Ella me miró apenada otra vez. Respiró hondo y acomodó unos mechones detrás de su oreja. Sus ojos aún estaban rojos al igual que la punta de su respingada y pequeña nariz. Infló sus cachetes, haciéndose ver tan malditamente adorable, para luego soltar todo el aire acumulado en un resoplido de fastidio.
-Pasa que todo está mal, Harry- dijo con su voz quebrada- ¿Puedes creer que recién ahora me entero de que mi madre es una tomadora, adicta? ¡Es por eso que no podía quedarme con ella en Nueva York! Y eso no es todo, papá quiere que Marcie y Céline se muden a casa ahora. ¡No lo soporto, Harry! Mi madre está de mal en peor y mi padre sólo piensa en esas dos idiotas- gritó con fuerza.
Entendí que había estado necesitando decirlo, gritarlo, desahogarse, desquitarse. Soltó un grito más entre algunas pocas lágrimas. Estaba triste y enojada a la vez. Quería decirle algo, pero las palabras no salían de mi boca. Me costaba verla así, pero pese a todo, ella era fuerte.
Simplemente la abracé. La acurruqué entre mis brazos y la mantuve así por unos momentos. Su cabeza estaba apoyada en mi pecho, y sus manos tapaban sus ojos. Tragué saliva. ¡Diablos, podía quedarme en esa misma posición durante horas y horas! Me hacía sentir tan bien.
-No quiero tu compasión- dijo con una seca sonrisa.
-No es compasión, gatita- sonreí.
Ella se repuso. Sonreí triunfante al saber que mi abrazo la había hecho sentir bien. Se acomodó frente a mi y me miró de reojo, como si detallara cada parte de mi rostro con sus ojos. Me sentí intimidado, pero traté de evitar demostrarlo, yo debía ser quién la intimide a ella. Achinó sus ojos. Ahora sólo se veía en su rostro algunas lágrimas secas.
-¿Te encuentras bien, Harry?- preguntó mirando fijamente mis ojos.
-Perfecto.
-Mmmm, a mi no puedes mentirme.
-No es nada, solo discutí con mi padre. No tiene importancia- aseguré algo nervioso, sus ojos estaban abiertos de par en par delante de mí- Deja de mirarme así, me das miedo- dije divertido.
Becca rió con gracia. Así es como me gustaba verla.
-Estoy seguro de que no te animas a entrar al cementerio- la desafié parándome y dirigiéndome hacia la pared trasera del cementerio, para treparla, encendiendo un cigarrillo.
Ese lugar era muy rígido, estaba prohibido entrar si no ibas a visitar a alguien en especial, y debías tener el permiso del guardia. También, por otro lado, era escalofriante. La noche estaba oscura, y bueno, ya sabes lo que se habla de los cementerios.
Ella me miró con cierto temor, lo cuál me causo gracias y reí.
-¿Qué pasa, tiene miedo señorita Pierce? Tranquila, aquí está su macho y va a protegerla de cualquier fantasma que quiera atacarla- dije burlón, haciéndome alusión a mi cuerpo.
Rió tímidamente y sus mejillas tomaron un color carmín. Rodó sus ojos.
-Idiota- dijo divertida, para luego relamer sus labios. Típico de ella.
Yo me encontraba ya buscando una forma de cruzar ese enorme muro para llegar al otro lado. Buscaba que ella me siguiera, pero no daba respuesta. Seguía sentada sobre el suelo, lleno de hojas secas.
-¿Vas a quedarte ahí, enserio?- me burlé.
Becca miró para ambos lados, pude ver, a pesar de la oscuridad que tenía cierto temor sobre sí. Se paró casi de un salto y corrió hasta mí.
-Estás loco, enserio- dijo entre dientes mientras se juntaba a mí para trepar la pared.
-Loco por t...-Oh, casi lo digo. Otra vez pensando en voz alta, Harry. ¿Qué demonios?
-¿Decías?
-Mira, por allá- dije desviando el tema.
Esto se estaba saliendo de mis manos, ni siquiera podía guardarme mis malditas palabras para mí. ¿Cómo diablos puedo llamar a este sentimiento? No es amor, no, no no, desde luego que no.
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RudeBoy |H.S|
FanfictionEl chico rudo, el peligroso, el que jamás se enamora. ¿Habrá alguien capaz de demostrar lo contrario? ¿Habrá alguien capaz de sacarle la mascara? Adaptada creditos a la autora.