28. Harry.

8.7K 434 9
                                    

Negué con la cabeza lo más rápido que pude. ¿Ella acababa de preguntar si podía pasar la noche en casa? Pestañeé varias veces, sacando de mi mente cualquier pensamiento pervertido. Pude notar que sus mejillas se tornaban de un color carmín, como si muriera de verguenza.

Caminábamos juntos, a la par, hasta mi casa, que por suerte se encontraba a algunas pocas cuadras del cementerio. Fueron apenas unos minutos, y ya estábamos en mi hogar.

Mientras abría la puerta, sentí la mirada fija de aquellos ojos miel sobre mí. Giré a verla, y desvió sus ojos tratando de hacer de cuenta que no estaba mirándome. Reí por lo bajo, ella era tan inmadura. Y eso me gustaba tanto.

-¿Vas a quedarte allí?- dije observando que no respondía a mi llamado indirecto para que entre.

Sacudió su cabeza y rodó los ojos, acercándose hacia adentro. Me hice a un costado, dejando que pase por delante de mí y tener una mejor vista de su perfecto trasero. Ella se percató de esto y tiró hacia abajo la tela de su blusa sucia de barro. Reí nuevamente al recordar que ambos estábamos llenos de barro.

-¿Quieres algo de ropa limpia?- pregunté con una sonrisa.

Ella asintió de la misma forma. Nos dirigimos a mi habitación, comprobé con la vista que no hubiera nadie más en casa. No, estábamos solos. Perfecto. Separé algo de ropa para entregársela.

Sonreí por inercia, solo, mientras recordaba la primera vez que ella había venido a casa, había sido así. Bendije aquél día, fue cuando todo empezó.

Terminé de cambiarme y me dirigí hacia la habitación dónde Becca se encontraba. Golpee apenas con mis nudillos.

-¡Entra!- gritó.

Apenas entre la vi usando una remera que le quedaba como de vestido y nada más que eso. Sus perfectas y bronceadas piernas estaban descubiertas un poco más abajo de los muslos. Su largo y castaño cabello se encontraba acomodado en un desprolijo rodete. Pasé mi lengua por mis labios. Era tan malditamente sexy.

La escuché reír mirando hacia el suelo.

-Vaya, te diviertes mucho Styles- me miró divertida.

Desvié con dificultad mis ojos de ella para mirar hacia donde Becca lo hacía. Maldije para mis adentros, había un corpiño de encaje color rojo furioso debajo de mi cama, pero a la vista de cualquiera. Me sentí avergonzado, y algo molesto conmigo. Jamás me importó que una chica viera esas cosas, es más, debían acostumbrarse y saber que antes de ellas había estado con cientas más. Pero con ella... con ella era diferente, no quería que lo supiera, quería que se sintiera única estando conmigo.

-Eh...e-eh-tartamudeé inútilmente.

-Tranquilo Harold, me imaginé la habitación de un rompe corazones justo así, con ropa interior de mujeres por todos lados, cama matrimonial...-continuó con una sonrisa forzada.

Por un momento, sentí algo en mi pecho, algo que no quería que ella me viera de ese modo, no me gustaba. Pero después recordé que era la imagen que yo mismo había creado de mí, y sí, era un rompe corazones.

De todas formas, no tenía que importarme. Después de todo, ella era sólo una amiga, nada más que eso. Una amiga ardiente e irresistible que me volvía loco.

No, no. Eso era absurdo. Hoy iba a terminar con esto. Sí, iba a llevarla a mi casa y todos aquellos malditos sentimientos desaparecerían de mí de una buena vez. Eso era todo lo que quería de ella, una noche.

-...Harry, ¿estás aquí? ¿En el planeta Tierra?- dijo chasqueando sus dedos delante de mí.

Sacudí mi cabeza y asentí algo confuso.

-Lo siento, ¿quieres tomar algo? ¿Agua, jugo?- pregunté.

-¿No tienes algo más... fuerte?

RudeBoy |H.S|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora