El salvaje Centaleón

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Tras recordar a la dulce y bondadosa  Zora que estaba  enamorada de mi, fui mandado al Monte Trueno a por 20 flechas eléctricas. La lluvia era incesable, llegar allí se me estaba haciendo muy duro y la bienvenida tampoco fue muy grata. Tuve que cobijarme tras unas rocas para que un Centaleón con pelaje rojo no me viera. Este se giraba cada vez que me movía y a duras penas conseguí recoger 18 flechas, hiperventilaba, nervioso. La última flecha estaba a mi alcance, no pude alcanzarla ya que un gran escozor recorrió desde la palma de mi mano hasta mi pierna, tiré mis armas al suelo rápidamente, el ardor no cesaba y una herida se formaba en la parte baja de mi pierna, me había lanzado una flecha electrica y me había dado de pleno. Respiré hondo, con las manos temblorosas cogí mi escudo y espada, guardé la última flecha y planeé hasta el dominio Zora. Aún sentía la electricidad corriendo por mi pierna izquierda y las gotas de sangre no pasaban desapercibidas, pero esto no podía pararme, tenía que frenar la catástrofe que se nos avecinaba.

𝐍𝐨 𝐦𝐞 𝐬𝐮𝐞𝐥𝐭𝐞𝐬 • (𝑻𝒍𝒐𝒛)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora