RudeBoy |H.S|

42. Harry.

Entrecerré los ojos algo incrédulo. ¿Ella no me quería? Me sentí estúpido en ese momento. Yo acababa de confesar todos mis sentimientos hacia la castaña y ella me estaba ¿rechazando? Quería abofetearme, estaba quedando muy mal parado. Pero también cierto alivio recorrió mi cuerpo al poder liberar esas dos palabras que llevaba como un nudo en mi garganta hacía tiempo.

Sin embargo, una gran desilusión inundó mis ojos. Mentiría si dijera que no esperaba que ella se lanzara a mis brazos y me dijera que quería pasar el resto de su vida conmigo. Por un lado, comprendía que no me aceptara tan fácilmente. Quiero decir, le había hecho la vida imposible durante un mes, diciéndole que la quería lejos de mí y que no volviera a acercarse a mí jamás. Pero por otro lado, no podía entender que estuviera diciéndome eso.

-¿N-no me quieres, entonces?- tartamudeé.

-No dije que no lo hacía Harry- mis ojos volvieron a iluminarse y esa sonrisa tonta volvió a dibujarse en mi rostro- Pero...

Oh no. Ese "pero" me volvió a destruir. Era como si Rebecca controlara mi humor en ese momento. Cada palabra o frase que decía manejaba mis sentimientos.

-Pero ¿qué?- insistí- Pensé que tu...

-Ese es justamente el problema Harry- su voz sonaba algo más pesada- Tu piensas que soy como las demás, que soy de esas estúpidas a la cuál puedes convencer con esa... esa sonrisa compradora, esos brillantes ojos verdes, y esa actitud posesiva de "yo consigo lo que quiero, sea como sea"- me acusó.

-Vaya... así se siente que te rechacen- hice una mueca. Juro que no quise decir eso, pero simplemente salió.

-¿Lo ves? Tu esperabas que yo fuera otra tonta que cae ante ti- dijo caminando de un lado a otro por la habitación- No soy como las demás. En ninguno de los sentidos, Harry- se detuvo a mirarme a los ojos- No soy una de esas. Tu me lo dijiste alguna vez, ¿recuerdas? No soy tu tipo de chica- su vista volvió al piso al sentarse en un extremo de la cama.

-No lo entiendes, gatita- reí un poco y ella alzó su mirada por unos segundos- Es por eso que te quiero tanto. Por que tu no eres como las demás, por que tu eres distinta. Tu no te preocupas por llegar despeinada al instituto, no te importa estar sucia de barro mientras te diviertas, a ti te gusta tanto caminar bajo la lluvia que olvidas que hay gente a tu alrededor y abres tu boca para que el agua caiga allí. Insultas como las mejores, y relames tus labios cuando lo haces. ¿Y sabes qué? ¡Todas esas malditas cosas son las que te hacen tan única!- sonreí- Y me encantan.

Tomé su barbilla, sentándome de cuclillas frente a ella y levanté su rostro hasta quedar justo enfrente del mío. Sus ojos miel me miraban con un brillo especial que producía en mí un cosquilleo interno. Una sonrisa de lado se dibujó en su rostro.

-He tenido a chicas que eran bellezas europeas. He estado con modelos preciosas y dueñas de un cuerpo escultural- rodó sus ojos- Pero tú... tú eres la única que quiero a mi lado.

Su sonrisa se expandió aún más. Ésta vez, mostrando sus dientes. Era perfecta.

-Harry, yo... yo también te quiero. Y mucho ¿Sabes?- sonreí de lado- Pero...- Aquí vamos otra vez.

Ella se levantó de la cama y puso sus manos en los bolsillos traseros de su short de jean. No pude evitar hacer una recorrida por sus piernas tonificadas con la mirada. Todo de ella me fascinaba.

-No creo que funcione algo entre nosotros- continuó- Piénsalo. Somos tan distintos. Además, esas chicas nunca dejarán de perseguirte y no lo sé... sólo... no creo que tu y yo...

Antes de que pudiera continuar hablando tomé su rostro y lo atraje hasta mí. Otra vez, la besé. Y otra vez, ella correspondió mi beso. Sus dedos se hundieron en mis rulos. Oh Dios, eso me gustaba tanto. Me gustaba más la idea de que ella sería mía, sólo mía, sus besos serían sólo para mí, sus sonrisas, todo. Me gustaba pensar que podría besarla cuando quisiera.

-Gatita- me separé de ella sin apartar mis manos de su rostro con ambas manos y la enfrenté a mí, mirándola fijamente a los ojos- Deja de pensar en todas las razones por las cuáles no funcionaría y piensa en la única razón por la cuál sí lo haría.