás. Nunca serás como ella, no puedes reemplazarla.- dije apretando mis dientes.

-¿Te refieres a ser una drogadicta y alcohólica?- contestó sin pensarlo, algo más alterada.

Abrí la boca para decir algo, pero no salió de ella más que aire, y ni una palabra. Me desarmaba cada vez que oía esa palabra. "Drogadicta". Sonaba como un insulto cuando otra persona lo decía. Y pensar que eso era lo que mantenía a mi madre en una camilla, usando respiradores artificiales. Tragué saliva y sorbí mi nariz, tratando de impedir que el agua que se había acumulado repentinamente en mis ojos, saliera. Pero no pude evitarlo. Una lágrima se escapó sin permiso. Me apuré a secarla con las mangas de mi suéter. Estaba inmóvil.

Marcie respiró profundo y bajó su cabeza al suelo mientras pasaba una mano por su frente.

-Lo s-siento, no quise decir eso Bec- habló en un tono más bajo. Se acercó a mí, tratando de conseguir algo de mí con un abrazo.

Me separé de ella con una mueca de asco y apreté mis labios para no llorar más.

-Te odio- musité con rencor antes de partir corriendo hasta mi habitación.

Observé por el barandal del segundo piso, cómo Marcie se sentaba en el sofá, preguntándose qué había hecho mal y porqué había dicho aquello. Era más que obvio que lo había dicho en un momento de ira. Y también era obvio que se preocupaba por mí sólo para tratar de ser una imagen materna para mí. Pero odiaba eso. Odiaba que intentara siquiera ponerse en su lugar. Odiaba que mi padre hubiera dejado toda su vida -y la mía- en Nueva York, sólo por esta mujer. Odiaba que él prefiriera pasar un día con ella y Céline, en lugar de mí.

Quería llamar a Harry. Quería realmente hacerlo, porque sabía que era el único sobre la tierra que podría sacarme una sonrisa justo ahora. Tal y cómo lo había hecho hace unas horas. Pero era pedirle demasiado. Él hacia demasiado por mí. Él siempre estaba allí para mí. Pero yo, ¿yo qué le daba a él?

Un sensación extraña comenzó a invadirme. Una sensación de culpa. Sentía cómo si tuviera a Harry como juguete. Como si lo estuviera usando cada vez que me sentía mal. Lo quería, claro que lo quería, pero... ¿estaba bien?

RudeBoy |H.S|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora